Entre la savia viva

Corazón abrigado.
Manzana y trino nuevo.
Trino nuevo y manzana.

Perdida entre mi sangre me persigo;
abatida en mi sangre me revelo.

De pie y nacida sobre mis canciones,
abriéndome en gigante rosa nueva
entre la savia viva.

La incesante pregunta incontestada
repica el son nativo…
¿Dónde cuelga la nada su sombrero?
… Su sombra es de vidrio.

Marigloria Palma


Estoy terriblemente seria
y cuando veo reír a otra persona,
me sorprende.
. . . . . . . . . . . .
Creo que me reiría si no fuera por
este tremendo NO
que nos impide el paso,
una ironía de regaños dedos.
Si realmente supiera
qué es el mar,
qué es un pez,
qué es un hombre.

Marigloria Palma



La noche: V

La noche de San Juan
está llena de agentes policíacos.
Espárragos azules.
Es noche empistolada, amazona de pólvora.
Su ternura crepita en la miaja jurídica
del código.
Todo para que no le rompan
la inocencia a los lirios
que el sol deja sembrados en las nalgas
del muro. Para eso se hicieron los revólveres,
su pum-pum, su trac-trac y su aullido.

Recios y encabritados se clavan
bajo el ala sensual de las palmeras,
se insertan en el beso fecundo de los
novios, se imprimen en la atenta
retina del farol.

Los produce la sombra
(como el charco a las ranas)
con pisadas de cuero,
la blindada postura y el cansancio despierto.

Rigen en las aceras como altivas parábolas
decorando la noche con cordiales gruñidos,
con legajos timbrados y con jueces calientes.

Gloria María Pagán Ferrer (Marigloria Palma)

Paradoja

Para hacerse un collar su lágrima fermenta.
Oye, alma mía, refrena tu ilusión de mariposa,
la ardua fugacidad de diluirte
en arroyo y en cauce del misterioso origen,
del “haciendo tu cara”, del “teniéndote tengo”,
del “amando te amo”, al sonido del cómo, del seré
y “sigo siendo”
al graznido estudiado de las suposiciones.

Todo vendrá después . . .
Después vendrá la llamita de aceite
y la tras-sombra, la indestructible valla
donde inicia el comienzo su comienzo:
el huevazo del orbe. ¿Y más allá, qué hay?

Más allá está el aullido,
perforador de sombras y bellotas, el roncar
de la máquina, el mago y el oráculo (todo es verdad
y es válido) y el “no se mueva ahora,
aguante la respiración . . . Respire: ¡clic!

Puedes crearte un mundo con tu propio nitrógeno
y un adarme de oxígeno.
El truco es el relámpago.

Marigloria Palma


San Juan de los turistas

Corría con mis siete domingos doblados
bajo el brazo y mis siete palomas erguidas en la frente.
Andaba por las calles libre y entrelazada
por las barbas del sol.
La ciudad es rebaño de emociones
reunidas en el transito de su propia fragancia,
su rigor cuatripétalo.
El puerto es una alberca de cisnes trashumantes:
vapores de turistas, cascarones de huevo de alto precio.
Es un día de panal extranjero, cámara y lirio blanco.
Es Good-bye y Hello!; es Bonjour, es oui oui,
es guten Tag . . .

Me tropiezo en la acera con los ojos del mundo:
avefrías de nevado ensamblaje, sonrosadas langostas
de párpados cerámicos.
Un sol enajenado hunde su diente de oro.
Con so hocico tozudo deja el beso cobrizo.
Se ilumina el cabello de maíz navegante
con finura de joya; oro de brillo en tránsito.
Las cerezas quemadas de los labios turísticos
en las blancas cadencies sin rumor de las caras
Son adorno costoso; son rubíes de los vientos.
Cicatriz en los labios: paraíso en el gesto.

Nos envuelve en su trino de farina candente,
la luz clara de marzo. Ya sera en el crepúsculo
emulsión de violetas y más tarde, uvas pardas.

Caminamos . . . Caminan . . .
Ellos, recién nacidos de mi sol y su juego.
Yo, esencia despiadada de mi sombra y mi viento;
plata bruñida irguiéndose.
Ellos, llenando el sueño de pececillos diáfanos
y azules cornamentas. Yo, fatigada paja,
sueño con problemática sin total definido . . .
Los miro desfilar, pisan mi sobra de galleta cuadrada.

Marigloria Palma


Versos de cada día

Quisiera desgranar sobre tus ojos
el ramaje salvaje de unos versos,
oh tú que te marchaste entre el polvo del polvo,
por las inmensidades de una gran muerte anónima!

Tarde desvencijada, gris como los ratones.
Lejanísimo fuego de un sol desventurado;
viejo lucero negro.
Tarde de tu holocausto , sol chamuscado,
fue la siniestra tarde en que cayeron
sobre la arena tonta
las mejores estrellas de tu sangre.

Lejano y tumultuoso y tremolante
grito de tu desierto.
Hoy te recuerdo amigo, en mi rincón del trópico;
hoy que reviso cosas inmediatas,
que ando alrededor mío como mi propio perro,
en esta hora caliente sin caricia ni llanto.

Del café, de su humo, se emancipa tu nombre
en esta enorme América joven y caderuda
con su alma de oro y su cuerpo de cobre.
Te diría tantas cosas, pero estás muerto, amigo...

Como ofrenda a tu nombre va este blando poema
hecho con las corolas de mi brisa boricua...
Para ti las espuelas de hermosísimos gallos,
su plumaje de fuego , su desprecio a la vida.

Para ti hermoso amigo de los gestos magnánimos
todo este río encendido de sol despellejado;
su violencia de oro, esa antorcha maestra
y ese gran mar azul disolviendo sus pétalos
para hacer otro lirio, otro lirio ambicioso
para ti, más perfecto, esta tarde de enero.

Marigloria Palma







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