Cuando muere el día

Es un atardecer brumoso y frío
de temblorosos, pálidos fulgores.
Languidecen matices y rumores.
No turba un soplo la quietud del río.

Del jardín en un ángulo sombrío,
sobre una vieja rama sin verdores,
ritma un ave nostálgicos dolores
mirando el nido de sus amor, vacío.

Su canto es dulce queja en el ambiente;
suspiro de agonía en los reflejos
de la tarde. Canción vaga y doliente

de evocación, que extínguese a lo lejos,
cuando al morir las tintas del poniente,
besan del manso río los espejos.

Lamar Jiménez


La palma

De forma grácil, de estructura fina,
de tronco esbelto, de triunfal cimera,
en el monte, en la loma, en la pradera,
de Cuba toda, en la extensión domina.

De belleza ideal y peregrina;
siempre en sano verdor de primavera,
es la palma gentil, es la palmera,
del mundo vegetal creación divina.

Con gesto y ritmo señorial ondula,
cuando la brisa su canción modula,
entre el suelo boscaje de sus rizos.

Y cuando el sol en ella resplandece
todo el campo de Cuna se adormece,
en la dulce atracción de sus hechizos.

Lamar Jiménez








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