A tus plantas

Solamente por ti florezco en pleno,
porque labras y siembras y humedeces,
porque con tus cuidados me estremeces,
porque crezco frondosa en tu terreno.

Pero tan quebradizo y tan ajeno
se me antoja tu amor algunas veces,
que me pierdo entre abrojos y arideces,
y de orgullo la savia me enveneno.

Aunque besas la tierra que yo piso,
y beso yo donde tu pie reposa,
¡hay tantos brotes tiernos que me quitas!...

Y qué rabia si un día, de improviso,
sobre un manto de pétalos, llorosa,
me encuentras deshojando margaritas.

Marisa Carbajo Lobo


Coquetería

No hay fórmula que más me favorezca
por su efecto inmediato, reafirmante
y prolongado
que ese principio activo de tus manos,
agentes esenciales, en mi cuerpo.
No hay tónico más fresco y más afín
a mi tipo de piel sensible y mixta
que tu saliva
con concentrado de ácidos de frutales;
pues sólo con un par de aplicaciones
-eficacia probada-
le devuelve su brillo y su tersura.
Tu mirada es un lifting intensivo
de acción reestructurante;
un auténtico baño de belleza
de puntas a raíz si se administra
sin evitar contacto con los ojos.
Y no hay receta más enriquecida
ni que me nutra más profundamente
que oír tu risa.
No tengo más remedio que quererte:
¡soy tan coqueta...!

Marisa Carbajo Lobo


Temblores

Vestida de ilusión y negro encaje
–por ver si en tu presencia así me crezco–,
simulo ese vivir del que carezco,
desnuda, sin guión, sin maquillaje.

Me pides, voz de miel, que me relaje
y, trémula en tus brazos, no obedezco;
la sangre se te agolpa, me humedezco
y mi temblor se torna más salvaje.

Tu boca tibia encima de mi pecho...;
tus manos descubriéndome el delirio...;
y tiemblo y muero ¡Dios...! Después, la calma...

Y desde que te dejo en aquel lecho
–¡qué angustia, qué vacío, qué martirio...!–
se me ha quedado, amor, temblando el alma.

Marisa Carbajo Lobo




No hay comentarios: