Ay olivar, mi olivar

Ay olivar, mi olivar,
olvidado y mal vendido;
donde yo le oí cantar,
y donde siempre he venido
tras mis largos recorridos,
por cielo, por tierra y mar.

María Jesús Barquero Casas



La libertad

La libertad
es dar la vida
por los demás.
Y, ¡cómo duele!
los olivos del monte
aún se retuercen.

María Jesús Barquero Casas



Olivas

Aderezo de esmeraldas
con las perlas del rocío
y el dolor de las escarchas
en el retorcido olivo.

Esperanza entre las ramas
acariciada gozosa
por las manos de la moza
rosas, de frío, moradas.

Absorta entre los terrones
la ruborosa amapola
ve transformada tus flores
en óvalo portador
del néctar para la unción
de tiaras y coronas.
De sacramentos, promesa,
hojas de rumor y mar,
ramas de calor y paz,
fruto ansiado de la mesa.
Molida tu savia vierte
perfumada trascendencia
de ríos de verde aceite.

María Jesús Barquero Casas



Río salado

El río salado corre
por entre los olivares
y en volandas trae el viento
un eco de soleares.

Las niñas de las huertas
van en camisa
a bailar con el río
como las ninfas.

Cuando salen del agua
sus pies descalzos
la tierra enrojecida
los va calzando.

Los flecos de sus camisas
son agua salada y fría
y al secar su piel morena
dibujan blancas estrías.

María Jesús Barquero Casas








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