"Al acercarse a la casa su corazón latía con más violencia. Llegado que hubo al patio preguntó por la señora, y habiéndosele contestado que estaba en la sala se hizo conducir a ella. Cuando entró al salón, Soledad estaba sentada frente al piano tocando el acompañamiento de la canción de la Estrella. Al sentir los pasos de Enrique levantó la cabeza, los fijó en él por un momento y levantándose inmediatamente se arrojó en sus brazos exclamando: -¡Enrique, te esperaba!
-Soledad, este momento me compensa de todas mis fatigas y sufrimientos, -la dijo Enrique besándola en la frente.
Después de hacerse varias preguntas recíprocas fueron a sentarse juntos en un sofá. Entonces por primera vez Enrique pudo fijar su atención en la persona de Soledad. Ya no era la niña tierna y juguetona que había dejado. La juventud, con todo el lujo de sus formas había reemplazado a la infancia; su semblante nublado por el dolor era más hermoso y más grave, y el metal de su voz tenía aquella armonía que sólo adquiere la mujer después de los diez y seis años. La realidad que tenía presente excedía a los sueños de su imaginación, y entonces se sintió más apasionado que nunca. Soledad por su parte admiraba con abandono la belleza varonil de Enrique, y en aquel momento los recuerdos de su infancia se presentaban a sus ojos adornados de los más ricos colores. Miraba a su amigo con cierta especie de respeto, y sentía en aquel momento un placer mayor que el que hubiese experimentado al volver a abrazar a un hermano. Después de algunos instantes de silencio y de recíproca contemplación, Enrique tomó la mano de Soledad y la apretó entre las suyas."

Bartolomé Mitre
Soledad


"El encuentro de los grandes hombres que ejercerán influencia decisiva en los destinos humanos es tan raro como el punto de intersección de los cometas en las órbitas excéntricas que recorren. Solo una vez se ha producido este fenómeno en el cielo, y en la Tierra rarísimas veces. La masa de un cometa penetró una vez la de otro, y al dividirlo lo convirtió en una lluvia de estrellas que sigue girando en su círculo de atracción, mientras el primero continuó su marcha parabólica en los espacios. Tal sucedió con San Martín y Bolívar, los dos únicos grandes hombres sudamericanos, por la extensión de su teatro de acción, por su obra, por sus cualidades intrínsecas, por su influencia en su tiempo y en su posteridad. Todos estos rayos convergentes de la historia que se encuentran en el punto céntrico en que los dos libertadores operaron su conjunción, son los que dan sus prestigios a la conferencia de San Martín y Bolívar en Guayaquil. El escenario es el arco iluminado del Ecuador del nuevo mundo, con su horizonte marítimo y sus gigantescas cadenas de montañas en perspectiva, sus palmeras siempre verdes y sus volcanes encendidos. Los protagonistas son los árbitros de un nuevo mundo. El mundo pone el oído y no escucha nada. Uno de los protagonistas desaparece silenciosamente de la escena, cubriendo su retirada con palabras vacías de sentido. El otro ocupa silenciosamente su lugar."

Bartolomé Mitre
Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana. Eudeba, Buenos Aire, 1971.
Tomada del libro Andinia, la catedral Antártica de Francisco Ortega, página 38



"El hombre que quiere, ha hecho ya la mitad del camino."

Bartolomé Mitre

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