“Creí; por esto hablé” (Salmos 115, 1)

Hay muchas maneras de creer, pero una sola es la que justifica; de aquí que todos los que creen como debe creerse manifiestan su fe de modo idéntico. Creer bien y enmudecer no es posible; lo dice el Real Profeta, o sea el Espíritu Santo por boca de David: Creí; por esto hablé. Es decir, mi creencia, mi fe no es vacilante, es firme, inquebrantable, y por eso hablo.

Los que pretenden armonizar el silencio reprobable con la fe sincera, pretenden un imposible. Los verdaderos creyentes hablan para confesar la verdad que profesan, cuando deben, como deben, ante quienes deben y para decir lo que deben.

Cuando deben. Se debe hablar para confesar a Cristo, hacer profesión de fe, defender la doctrina de Cristo, cuando así lo exige el bien de la Religión y el provecho del prójimo. Un verdadero creyente manifiesta su fe en sus escritos, en sus conversaciones, en sus discursos, en sus explicaciones en la cátedra.

Como deben. Seriamente, sin provocaciones, pero sin cobardías; sin petulancias, pero sin pusilanimidad; con caridad, pero sin adulaciones; con respeto, pero sin timidez; sin ira, pero con dignidad; sin terquedad, pero con firmeza; con valor, pero sin ser temerarios.

Ante quienes deben. Ante los superiores y ante los súbditos; a los mayores, a los iguales y a los pequeños; y para decir lo que deben, sea o no del agrado de los que oyen; halague o no a los que escuchan; sea conforme o no a las creencias de los que presencian la manifestación de su fe.

Para salvarse es preciso hablar. Terminantes son las frases del Apóstol: Porque de corazón se cree para justicia; mas de boca se hace confesión para salud (Rom, 10,10); y porque se trata de algo esencial para obtener lo único necesario, que es la salvación del alma, conviene detenerse a considerar prácticamente estas verdades. Hay quienes pretextando una prudencia mal entendida, omiten la confesión de sus creencias; y quienes escudándose en su ilustración y cultura, callan cuando deben hablar. Mas hemos de tener en cuenta que tal silencio es inexcusable ante Dios, aunque sea de gran aceptación ante los hombres, que encuentran en este reprobable silencio la mejor garantía para su impiedad. Y no es que allá en su conciencia aprueben esta conducta, ni que su talento la aplauda, es que de esta manera dejan más libertad a sus audacias y menos entorpecimientos a sus planes. Alguna vez se pretende, al omitir esta profesión de fe, hacer un servicio a la misma fe, olvidándose de que la doctrina de Cristo, esa fe que se pretende favorecer con el silencio, se propagó derramando su sangre los primeros cristianos; que merced a la santa intrepidez de los santos mártires y confesores, llegó hasta nosotros este tesoro inapreciable (…)

Abominemos siempre de la tibieza. En verdad no hay estado más deplorable que el de aquellos contemporizadores, causantes de la ruina y perdición de cuantos les siguen. El Espíritu Santo lo dice con frase elocuentísima: Conozco tus obras; que ni eres frío ni caliente; ojalá fueras frío o caliente; mas porque eres tibio, te comenzaré a vomitar de mi boca (Apoc, 3,15-16).

¡Y cómo contrasta esta conducta con la de aquellos fervorosos cristianos de las Catacumbas! Así eran sus triunfos; así son hoy, transcurridos los siglos, bendecidos y alabados como héroes de la humanidad. Porque los consumió el celo de la gloria de Dios, la defensa de su causa, la propagación de su doctrina, la salvación de la humanidad; porque las afrentas de los que les zaherían recayeron sobre ellos; porque no temieron a los que matan el cuerpo y no pueden matar el alma. Por esto padecieron los escarnios, las persecuciones y el martirio.

Mas después, sus mismos enemigos les hicieron justicia, repitiendo lo que se dice en el libro de la divina Sabiduría: Nosotros, insensatos, teníamos su vida por locura, y su fin por una deshonra. Ved cómo han sido contados entre los hijos de Dios, y entre los Santos está la suerte de ellos. Luego hemos errado del camino de la verdad, y la luz de la justicia no nos ha alumbrado, ni el sol de la inteligencia ha nacido para nosotros (Sab 5,4-6).

Para no errar el camino de la verdad, y para que la luz de la justicia brille para nosotros, y para que el sol de la inteligencia nos alumbre, imitemos al Real Profeta haciendo programa de nuestra vida su frase: Creí; por esto hablé, y esperemos que en nosotros se cumpla aquella otra: mas yo he sido sumamente abatido; que tales confesiones nos proporcionarán la dicha incomparable de ser contados entre los hijos de Dios. Amén.”

San Pedro Poveda



"Deja que los demás sean como fueren, pero tú sé como Dios quiere que seas. Si nosotros sabemos respetarnos, también nos respetaran los demás."

San Pedro Poveda



“Dejad que sea cada cual según es (…) ¿por qué has de pensar que el prójimo por no ser como tú, no es cual debe ser?”

San Pedro Poveda


“En nuestro programa después de la fe, mejor dicho con la fe ponemos la ciencia (…) desear la ciencia, buscar la ciencia, adquirir la ciencia, trabajar por conseguirla y no os canséis nunca, ni digáis jamás no más ciencia.”

San Pedro Poveda


''Estudia mucho para conocer lo que Dios quiere de ti y ejecútalo sin demora."

San Pedro Poveda



"Hay que hablar a tiempo y callar con oportunidad."

San Pedro Poveda



"Hay que olvidarse de sí mismo para no pensar sino en los sacratísimos intereses que representamos y defendemos; hay que poner toda la confianza en las luces y auxilios divinos, pero hay que pensar, proyectar, trabajar, velar, sufrir, inmolarse como si todo el éxito de nuestra empresa dependiera del esfuerzo que en ella ponemos.
Estemos persuadidos de que el éxito será tan grande como lo sea la desconfianza en nosotros mismos, la confianza en Dios y el sacrificio por la salvación de las almas. Hay que dar y no pedir, hay que hacerse todo para todos a fin de ganarlos para Cristo; hay que aprovechar toda oportunidad, todo momento. apropiado: la alegría y la tristeza, los triunfos y las humillaciones, el gozo y el dolor de las jóvenes encomendadas a vuestro cuidado, para sacar de todos los estados psicológicos y aún fisiológicos el mayor bien para las almas; hay que tener el don de la oportunidad siempre y no ha de haber inconstancias, ni retrocesos; hay que ser ecuánimes y perseverantes contra toda alteración interna y externa, propia y ajena; hay que ser justas con misericordia, amables sin empalagos, finas, atentas y corteses sin ridiculez, ni fingimiento, ni pedantería; hay que hablar a tiempo y callar con oportunidad; hay que poner el corazón en lo espiritual, pero sin dejar de poner la mano en lo material; hay que enseñar obrando y sufriendo."

Pedro Poveda
La mujer y el mundo intelectual




La bondad conquista

La bondad conquista el mundo
Aprended la manera de conquistar el mundo por la educación y la cultura.

No se puede verdaderamente ser bueno, si no se es dulce, si no se es
humilde, si no se es dueño de sí y de las pasiones, si no se es prudente, si
no se está bien equilibrado moralmente, si no se está bastante alto en el
amor de Dios, si no se es desinteresado. La bondad es una mezcla de todas
las perfecciones morales, para hablar el lenguaje del Cantar ( de los
Cantares), en el que entran como ingredientes “todos los ungüentos del
perfumista”.

Es raro encontrar en la vida una persona de bondad notoria y constante, sin
tener que elogiar en ella, además, todas las virtudes posibles, y con ayuda
de la benevolencia que inspira, no hay perfección moral que no se le
conozca, incluso una excepcional elevación de inteligencia.

¿Podríamos llamarla con razón virtud de las almas grandes?

Es muy poco. San Gregorio Nacianceno se atreve a decir que: “La bondad no
es otra cosa que la divinidad misma”.
Después de oír al Santo, no os podrá causar extrañeza que los escitas
dijeran a Alejandro: “Eres Dios, luego debes ser bueno”.

¿Deseáis ser buenos? ¿Creéis ahora que siéndolo podréis conquistar el
mundo?...

San Pedro Poveda


"La muerte no puede romper nada escencial. Soy sacerdote de Cristo."

San Pedro Poveda


"La verdad está en las obras no solo en las palabras."

San Pedro Poveda


"Los hombres y las mujeres de Dios son inconfundibles. No se distinguen porque sean brillantes, ni porque deslumbren, ni por su fortaleza humana, sino por los frutos santos."

San Pedro Poveda


"Mi creencia mi fe, no es vacilante, es firme inquebrantable."

San Pedro Poveda




"No consiste la perfección en ser siempre y en toda circunstancia de una misma manera, sino ser, en cada caso, como la razón, ordenada y regida por la ley divina, pide que seamos."

San Pedro Poveda


"No exijas del prójimo lo que tu eres incapaz de practicar.
No te quejes del prójimo si no esta presente.
El mayor ejercicio de paciencia consiste en soportarnos a nosotros mismos.
Estima la justicia tanto como la vida.
No te guíes por simpatías si has de resolver en justicia. 
No escatimes los aplausos cuando sean justos."

San Pedro Poveda



"Pon al servicio de Dios tus pasiones, tu carácter, tu modo de ser y todas tus cosas, y así serás santo."

San Pedro Poveda


"Si quieres saber cómo vas, mira bien a Jesucristo y después compara."

San Pedro Poveda



"Yo quiero vidas humanas… ¿prescindir de lo humano? jamás."

San Pedro Poveda










No hay comentarios: