A una flor inodora

De que sirve bella flor,
que ostentes tanta belleza,
si falta a tu gentileza
el perfume embriagador?

Si la brisa que al vergel
acaricia juguetona
de ti no lleva el aroma
como de rosa o clavel?

Creyendo aspirar olores
se acercan a ti las aves;
mas no hallan perfumes suaves,
solo tus bellos colores.

Y se alejan, y a otra flor
humilde, pero aromada,
la avecilla enamorada
da sus cantares de amor.

Eres tu, inodora flor,
como la joven hermosa,
de faz de nieve y de rosa,
de aire dulce y seductor
que, ufana con su hermosura,
lo mas precioso descuida:
la virtud, bien de la vida,
perfume de una alma pura.

Lucila Estrada de Pérez


Mi destino es sufrir

¿Por qué aun en medio del placer yo siento
Profunda pena y amargura tanta
Cuando todo sonríe, todo encanta
Mi triste corazón sufre un tormento.

Tal vez sonrío aparentando calma,
Cuando el dolor me hiere y me devora;
Y es que oculta mi risa engañadora
El infinito padecer de mi alma.

Como la débil flor que combatida
Por el fiero aquilón dobla su tallo,
Así el pesar agostará mi vida,
Y cumplirá de mi suerte el fallo.

Cuando al impulso del dolor sucumba
Y a las altas regiones mi alma llegue,
No habrá una amiga que con llanto riegue,
La humilde losa de mi helada tumba.

Lucila Estrada de Pérez









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