A falta

A falta de la luz, venga la llama.
Venga la llama, sí, que nos consuma
en tronco que se tuerce y se rezuma;
a falta de la flor, venga la rama.

A falta del trinar, venga la trama.
Nada que asome, no, todo de bruma.
Nadie que sume, no, nadie que asuma;
sólo el aroma, sí, sólo la fama.

Si a falta de querer vamos quedando,
a falta de surgir vamos surgiendo,
y a falta de creer, vamos creando.

A falta de rayar, vamos royendo,
a falta de caber, vamos cavando,
y a falta de vivir, vamos muriendo.

Luis López Álvarez


Batalla de Villalar

Ya apunta en el horizonte,
ya aparece Villalar.
Los soldades comuneros
salieron del lodazal.
Van corriendo por las eras
hasta las casas llegar
e instalando alli las piezas
comienzan a disparar.

Ya llegan los imperiales,
encima les tienen ya,
ya apresan a Maldonado,
ya comienzan a avanzar.
Padilla picando espuelas
lanza al aire, ¡Libertad!

Poco a poco caen sus hombres
heridos o muertos ya.
A Juan Bravo espada en puño,
le acaban de apresar,
poco a poco caen sus hombres
heridos o muertos ya.

Anochece ya en los campos,
sólo se oye el gritar
de comuneros heridos,
que acaban de rematara.

No tardan mucho los nobles
en pronunciar su sentencia:
Juan de Padilla y Juan Bravo
que paguen con sus cabezas,
y Francisco Maldonado
por vida quede en la celda.
Mas las tropas le reclaman
de un Maldonado cabeza,
y a Francisco Maldonado
le arrancarán en oferta.

Luis López Álvarez


Carlos I condena a Los Comuneros

El otoño va avanzando
y las jornadas abrevian,
Adriano y su Consejo
han declarado la guerra.
Los días son más cortos,
las noches son más luengas,
los surcos ya removidos
están esperando siembra.
Para lograr distinguirse
hombres de la misma tierra,
se cosen cruz blanca al pecho
los que van por la realeza,
cruz roja de rebeldía
es la insignia comunera.
¡Que todas las cruces blancas
rojas de sangre se vuelvan!
El dieciséis de febrero
en Burgos de madrugada
entre faroles y cirios
un cadalso se levanta.
Unos frailes atraviesan
la vecindad congregada,
suenan trompas y tambores,
la voz de un pregón se alza:
"Que sepan todos los pueblos
de los mis reinos de España,
que en uso de mi poder,
al que nadie menoscaba,
más absoluto y real
que antes de que estallara
la rebelión de que sufren
las ciudades castellanas,
condeno, sin enjuiciarles,
y con sentencia inmediata,
doscientos cuarenta y nueve
Comuneros de más talla.
A morir si son seglares
y, si clérigos, que salgan
de los conventos e iglesias
perdiendo cuanto les valga.
Firmado en Worms, vuestro Rey,
Carlos Primero de España".
Al acabarse el pregón
mil murmullos se levantan.
Viva Padilla alguien grita,
nadie su voz sofocara,
que amapola comunera
en todo el trigal se ampara.

Luis López Álvarez


Ley de Tordesillas

En Tordesillas convocan
la Santa Junta del Reino.
Las ciudades hermanadas
envían los mensajeros
que en la Junta representen
los que acudir no pudieron.
De todos los oficios salen
los que bregar por el pueblo.

De Avila llega un pelaire,
de Burgos un cerrajero,
de Palencia un alguacil
ha traído su consenso.
A Salamanca se escucha
por la voz de un pellejero,
por Medina un tundidor
y por León un herrero.

En Tordesillas promulgan
una ley de mucho aliento:
Que en el futuro a los grandes
se les quite del gobierno,
qu no guarden fortalezas
que no cuenten con guerreros,
que tiranias pasadas
no puedan volver con ellos,
que cuadrillas y parroquias
ejecuten lo dispuesto,
que los vecinos se acerquen
para prestar juramento.

La lucha larga ha de ser
por la libertad del Reino;
que no fuera libertad
la que los reyes le dieron,
que libertad concedida
no es libertad sino fuero.

Igualdad en el pechar
para el futuro queremos,
que se den mejores tratos
a los indios de este reino,
que nada se dé a los jueces
si bienes hay en un pleito,
y se libere a la Reina
de su vivir en encierro.

Luis López Álvarez



Quema de Mora

La guerra se va extendiendo,
larga la lucha será.
Un ejército imperial
a Mora tiene cercada.
La ciudad guardia silencio,
se diría abandonada.
Con Zúñiga a la cabeza
los imperiales avanzan.
«Os rendiréis los de Mora
o Mora será arrasada».
La artillería real
logra quebrar la muralla,
aguantan los defensores,
hacen frente a las mesnadas.
Luchando calle por calle,
luchando casa por casa,
van muriendo en el combate
o en el suelo se desangran.
Los imperiales se adentran,
ya la iglesia está cercada.
¿Quién se refugia en la iglesia
huyendo a nuestra venganza?
Son mujeres y son niños
o son los viejos sin armas.
Si son mujeres o niños
o si son viejos sin armas,
Comuneros son también
y morirán sin que salgan.
Los reales prenden fuego
la iglesia ya está incendiada.
Tres mil mujeres y niños
y viejos que están sin armas
se quemarán en la iglesia
sin poderla abandonarla.
En silencio queda Mora,
¡cómo crepitan las llamas!

Luis López Álvarez






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