"La noche que siguió (al temporal), por lo tenebrosa y rapidez de las corrientes, desconcertó a los nautas, aun a los más serenos. Entre todos esos peligros escuchamos los horribles alaridos de las sirenas, que primero eran como gritos de dolor y luego de risa y carcajadas, tal y como si desde sus castillos nos insultasen."

Carta escrita por el cruzado Osborne
Traducción de Jesús Evaristo Casariego
Tomada del libro Hadas de Jesús Callejo Cabo, página 87

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