La cigarra

Amor del sol, mi origen es divino;
embelesado Sócrates me oía;
delicias era de la Grecia un día;
me habló Virgilio en verso peregrino.

Cantar, amar, morir es mi destino.
Yo de la ciencia gaya en la porfía,
el premio soy que el trovador ansía.
Canto la siesta en odorante pino.

Soy la cigarra; en el tendido llano
nací de junio en el calor primero,
alma del trigo y su fecundo grano;

y enamorada de la luz espero,
la encendida mañana del verano,
y canto el sol y cuando canto muero.

Miguel Sánchez Pesquera



La estrella de la tarde

Ya estás allí, cual fúlgido diamante
en la frente del cielo, anunciadora
del descanso y la paz que el alma implora
y del amor heraldo vigilante.

Ya estás allí, fantástica y brillante,
como en piélago azul dorada prora,
y la razón que tu destino ignora,
torna hacia ti su esfuerzo vacilante.

Virgen, empero, tú de humana duda
y exenta de terrígenos temores
vas del espacio en la encantada vía,

y de la noche profetisa muda
alumbras con tus pálidos fulgores
el sonreír del moribundo día.

Miguel Sánchez Pesquera



Plus ultra

Cuando la inspiración fecunda y crea,
y viste forma y ritmo al pensamiento,
enamorada de su propio aliento,
en su labor celeste se recrea.

Mas el tiempo destruye la alta idea
de su amor propio y de su vano intento;
que no puede expresar humano acento
cuanto la mente indómita desea.

Desgana el verso inspírame y no encanto,
y tedio ya, del corazón prescrito,
el soñado ideal que amara tanto;

y con desgana y tedio de lo escrito,
el alma llena de mortal quebranto
la sed de lo perfecto y infinito.

Miguel Sánchez Pesquera















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