A un suicida en una piscina

No mueras más
Oye una sinfonía para banda
Volverás a amarte cuando escuches
Diez trombones
Con su añil claridad
Entre la noche
No mueras
Entreteje con su añil claridad
Por lo que Dios más ame
Sal de las aguas
Sécate
Contémplate en el espejo
En el cual te ahogabas
Quédate en el tercer planeta
Tan sólo conocido
Por tener unos seres bellísimos
Que emiten sonidos con el cuello
Esa unión entre el cuerpo
Y los ensueños
Y con máquinas ingenuas
Que se llevan a los labios
O acarician con las manos
Arte purísimo
Llamado música
No mueras más
Con su añil claridad.

Luis Guillermo Hernández Camarero



Au die freude / Oda a la alegría

El cielo tiene varios
Momentos
El momento azul
Cuando no hay
Ni una nube
Y los cuerpos
Bajo el sol
Corren
Se secan
Compran bebidas
Dulces
Como el océano
A través de las cuales
Puedes ver
Un mundo rojo whisky
Sobre las rocas
O cerveza helada S/.15
O algún licor
Que se recuerda
Lejanamente
Bajo un farol
Yuyos anémonas
Hidras asfódelos
Y risas arena
Esparcida
Sobre la playa
Es un horizonte sereno

Luis Guillermo Hernández Camarero


Canto cuarto

Reposando en el cuenco de la luna
Y con los ojos tan lejos
Que se diría
hierba de los lagos;
Y sobre ti, nieve dulce que los años pacen:
El terror de este canto
O su ternura oculta entre el follaje
Como la boca de un venado.
Sobre ánforas muertas y sepultos espinos,
La rama del corazón es posible
Y se alza y te toca, impalpable caricia
A través de tu pecho desleído.
Y luego el viaje en tren
Y aquella dama lánguida
Sonriendo veloz a telégrafos y búhos:
'Dennis, Dennis, tú no estás,
Pero las yeguas paren.'

La espina del Sol,
Desde el reloj de piedra,
No los ojos primeros tasajea
Sino cegadas máscaras, memoria
De lo no vivido, fruto insomne
Que antecede a la semilla.

Luis Guillermo Hernández Camarero



Canto primero

Digamos que eres un muchacho,
Acaso el que tallara
La sortija del durazno,
Pensemos que ella fue creciendo en tu dedo
Hasta hacerse lejana como un astro.

Digamos que eres un muchacho
Que juega en una nave de piedra
Al abordaje.
Pensemos que atrapaste tu vejez
Con unos garfios,
Inútilmente.

Inútilmente dibujaste sobre tu cuerpo
Al vagabundo cruel
De las islas aladas:
Sin deseo, sin prisa, sin belleza,
Eres solo en la noche del espacio.

Luis Guillermo Hernández Camarero



Dedicatoria

A todos los prófugos del mundo, a quienes quisieron
contemplar el mundo,
a los prófugos y a los físicos puros, a las teorías
restringidas y a la generalizada.
A todas las cervezas junto al mar.
A todos los que , en el fondo, tiemblan al ver un guardia.
A los que aman a pesar de su dolor y el dolor que el
tiempo hace florecer en el alma.

Luis Guillermo Hernández Camarero


Dicen que soy

Dicen que soy
Un soñador que sueña
Y otros dirán de mí

Adiós: me iré
A algún otro lugar

Y si la Melancolía
Me alcanza
Y si la Melancolía
Me alcanza

Me cubriré del agua
De la mar y ya no he
Más de morir

Y ya no he más

Luis Guillermo Hernández Camarero



Habiendo robado

Habiendo robado
la lluvia de tu jardín
y tocado tu cuerpo
me duermo
No se culpe a nadie
de mi sueño

Luis Guillermo Hernández Camarero



Las constelaciones (1965)

Bendíceme pues, tú, ojo tranquilo,
Que sin envidia puedes ver
Una dicha demasiado grande.
Federico Nietzsche

I

Los signos del Zodiaco

Géminis

Es extraña nuestra canción. Es demasiado triste y antiguo lo que cantamos. Nuestra canción no nos pertenece. Y si se nos oye en las noches en las ferias, es porque no somos ajenos al cansancio y la gloria, porque la paz que encontramos alcanzará a cubrir por un día el deseo.

Hemos llamado en nuestra ayuda a la fatiga. Hemos subido los muros. Hemos dejado en casa al hermano, al mismo hermano que guarda —quizás sea que volvamos— el gastado cuaderno de sus labios.

Hemos ascendido los mares, uno a uno llegado. Y es que Nave, lo más Sur y vencido, nos aguarda. Y tal vez este juego que inventamos, este juego en que ardemos confundidos, ha venido de sus manos a las nuestras.

Y en nuestro corazón, que jamás fue duro, es poniente ahora. Porque pese a que fuimos simples e inalcanzables, hemos sobrevivido al hermano. Lo hemos dejado, ciego y amargo, en sus viajes no emprendidos: sólo trazos de los dedos silenciosos sobre el mapa.

Aries

Tomamos de la Estación que muere
Los despojos.
Tomamos los añicos lucientes
Del Verano.
Con ellos en la tarde, heridores del Estío,
Entretejemos
El recuerdo pacífico y cruel
Del aire helado.

Scorpio

Hacia furia este camino:
Esta calle bajo luna, bajo áspera luna,
Sin esquinas. Los prestigios del agua
Que nos muestra sus lentos pilares derruidos.
Algo recordarás aquí de la canción de la tierra,
De la música girante de la esfera.
Algo recordarás de la majestad de los días perdidos,
De los días atados en las manos, como cintas:
Esto es lo que en la noche se acompaña.
Inimitable es esta melodía:
Hacia estanque las tardes que bebimos en las calmas
oleosas.
Hacia furia conduce esta canción.

Aunque el dulce Noviembre
Nos derribe en estrellas,
Elevados.

Piscis

Es el Sur quien nos lleva y nos olvida
Hacia el alba postrera. Sus presagios,
Aprendidos sin miedo en las estrellas,
Son tan sólo la forma como el agua
Centelleante ha llegado.

Acuario

Jugador de tenis de una noche
Al regreso, Acuario, constelado.
Yo no sé si esa prisa que alcanzaste
En tu duro golpear en la fatiga
Tenga un término de paz o de deseo.

Sueña, Acuario, caído en los espacios,
Todo pleno en tu mudo parecer, en tus heridas
Errante, confundido, entregado
Al Oscuro y al cansancio.

Sin embargo a nosotros nos es dado
Nunca a tu forma llegar,
Nunca un lugar en tu juego
Entre luces crecidas en alambres.
Los gimnasios del mar son esta brisa,
Estos peces extraños: pobres signos del agua
Que en su ascenso a la dicha se han perdido.

Virgo

Tú debiste estar
Cuando sol y espiga.
Agosto era un mes tan simple.

Agosto es el mes más simple.
Yo soy ahora quien sueña,
Quien dobla lentamente
En las esquinas.

Tauro

Qué antiguas estirpes del dolor
Vivieron en tus entrañas, toro.
Toro formado a imagen
De mi insomnio.
De qué ocultos guariques, como humo
Surgió tu alma: crótalo negro,
Toro entre banderas.
Crótalo en la selva de la arena dorada.

Si creado contemplo tu amargura,
Tu alma, toro,
Se torna en mi celeste compañero:
Tuyas son como mías
Las fugaces visiones
De esta tierra.

Luis Guillermo Hernández Camarero



Que es lo que ellos

Que es lo que ellos
saben del amor
y qué es lo que
ellos pueden comprender
Si no comprenden más
La Poesía que es
si no entienden la
Música, qué podrán
comprender de ésta
pasión comparada
la cual es la rosa
grosera y la violeta
tan sólo un trueno

Luis Guillermo Hernández Camarero


Si veo ante mí descender

Si veo ante mí, descender
¿O ascender?
Los ríos, flores del sol,
Las luces del Estadio
En medio de la bruma
En medio de la bruma
Sueño con la neblina
El humo el océano
Las rosas elevándose
En el áspera rama
Del estante umbrío
Del estanque claro
En Lima mi esbelta
Mi ciudad donde tu cuerpo
Mi ciudad donde tu alma
Y juntos y bebiendo
Los refrescos de la niebla
Viendo atardecer
Junto a la mar gigantesco
Que ha dejado
En el muelle cristalino
Donde anduve ...
De algo me hablas
Pero el estruendo de tu corazón
Te oculta

Luis Guillermo Hernández Camarero


Solitarios son los actos
Del poeta: Como aquellos
Del Amor
Y de la Muerte.

Luis Hernández Camarero














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