Amor inconstante

Quien ver quiera, Marcelo,
de Proteo los cambios,
novel camaleón,
sus ojos en mí pose,
que el tema me obsesiona
y voy cazando formas y colores.

Ya defender no puedo
esta amorosa falla;
confieso mis errores,
y canto el “mea culpa”:
mas ¿quién será que pueda
a corcel desbocado poner freno?

¿Quién de un ávido amante
los pasos caprichosos
mantendrá encadenados,
pues se mueve y se agita
más leve que alga o fronda
sacudidas por ondas o por brisas?

Mis dulces sentimientos
no pecan de exclusivos:
pues mil bellas encuentro
de mis tormentos causa,
dondequiera que mire
hallo nuevos motivos de inquietud.

Cada bella que veo
mi afecto tiraniza;
sus corteses miradas
en el acto me inflaman.
Y entonces, poco a poco
todo mi cuerpo en yesca se convierte.

Cuantas formas de pronto
la mirada revela
son anzuelos y lazos
que Cupido me tiende:
por ésta languidezco,
por aquella en cenizas me convierto.

Y la fresca beldad,
o la otoñal, madura,
me enloquecen sin fin:
la joven me captura
con su gracia y sus ojos,
la mayor con sus gestos reposados.

Y la ingenua y sencilla
de pureza espontánea
y aquella que con arte
ingeniosa discurre,
me placen igualmente:
de la ingenua y la sabia yo me prendo.

Bien hecho si usa afeites,
¿quién afeites no aprecia?
¿Natural, sin adornos,
de sí misma adornada?
Su sencillez adoro,
no hay nada comparable a la pobreza.

O coqueta y lasciva,
o retirada, esquiva,
la una me hace esperar
inefables placeres,
otra, sentimental,
ama ser adorada o lo pretende.

Ésta, pues es bien claro
que es reina en su estatura;
la otra porque parece
más ágil en sus miembros:
caigo en la doble trampa
y a las dos las admiro y las deseo.

En suma, todas, todas,
todas parecen bellas,
ante todas me abraso.
Marcelo, si tuviera
mil almas y mil cuerpos,
¿acaso mis deseos contentaran?

Giovanni Battista Marino o Giambattista Marino



En la muerte de Lope de Vega

Discurre a Etiopía el ave no engendrada,
de admirables despojos revestida,
de volátil escuadra perseguida,
porque la miran digna de envidiada.

Edad y gloria logra dilatada,
hasta que en la materia prevenida
introduce alta llama, que la vida
le quita a un tiempo, y deja renovada.

Tal, o Lope, Español Fénix, volaste,
y a pesar de la envidia, que venciste,
triunfos de aplausos general lograste.

Y bien que a ley fatal obedeciste,
vida igual a los siglos vinculaste
en la sobras insignes que escribiste.

Cavalier Marino


LA CABEZA DE MEDUSA EN UNA RODELA
DE MICHELAGNOLO DA CARAVAGGIO, EN LA
GALERÍA DEL GRAN DUQUE DE TOSCANA

¿Qué enemigos habrá ahora que en mármol frío
no se tornen de repente,
si miran, señor, en el escudo vuestro
aquella orgullosa Gorgona tan cruel,
con cabellos horriblemente
vueltos amasijo de víboras
provocan escuálida, y pavorosa pompa?
¡Mas qué! Entre las armas ventaja
apenas os procura el monstruo formidable:
ya que la auténtica Medusa es vuestro valor.

Giambattista Marino


La mano de Schidoni


Toma el hielo y la luz, ellos son sólo
los temerosos poderes oscuros de la sombra;
son también la palidez de muerte,
la condición indispensable, la mezcla extraña;

Toma lo que rescates de la oscuridad en el rastro negro,
el dolor y la oscuridad se entrelazan
la amargura amada, el nunca anhelaba la
suerte, la miseria de la naturaleza inacabada;

Veneno de jeringa en serpientes elegidas
si se mezcla y añade
a los colores de los suspiros
y a las muchas preocupaciones,

Entonces renace, Schidoni, la verdad
y no la mentira de mi retrato. 

Giambattista Marino



Mirada

Otra ocasión ya más
que es ser por ti mirado llegará,
ojos avaros y soberbios, lo negaste.
Al fin tú me miraste,
y se turbó el mirar bello y sereno
que me lanzaste, al menos
ya no podrás negarte
que otra vez me miraste.

Giambattista Marino


Ojos y pechos

Miro tus bellos ojos,
mujer, y miro tus graciosas mamas,
éstas de leche y aquéllos
fabricados en llamas.
Digo luego suspirando con aumentada sed:
“No debería, por Natura”
para aclarar de tan serenos polos
dos mundos de belleza en contraste con dos soles.

Giambattista Marino











No hay comentarios: