"Cuenta tu aldea y contarás el mundo."

Alejandro López Andrada


Eco en las ruinas

Escucho un tiempo de oro y de tristeza,
una edad
lejanísima de ciervos,
de salamandras cubriendo el arco iris
que se alzaba sobre oscurecidos puentes.
Como trigales
cortados por la sombra,
como azulados rumiantes sobre el campo,
pasan los hombres,
y el humo está en sus ojos
y una tristeza de oro hay en sus almas.
Se hizo herrumbre el amor.
La soledad
de un dulce invierno
dejó en mi sangre lluvia.
Un paisaje violeta y derrumbado
es la verdad que nos vigila desde siempre.

Alejandro López Andrada


Fotografía velada

Es siempre el mismo sueño;
abuela está
sin rostro ni cabeza en un foto.
Padre nos mira
desde aquella incierta edad
que da el vacío
y nos cubre la nostalgia.
¿Cuál es la luz que tirita
en esa imagen
donde se ve un corralito abandonado?
¿Cómo agarrar la nieve
que resbala
por la ternura agreste de esa estampa?
A veces, se cae el tiempo
y en la foto
suena la luz como un cántaro quebrado.
Entonces, te despiertas
con los ojos
llenos de frío. Y te habla aquel retrato.

Alejandro López Andrada
De  “El humo de las viñas” (1998)





Los días lejanos

Allí, a lo lejos,
donde tiemblan los maizales
y el pueblo está dormido,
donde invernan
los erizos románticos, tu fe
sigue sentada contemplando el humo.

Igual que un monte
herido por la noche,
aún te sostienes firme en el camino;
te acarician murmullos,
risas, sueños,
que, ayer, tuviste
y ahora, al fin, reencuentras.

Todo aquel tiempo
está en tu corazón,
iluminado por un sol de fresa.

Delante de tus ojos,
van pasando
los días lejanos hacia un bello crepúsculo.

Alejandro López Andrada



Río Cuzna

Colocabas las cañas junto al río
silencios de bambú
sobre la hierba. Planeaban libélulas
y el cielo
en el agua reflejaba mi inocencia.
Me entregabas cien peces luminosos
que yo escondía
a la orilla de una adelfa.
Si ahora volviese aquel tiempo
intentaría
sujetarte en mis ojos para siempre.
Sé que aún vuelan
silenciosos petirrojos
sobre la mancha antigua de aquel bosque.
Sé que en la orilla
oscura de las mimbres
aún reverbera el eco de tu risa.
Pero ya es tarde: del cementerio sube
un rumor de agua umbría marchitándose.
Hiela en el río,
y las carpas no comprenden
que el mago de los peces se haya muerto.

Alejandro López Andrada
Del libro “La tumba del arco iris” (Colección San Juan de la Cruz)



"Soy escritor gracias a las enseñanzas de mis humildes y sencillos vecinos."

Alejandro López Andrada


Visión tras la tormenta

El ventanuco abierto al encinar
tu bicicleta
rota en la hojarasca.
Una silueta oscura
está en el río,
buscando el resplandor de aquel verano

La tormenta se fue.
Tras el asfalto
que cruza la dehesa, hay voces de agua.

Flota un aroma de hinojo
en la colina;
los astros bordan tapices de silencio.

El hombre lleva
en el pecho mariposas
y, en los ojos, una fosforescencia malva.

A su paso
va llenándose de luz
los árboles, las fuentes, las montañas.

Alejandro López Andrada











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