A Pablo Neruda

(a mi amigo Pablo Neruda)

Día a día cuando la sangre zarpa
del corazón –su puerto- desatada,
avanza entre la espuma, lastimada
en mi carne morena. Como un arpa

amarilla de luz, el sol que asoma
hunde sus rayos cada vez que vivo
y cada vez mis sueños fugitivo
asciende más tu vuelo hasta la loma.

Y hacia un rincón del alma sola y mía
me voy intimidando de agonía
con un llanto que afrenta mis mejillas,

Con humo y con ceniza entre mis huesos;
por ti, Pablo Neruda y los anhelos,
cayendo hasta la muerte de rodillas.

Matilde Ladrón de Guevara


El crepúsculo

Fuego dormido, pausa del ocaso.
Dorada miel del trabajo vuelo.
Vencida sangre, enternecido celo,
vino de abismo en el profundo vaso.

Sabia desesperanza en el fracaso,
pupila firme en el activo cielo,
frente a la noche, desprendido vuelo
que hacia la muerte nos incita el paso.

Y esperanza también o despedida
que se prende a los soles de la vida
con garras de naufragio y de delirio.

Besas en el crepúsculo la rosa.
Quemas la frente en la ebriedad fogosa,
y alzas en llama el último martirio.

Matilde Ladrón de Guevara


La aurora

Viertes, aurora, al múltiple horizonte
dorados lirios y encendidas rosas,
emanan luz tus alas bulliciosas
y labras en color el arduo monte.

Joven y alegre ante mis ojos, ponte
sobre un puente de estrellas laboriosas
y con lanzas y flechas victoriosas
quema la nube que tu rueda monte.

Irradias en la noche, casto mito,
y quiebras su silencio con un grito
de amor y sed en la brumosa entraña.

El universo virgen te enamora.
¡Apura tus corceles, vencedora,
la creación del hombre te acompaña!

Matilde Ladrón de Guevara




La noche

(a mi amiga Gabriela Mistral)

Todo vivir, en trance de la muerte,
nocturno linde y hora indefinible,
notas de luna en el temblor sensible
y en alto sueño, pensamiento inerte.

¿Cómo podré en la niebla sostenerte
con igual devoción, vuelo indecible,
si vierto lo posible en lo imposible
y mueren todo azar y toda suerte?.

Quiero en igual silencio, igual destino.
Muerta en lo humano, toca lo divino;
tras lo que fue de amor en tierra yace.

¡Noche profunda, dale ese reposo!.
un caer en la sombra, cadencioso,
y una dormida sed que al sueño abrace.

Matilde Ladrón de Guevara



Pórtico de Iberia
(fragmento)

-Diosa Iberia-
La península Hispánica mecida en noble cuna
se conmovió del fruto que descubrió entre mares
y enfilando sus huestes hacia la airosa América
entre audaz roquerío y extraña hechicería

Desposó los copihues con los rojos claveles.
Los ríos legendarios bajaban de los Andes
mordiendo con su espuma araucarias longevas,
el puma entre los montes, sobre el picacho del cóndor

Y bajo los copihues, entre hierbas fluviales
mi cuna la mecían los violines del pehuelche.
Yo nací diosa Iberia en la virgen América.

De España me devienen los ímpetus viajeros
de gitana, de toros, mantillas, castañuelas,
de rítmicos bailares, de airados taconeos.

La sangre que me enciende paganas primaveras,
el caliente perfume de azahares de esa tierra
y aquel rasgueo intrépido de fuego en sus guitarras
que me anuncia del génesis: valiente diosa Iberia

Viniste de una tribu y hoy eres su princesa
con reino de copihues y cetro de claveles.
Tú, el bárbaro del norte, centauro de mis sueños
me raptas en un vuelo de adagios y de alegros.

América sonríe, América es abuela,
niños de ojos azules corren por sus montaña.
Todas sus fuerzas vírgenes dejarán una huella,

En su sorpresa alegre nacida a un nuevo mundo
del universo vivo lleno de lo profundo,
¡mentes alucinadas de anhelo y maravilla!

Matilde Ladrón de Guevara





En todo lo que nace, tú y tu esencia.
En todo lo que fluye, tú y tu río.
Tú en mi alma, en mi cuerpo y en mi frío.
Tú, como Dios muriendo en mi presencia.

De canto a canto vivo tu experiencia
y por tí en la tristeza me extravío.
Tú, luz en la vigencia del hastío.
Tú, amor, durante toda mi existencia.

Tú, más que el sol. Tú, más que creado.
Más que nocturno sueño exasperado
por la sed angustiosa de tenerte.

Tú, en la hostil soledad de mi universo.
Tú, más lejano que el difícil verso,
¡y yo en la vana espera de mi muerte!

Matilde Ladrón de Guevara













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