A la lenta caída de la tarde

A la lenta caída de la tarde
amar la vida largamente es todo
el oficio del hombre que respira.
Alzar la mano y detener el cielo.
Destino de la luz, nunca te acabes.

Luis Feria


A una muchacha

Si alguien sabe qué puede destruir a la muerte,
qué puede cercenar su mano vengativa,
venga ahora y lo diga cuando estamos a tiempo
de rechazar su fuego que cada vez se aumenta.

Si alguien supiera detener al tiempo
lo diga en este instante.

Cuando toque tu piel el daño no hay remedio;
será como el aceite que se extiende
y no puede volver al vaso donde estuvo.

Donde vivió la rosa vivirá para siempre
una raíz callada.
Donde el rumor de guijas por el río
silbará sólo el aire llorando por los huesos.

Que nadie escuche el ruido de lo que se destruye
si nada puede hacer por evitar la ruina.
Mejor venga la muerte y te corte de un tajo
y te transplante así donde nadie te vea
que no este grano a grano deshacer tu hermosura.

Luis Feria


El poema

Llamadlo sólo agua
libre
de todo inútil nombre pasajero.

Dejad luego que siga
su lento respirar ensimismado.

Luis Feria



El poema

Ramo de sangre, arpón en todo el pecho, lengua que propiciaba el corazón voraz. Su estirpe apasionada nos arrojó a la vida; no se someten ni el amor ni el mar.

Rosa fiel que el tiempo no ha secado, mayor que el celo, no menor que el vacío, sudor o sangre, o vida, o tierra, o muerte; nunca nos faltes; el hueco de tu ausencia huele a miedo.

Luis Feria


Las palabras

Las palabras están vivas, y por lo
tanto traicionan; lo que expresan
hoy como verdadero y puro, ma-
ñana es falso y está muerto.
L. CERNUDA

Acaso no debiéramos escribir nunca más
sobre una página
pues las palabras son
mayores que la vida
y como a ellas tendríamos
que sostenerlas con el brazo
hasta que llegue el día que el cansancio lo
doble.

Las palabras son siempre más anchas que los labios,
mayores que la ausencia y que la infamia.
Tal vez debamos siempre escribir en los aires,
que el sol en los caminos las incendie un momento
y las vuelva a la nada,
al silencio
y al polvo,
las integre a la noche
y a su germen,
intocables y puras como una antorcha viva.

Luis Feria


No me alcanza la vida para pensar la muerte

No me alcanza la vida para pensar la muerte.
Se me queda en las manos respirando asustada
lo mismo que en la noche el corazón del monte
oye caer el rayo
mas no puede medir cuánto le duele al cielo,
qué soledad la suya cuando se precipita
y se apaga su incendio igual que muere el toro en mitad de la tarde.
Si bastara el instante en que fuimos felices,
si su medida fuera suficiente,
podríamos dejarlo iluminando el reino
como un cardo que arde al borde del silencio y de los días.

Saco la mano ahora hacia la lluvia:
me resbala en el agua todo lo que ya he sido.

Luis Feria



Poeta anónimo

No sé quién eras; puede que yo mismo;
fui plural una vez.
Al leerme me leo;
en la rueda del tiempo vuelvo a ser.

Luis Feria









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