Al amor carnal

Por ti olvidé –cual flores sin esencia–
ilusiones de bien que fueron mías;
y troqué por culpables alegrías
lo más bello del alma,!la inocencia!

Lleváronse la paz de mi existencia
tus locas noches y revueltos días;
en el fuego mortal de tus orgías
quemó sus níveas alas mi conciencia!

Hollé por tu favor lo más sagrado;
apagué con tu risa el sentimiento;
escondí en tu cinismo mis sonrojoas;

y en cambio, ingrato amor, ¿qué me has dejado?
¡Sombrío, cual la noche, el pensamiento,
inerte el corazón, secos los ojos!

Mercedes Matamoros


Anhelos

 Quiero aromar tus rizos abundosos
con perfume embriagante de verbenas,
y tu cuello enlazar con las cadenas
ardientes de mis brazos amorosos.
Quiero encender con besos fervorosos
la sangre que circula por tus venas,
y trocar en fogosas las serenas
miradas de tus ojos luminosos.
Porque siempre han de ser en mis amores,
venenosas las más fragantes flores,
borrascosos las noches y los días.
Y así, ¡no olvidará sus horas bellas!
¡Que siempre dejan en el mundo huellas
las tempestades locas y sombrías!

Mercedes Matamoros




En la muerte de Martí

Como aullidos feroces de jauría
llega hasta mí la inmensa vocería
de la turba española, que tu muerte
hoy celebra con gritos de alegría.
De espanto llena, con atento oído
escucho ¡ay Dios! La historia infortunada
del águila que ha sido
por famélicos buitres destrozada;
y siente el corazón el dardo agudo
de un profundo pesar, como si viera
hundirse para siempre en negro abismo
al Genio, a la Virtud y al Heroísmo.

Mercedes Matamoros


Fin

Mas la noche llegó, pura y hermosa
cual desposada del ardiente día,
que con trémula mano le ceñía
corona de diamantes luminosa.

El tronco de la palma, cariñosa,
la liana entre sus redes envolvía
y al oculto nidal rauda volvía
con anhelos de amante, la tojosa.

Y el mismo adolescente que admiraba
la flor en que la virgen otorgaba
casta caricia que no deja agravios,

clavó en la bella la mirada ansiosa,
y abandonando la marchita rosa,
¡se embriagó con la esencia de sus labios!

Mercedes Matamoros



La bestia

En lo más negro de aquel monte umbrío,
nuestro lecho, Faon, he preparado,
¡de mi pecho el volcán se ha desbordado!
¡de la fiebre fatal ya siento frío!
¿No escuchas a lo lejos al sombrío
león, que con rugido apasionado
responde a la leona, en el callado
y hondo recinto de su amor bravío?
¡Amémonos así! ¡Ven y desprende
de mi ajustada túnica los lazos,
y ante mi seno tu pupila enciende!
¡Es el amor que humilla y que deprava!
¡No importa! ¡Lleva a Safo entre tus brazos,
donde loco el Placer le rinda esclava…!

Mercedes Matamoros



La muerte del esclavo

Por hambre y sed y hondo pavor rendido,
Del monte enmarañado en la espesura,
Cayó por fin entre la sombra oscura
El miserable siervo perseguido.

Aún escucha a lo lejos el ladrido
Del mastín, olfateando en la llanura,
Y hasta en los brazos de la muerte dura
Del estallante látigo el chasquido.

Mas de su cuerpo de la masa yerta
No se alzará mi voz conmovedora
Para decirle: –¡Lázaro, despierta!–

¡Atleta del dolor, descansa al cabo!
Que el que vive en la muerte nunca llora,
Y más vale morir que ser esclavo.

Mercedes Matamoros



La orgía

¿Te acuerdas...? Fue una noche deliciosa,
Cupido en torno nuestro sonreía,
y en el loco bullicio de la orgía
a tu lado me hallé, tierna y gozosa.

Dulce vino de Chipre, en la preciosa
copa te dio a libar la mano mía;
con mis trémulos brazos te ceñía,
más que nunca incitante y voluptuosa.

¡Sentí en la boca un ósculo de fuego!
Después, voluble, con suprema calma
te fuiste sin oír mi blando ruego.

Mas del beso fugaz quedó la huella,
¡y aún palpita, encendido, aquí en mi alma,
como en cielo nocturno ardiente estrella...!

Mercedes Matamoros



Principio

Fue una mañana en que el amor cantaba
del sol de agosto entre el dorado velo,
y la campiña con ardiente anhelo
al ritmo de su acento despertaba.

El sauce en la onda pura se miraba,
las nubes se buscaban en el cielo,
y hacia el árbol la brisa en raudo vuelo
el fecundante polen impulsaba.

Entonces el hermoso adolescente
que con la virgen de modesta frente
vagaba por la selva rumorosa,

fue con ella a sentarse junto a un nido.
Le dijo dulces frases al oído,
¡y besaron los dos la misma rosa!

Mercedes Matamoros



Tormento

Yo no puedo vivir sin contemplarte,
ni puedo ser dichosa sin oírte;
¡alas no tengo yo para seguirte!
¡voces no tengo ya con que llamarte!

¡Quisiera ser voluble para odiarte;
quisiera tener fuerzas para huirte;
esquivez y desdenes para herirte;
orgullo y dignidad para olvidarte!

Mas no me atrevo ningún daño a hacerte
¡yo no puedo dictar fallo de muerte
Contra el tirano cruel que me tortura!

Medito mi venganza hora tras hora,
¡y en lo íntimo del pecho que te adora,
para ti, caro bien, solo hay dulzura!...

Mercedes Matamoros


Venus

Del bosque umbrío bajo el manto espeso
que la luna alumbraba misteriosa,
dormida al parecer, hallé a la diosa
de ligero cansancio al dulce peso.

Despertarla intenté de su embeleso,
por saber si era tierna cuanto hermosa,
y con blando rozar de mariposa
dejó mi labio en su mejilla un beso.

Más ¡ay! que inmóvil continuó callada,
y viendo yo mi aspiración burlada,
junto a la estatua yerta, sentí frío.

y aunque seguí admirándola por bella,
como el alma inmortal no hallaba en ella,
al fin mi admiración ¡volviose hastío!

Mercedes Matamoros


Yo

Tengo el color de golondrina oscura,
sombríos los cabellos ondulantes,
y mis ojos ¡tan negros! son diamantes
en cuyas chispas la pasión fulgura.

Es urna de coral y esencia pura
mi boca, en que los besos palpitantes
buscan, cual pajarillos anhelantes,
de la tuya el calor y la dulzura.

Mi cuerpo es una sierpe tentadora,
y en el mórbido seno se doblega
lánguidamente el cuello como un lirio.

¿No es verdad que es tu Safo encantadora?
¡Oh, ven! Y en este amor que a ti me entrega,
¡tú serás el placer y yo el delirio!

Mercedes Matamoros
















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