“A cada cual le vence su pasión.”

Virgilio


"A los que se atreven sonríe la fortuna."

Virgilio



“A partir de uno sabe de todos los demás.”

Virgilio


"¿A qué crimen no fuerzas el corazón del hombre, maldita sed de oro?
«Quid non mortalia pectora cogis, | auri sacra farmes!

 Virgilio
en el tercer libro la Eneida (III, 56-57)


“Ahora sé lo que es el amor.”

Virgilio


“Alaba las fincas grandes; cultiva las pequeñas.”

Virgilio


"Aprende de mí, hijo mío, el valor y la auténtica fortaleza; de otros aprende la suerte".

Virgilio


“Aprended justicia, ¡oh vosotros advertidos! Y a no despreciar a los dioses.”

Virgilio


“Aquí estoy, yo soy quien lo hice, vuelve tu espalda hacia mí.”

Virgilio



“Así se va a las estrellas.”

Virgilio


“Cada hombre se dirige a sí mismo a su gusto.”

Virgilio


“Cree en el experto.”

Virgilio


“De los tiempos el que más corre es el alegre.”

Virgilio


“Dios nos regaló estos descansos.”

Virgilio



“Donde hubo fuego, queda rescoldo.”

Virgilio



“El amor conquista todas las cosas; démosle paso al amor.”

Virgilio


“El amor lo puede todo.”

Virgilio


"El descenso al Averno es fácil; noche y día sus puertas están abiertas; pero recordar tus pasos para escapar al aire libre, ¡he ahí la tarea, he ahí el esfuerzo!"

Virgilio



"El destino encontrará el camino; lo que ha de suceder, sucederá."

Virgilio



“El destino se abre sus rutas.”

Virgilio


"El furor es el distintivo de los caballos."

Virgilio
Geórgicas, III, 262


"El niño reconoce a su madre por la sonrisa."

Virgilio


“El sueño es hermano de la muerte.”

Virgilio



“El temor le pone alas a los pies.”

Virgilio


"El tenebroso reino de Plutón estaba rodeado de las muchas aguas del Aqueronte, la Estigia, el Cocito y el Flegetonte; a las riberas de la Estigia llegaban las almas conducidas por Mercurio, y el barquero Caronte las pasaba de una orilla a otra, pagando un óbolo por el tránsito; pero dejaba errantes por espacio de cinco años a las que no podían llenar este deber o a aquellas cuyos cuerpos habían quedado insepultos. Se veían a la otra parte de la Estigia el dolor, los remordimientos, las pálidas enfermedades, el temor, el hambre, la pobreza, la vejez y la muerte. Al entrar en el abismo se oían los gritos lastimeros de los niños arrebatados del seno materno por una muerte prematura; después se veían los que cansados de la vida, habían cortado su hilo y no lejos de allí se extendía el campo de los llantos, en el que gemían las víctimas del amor; en otra parte estaban los ilustres guerreros que no tuvieron más méritos que la fuerza y el valor. En una palabra, la pintura de las penas del Tártaro es casi la misma en Homero que en Virgilio. Los condenados del infierno de los Romanos no podían, sin embargo, acusar a sus destinos, como en el de los Griegos; los supremos jueces los obligaban a confesar por sí mismos sus culpas. Después de cierto número de años de expiación, salían las almas del Tártaro y subían a la tierra para volver a comenzar una nueva vida. El agua del río Leteo que se les hacía beber antes de salir de la mansión de los muertos, les quitaba toda la memoria de lo pasado."

Virgilio
Eneida, libro VI



“El tiempo de vivir es para todos breve e irreparable.”

Virgilio


“El tiempo que huye no puede ser recuperado.”

Virgilio



“El tiempo se va para no volver.”

Virgilio


“El trabajo puede con todo.”

Virgilio




"Es fácil el decaimiento del ánimo; pero restablecer el paso y subir al alto cielo, este esfuerzo, este trabajo es propio de unos pocos, a quienes Júpiter amó como justos y su ardorosa virtud los eleva hasta el cielo."

Virgilio



“Fácil es la bajada a los infiernos.”

 Virgilio


“Feliz el hombre que ha pisoteado todos sus temores y puede reír ante la proximidad de la muerte que todo lo vence.”

Virgilio



"¡Feliz es el que ha llegado a conocer las causas de las cosas!"

Virgilio


“Fue una tarea difícil fundar Roma.”

Virgilio



"Guerras, horrendas guerras."

Virgilio



“Instruir como se debe a la juventud, es formar buenos ciudadanos y padres de familia.”

Virgilio




"La cosecha siempre es más fértil en los campos ajenos y el ganado del vecino tiene las ubres más hermosas."

Virgilio




“La desesperación es el medio para quien no tiene ya esperanzas.”

Virgilio


La Eneida

Enmudecieron todos, conteniendo
el habla, ansiosos de escuchar. Eneas
empieza entonces desde su alto estrado:
«Espantable dolor es el que mandas,
oh reina, renovar con esta historia
del ocaso de Ilión, de cómo el reino,
que es imposible recordar sin llanto,
el Griego derribó: ruina misérrima
que vi y en que arrostré parte tan grande.
¿Quién, Mirmidón o Dólope o soldado
del implacable Ulises, referirla
pudiera sin llorar? Y ya en la altura
la húmeda noche avanza, y las estrellas
lentas declinan convidando al sueño.
Mas si tanto interés tu amor te inspira
por saber nuestras lástimas, y en suma
lo que fue Troya en su hora postrimera,
aunque el solo recuerdo me estremece,
y esquiva el alma su dolor, empiezo.
Del Hado rebatidos, tantos años,
los caudillos de Grecia, hartos de lides,
con arte digno de la excelsa Palas,
un caballo edifican —los costados,
vigas de abeto, un monte de madera—;
y hacen correr la voz que era el exvoto
por una vuelta venturosa. Astutos,
sortean capitanes escogidos
y en los oscuros flancos los ocultan,
cueva ingente cargada de guerreros.
Hay a vista de Ilión una isla célebre
bajo el troyano cetro rico emporio,
Ténedos, hoy anclaje mal seguro:
vanse hasta allí y en su arenal se esconden.
Los creemos en fuga hacia Micenas,
y de su largo duelo toda Troya
se siente libre al fin. Las puertas se abren
¡qué gozo ir por los dorios campamentos
y ver vacía la llanura toda
y desierta la orilla! «Aquí, los Dólopes,
aquí, las tiendas del cruel Aquiles;
cubrían las escuadras esta playa;
las batallas, aquí…» Muchos admiran
la mole del caballo, don funesto
a Palas virginal. Lanza Timetes
la idea de acogerle por los muros
hasta el alcázar —o traición dolosa,
u obra tal vez del Hado que ya urgía—.
Mas Capis, y con él los más juiciosos,
están porque en el mar se hunda al caballo,
don insidioso de la astucia griega,
tras entregarle al fuego, o se taladre
a que descubra el monstruo su secreto.
Incierto el vulgo entre los dos vacila.
De pronto, desde lo alto del alcázar,
acorre al frente de crecida tropa
Laoconte enardecido, y desde lejos:
«¡Oh ciudadanos míseros! —les grita—
¿qué locura es la vuestra? ¿al enemigo
imagináis en fuga? ¿o que una dádiva
pueda, si es griega, carecer de dolo?
¿no conocéis a Ulises? O es manida
de Argivos este leño, o es la máquina
que, salvando los muros, se dispone
a dominar las casas, y de súbito
dar sobre Ilión; en todo caso un fraude.
Mas del caballo no os fiéis, Troyanos:
yo temo al Griego, aunque presente dones.»
Dice, y en un alarde de pujanza,
venablo enorme contra el vientre asesta
del monstruo y sus igares acombados.
Prendido el dardo retembló, y al golpe
respondió en la caverna hondo gemido.
¡Y a no ser por los Hados, por la insania
de ceguera fatal, la madriguera
de esos Griegos hurgara él con la pica,
y en pie estuvieras, Troya,
y sin quebranto os irguierais, alcázares de Príamo!
En este trance unos pastores teucros
con grande grita a un joven maniatado
traían ante el rey. A la captura
no había resistido: empeño suyo
era franquear Ilión a los Argivos;
y resuelto venía a todo extremo,
o a consumar su engaño, o de la muerte
a afrontar el rigor. Para mirarle,
ansiosa en torno de él se arremolina la juventud troyana y le baldona.
Mas oye la perfidia…, y por un Dánao
podrás sin falla conocer a todos.
Porque al verse indefenso entre el concurso,
todo él turbado, en torno la mirada
tiende por la dardania muchedumbre,
y «¡Ay! —suspiró— ¿qué mar, qué tierra amiga
me podrá recibir? ¿o qué me queda
cuitado, sin asilo entre los Griegos,
y reo cuya sangre airados piden
los Dardanios a una?» Este gemido
nos conmueve y abate nuestro encono.
Le alentamos a que hable, que nos diga
de qué raza es nacido, qué le trae
y en qué fundó, al rendirse, su esperanza.
Depuesto el miedo al fin, «Oh rey —prosigue—,
de cuanto ha sido, fuere lo que fuere,
la verdad diré yo. Y antes que nada,
no niego ser argivo: la Fortuna
pudo hacer a Sinón desventurado
mas no hablador mendaz y antojadizo.
Tal vez haya llegado a tus oídos
un nombre: Palamedes, el Belida,
rey glorioso, que, al tiempo de una falsa
alarma de traición, se vio acusado
—atropello inmoral de un inocente
sin más delito que objetar la guerra—.
Lo arrastraron los Griegos al suplicio;
llóranle hoy, tarde ya. Como, aunque pobres,
éramos de su sangre, yo desde Argos,
mandado por mi padre, joven vine
a iniciarme en las armas a su sombra;
y mientras el mantuvo su fortuna
e intacto su prestigio entre los reyes,
también logró mi nombre algún decoro.
Mas cuando, al galope del falsario Ulises,
partióse, como sabes, de esta vida,
derrocado yo al par, triste y oscura
arrastraba mi suerte, protestando
a solas del malogro del amigo.
Y no callé, loco de mí: venganza
me atreví a prometer, si con victoria
volvía yo a mi patria, y duros odios
con esto concité. Tal fue el principio
de mi infortunio y del afán de Ulises
por aterrarme con achaques falsos
y dichos que esparcía por el vulgo.
Consciente de su crimen, dase mañas,
armas buscando contra mí, ni ceja
hasta lograr que Calcas, su ministro…
Mas ¿por qué revolver lo que a vosotros
nada puede importar? ¿a qué alargarme?
Si ante vuestro rigor los Griegos todos
son una cosa, y ser yo Griego basta
para el castigo, tiempo es ya: matadme…
¿Qué más se quiere Ulises? ¡y a buen precio
de seguro os lo pagan los Atridas!.

Virgilio


"La experiencia en la desgracia me enseñó a socorrer a los desgraciados."

Virgilio


“La fortuna favorece a los audaces.”

Virgilio


“La ira improvisa las armas.”

Virgilio



"La labor perseverante vence todas las dificultades."

Virgilio



“La memoria de la desgracia es dulce y sirve de recreo en la prosperidad.”

Virgilio


“La mujer es siempre voluble y mudable.”

Virgilio


“La poesía es tan grata al oído como el sueño al hombre fatigado.”

Virgilio


“La serpiente se oculta en la hierba.”

Virgilio


“La única salvación para los vencidos es no esperar salvación alguna.”

Virgilio


“Lo que ha de suceder, sucederá.”

Virgilio


"Los corazones reciben impresiones distintas, según que el tiempo haya o no cambiado, y que el viento empuje o no las nubes."

Virgilio


“Los dioses ayudan a los hombres que se ayudan a sí mismos, y esto es mediante el trabajo.”

Virgilio



“Mientras el río corra, los montes hagan sombra y en el cielo haya estrellas, debe durar la memoria del beneficio recibido en la mente del hombre agradecido.”

Virgilio


“No cedas frente a los malvados, sino oponte a ellos ardientemente.”

Virgilio


"No confíes demasiado en la belleza."

Virgilio



“No confiéis en el caballo, troyanos. Sea lo que sea, temo a los dánaos (griegos), aun portando regalos.”

Virgilio



“No te inclines ante la adversidad; más bien oponte audazmente a ella tanto cuanto tu suerte te lo permita.”

Virgilio



“No todos lo podemos todo.”

Virgilio



“Nuestra raza es resistente por su linaje.”

Virgilio



"¡Oh, si tú quisieras al menos habitar conmigo los miserables campos y sus rústicas cabañas, flechar los ciervos y arrear el hato de cabritos al verde malvavisco! Cantando junto a mí imitarás conmigo en las selvas al dios Pan. Pan fue el primero que enseñó a juntar con cera muchas cañas, Pan guarda las ovejas y a sus rabadanes. Y no te pese rozar tu labio tierno con la flauta: ¿qué no hacía Amintas por saber esto mismo que sé yo? Tengo una flauta compuesta de siete cañas desiguales, que en otro tiempo me regaló Dametas, diciéndome al morir: “Tú eres ahora su segundo dueño”. Así dijo Dametas y el necio Amintas me la envidia. Además tengo yo dos cabritillos que he encontrado en un valle poco seguro, salpicados todavía de pintas blancas en sus pieles; cada día agotan dos ubres de oveja: los guardo para ti. Ya hace tiempo que Testilis me ruega me los deje arrebatar y lo conseguirá, puesto que a ti te desagradan nuestras dádivas.
Ven acá, ¡hermoso niño!, que las Ninfas te traen canastos de azucenas llenos; en tu honor la blanca Náyade, cortando pálidas violetas y adormideras de tallos altos, las junta al narciso y a la flor del oloroso eneldo, y entretejiendo luego la casia y otras delicadas hierbas al suave jacinto, varia los colores con la caléndula amarilla. Yo mismo te escogeré blanquecinas frutas de tierno vello y castañas que amaba mi Amarilis, añadiré céreas ciruelas, también esta fruta tendrá su honor, y a vosotros, oh laureles, también os cogeré, y a ti, mirto vecino, puesto que así juntos mezcláis suaves olores.
Eres un rústico, Coridón; Alexis ni se cuida de tus dones, ni, si en dádivas compites, te es inferior Yolas. ¡Ay, ay! ¿Qué es lo que quise, mísero de mí? Enajenado arrojé el Austro sobre las flores y los jabalíes en las fuentes cristalinas. ¡Ah, insensato!, ¿de quién huyes? También los dioses moraron en los bosques y el dardanio Paris. Habite Palas el alcázar que ella misma levantó; a nosotros, por encima de todo, placeránnos las selvas. La torva leona persigue al lobo, a su vez el lobo a la cabrita, la retozona cabrita va tras el cantueso en flor y en pos tuyo, oh Alexis, Coridón: a cada uno le arrastra su placer. Mira, los novillos traen pendientes del yugo los arados y, al ocultarse el sol dobla las crecientes sombras; a mí, sin embargo, abrásame el amor, pues ¿qué medida cabe en el amor?"

Virgilio
Bucólicas



"Otros entallarán en bronce formas más vivas y dulces, o sacarán del mármol rostros dotados de alma, hablarán con mayor elocuencia, las celestes órbitas describirán y anunciarán el surgir de los astros: a ti, romano, te incumbe el gobierno del mundo."

Virgilio


“Persevera, y espera un mañana mejor.”

Virgilio


“Pueden los que creen que pueden.”

Virgilio


Pulsæ referunt ad sidera valles
«Y en los valles se oía el eco del sonido de las estrellas».

Virgilio
Tomada del libro Musketaquid de Henry David Thoreau



“Resistid y reservaos para días más felices.”

Virgilio


"¡Qué felices serían los campesinos si supieran que son felices!"

Virgilio


“¿Quién podrá engañar a quien ama?”

Virgilio


"Si no puedo cambiar la voluntad del Cielo, liberaré las fuerzas del Infierno."

Virgilio
Eneida, VII, 312


“Tus nietos recogerán los frutos.”

Virgilio


"Uno se cansa de todo menos de comprender."

Virgilio


“Volátil y caprichosa siempre, la mujer.”

Virgilio


"Vosotras, oh lumbreras esclarecidas del universo, que guiáis el año deslizado a través del cielo, y tú, Líber, y tú, nutricia Ceres, si es cierto que por regalo vuestro cambió la tierra la bellota caonia por la gruesa espiga y mezcló el agua del Aqueloo con el mosto de la recién hallada uva, y vosotros, Faunos, divinidades protectoras 10de los campesinos, traed también la danza, Faunos, lo mismo que vosotras, doncellas Dríades, que vuestros dones canto.
Y tú, Neptuno, en cuyo honor la tierra herida por tu gran tridente brotó al punto el relinchante caballo, y, tú, habitante de los bosques, en cuyo honor trescientos novillos blancos como la nieve pacen los fértiles sotos de Cea; tú, también, Pan, guardián de ovejas, abandona el bosque paterno y los valles del Liceo, y si te causan algún cuidado tus campos ménalos, ven a mí, propicio, oh Tegeo, y tú lo mismo, Minerva, que descubriste la oliva, y tú niño, inventor del corvo arado; y tú, Silvano, que llevas un tierno ciprés arrancado de raíz. Vosotros dioses y diosas todos, cuyo servicio es proteger los campos y alimentar sus frutos espontáneos y hacer caer desde el cielo a los sembrados abundante lluvia.
 Y tú, por fin, oh César, tú, de quien no sabemos qué asamblea de los dioses tiene reservado un puesto; ya quieras visitar ciudades y cuidar las tierras y te reciba entonces la tierra toda como autor de los frutos y moderador del tiempo, ceñidas tus sienes del materno mirto; o si te presentas como dios del mar inmenso y adorando solamente los marineros tu deidad, a ti te sirva la más remota de las tierras, Tule, y Tetis te compre para yerno por el mar entero; o si bien prefieres añadirte como nuevo astro a los meses largos, en el espacio libre entre Erígone y las Quelas que la siguen (pues el ardiente Escorpión estrecha ya en tu honor sus brazos y te ha dejado una parte del firmamento más que suficiente): sea cual fuere tu destino (pues ni el Tártaro te espera como rey, ni de ti se apodere tan cruel pasión de reinar, aunque Grecia admire los Campos Elíseis y Prosérpina no atienda a seguir el llamamiento de su madre), suaviza mi tarea y favorece mi audaz empresa y, compadeciéndote conmigo de los labradores, que ignoran su camino, señálame la ruta y acostúmbrate ya mismo a ser invocado con plegarias."

Virgilio
Geórgicas



“Yo escribí estos versos, otro se llevó los honores.”

Virgilio





No hay comentarios: