A una mejilla blanca

Lento el carmín, cayó de su mejilla.
Ya se apagó ese pétalo de fuego.
Ya no es la sangre más desasosiego
que el de saberse quieta y amarilla.

Aquella de antes, ágil y sencilla,
es esta dura realidad de luego.
Jugó la rosa a terminar. Yo juego
a lamentar su lenta maravilla.

Ahora todo es igual de diferente:
la llamarán como antes la llamaban,
la olvidarán inolvidablemente...

En un principio fue lo que se acaba.
Sigue siendo lo mismo. Solamente
que ya no está una rosa donde estaba.

Javier de Bengoechea


Beso

Aquel clavel que abrió tu llamarada...
Aquella inolvidable quemadura...
Aquella doble y única locura,
¡ay!, maravilla fue, mas será nada.

Recordaré el clamor de tu mirada.
Recordará tu voz mi mordedura,
mas se deshojará mi dentadura
sobre el otoño de mi boca helada.

Ese beso me pesa gravemente.
Ha de caer a tierra por mi peso,
pero puedo y te amo todavía.

Y en los alrededores de mi frente
tendrá la maravilla de aquel beso
su consulado de melancolía.

Javier de Bengoechea



Digo tu nombre: España…
España, España, España,
y una vez, y otra, y otra,
toquemos a rebato
para que Dios nos oiga.

Javier de Bengoechea


Epitafio

Dos perfiles, son dos, en el inerte
yacer del afilado caballero,
pero un solo perfil, el verdadero,
haciendo la moneda de su muerte.
              
Moneda del vivir -azar y suerte-
ya jugó su caer triste y austero,
y ahí está el amante más sincero
esperando un amor que lo despierte.
              
Ya en línea y trazos fieles se resume
su enérgico morir tan delicado,
de amante que en olvidos se consume.
              
Qué fragancia de besos que no ha dado.
Oh valeroso y único perfume.
Oh, el morir en olor de enamorado.

Javier de Bengoechea


"La poesía social era heroica en aquellos tiempos. La sinceridad era vista con recelo. Yo sentía la causa, pero no la forma de hacer poesía."

Javier de Bengoechea


Muchacha

Esa boca después, esa burbuja
de una sangre que hoy hierve alborotada...
Esos ojos después, esa mirada
que ha incendiado al clavel, y lo dibuja...

Y el corazón después, que hoy late y puja...
La mariposa de su vida... Nada...
Después la muerte, digo, despiadada,
la clavará a la nada con su aguja.

Esa boca, esa voz... Aquel invento
de clavar mariposas al olvido,
es así de feroz como lo cuento.

Y contaré lo hermosa que hayas sido,
que parecías tú, que fue un momento,
muchacha fría ya y sin parecido.

Javier de Bengoechea



Nada

También en los supuestos de la nada,
el amor se presiente en la querella
de una futura creación: doncella
sabiéndose fecunda, recreada.

Antes de ser mi vida inaugurada,
fui barro enamorado de una huella,
de un talle vegetal, de alguna estrella...
Yo estoy hecho de tierra enamorada.

Y enamorado estoy de ti, y sustento
este amor enraizado y presentido
más allá de la vida y el momento.

Enamorado sin haber nacido,
y ahora tan muerto y nada, que presiento
la tierra enamorada que ya he sido.

Javier de Bengoechea



Seguramente 

Seguramente tú porque tú eres
una nube que pasa, un puro río,
y yo tengo una sed, y un cielo frío,
seguramente como tú prefieres.

Como los quieres tú, como los hieres,
seguramente es cierto que te ansío,
y es todo cierto, sí, ¿ verdad, bien mío?
seguramente, cuando tú me quieres.

Cuando en mi vida -río- te derramas,
seguramente sé -adiós torrente-
que alguien me ha de olvidar. Y tú me llamas,

y me has de amar apasionadamente.
¿Y quién me ha de olvidar, si tú me amas?
Seguramente, tú, seguramente.

  Javier de Bengoechea



Seguro otoño

¿Qué será del amor, cuando estas manos
que acariciaron, vivas, la belleza,
no sean más que hierba en la maleza
de la muerte y la nada?... Gestos vanos

con que mi muerte avise a los humanos
que la vida termina cuando empieza...
Oh aquella breve y cálida pereza
con que toqué sus frutos más lozanos.

Esas caricias son pecado grave.
Pero hombre impertinente soy, lo sabe
el corazón, notario de mis besos.

La carne en flor aún, y en esperanza...
Y la tormenta de la muerte avanza
a punto ya de deshojar mis huesos.

Javier de Bengoechea


Vida

Yo no sé ya si soy, ni sé si era
el hombre que no amaba, ni si he sido
sin amor, como un muerto que ha vivido
esperando nacer cuando se muera.

No sé si estaba en mí, si estaba fuera,
ni de dónde ni cómo me ha venido,
pero sé que está aquí, que me ha nacido
la muerte de vivir porque te quiera.

Oh muerte en el amor, oh vida nueva,
oh moribunda flor definitiva
que el ritmo de mi pulso me comprueba.

Oh vida de esta muerte decisiva
que yo sé que me arrastra, que me lleva,
que llevaré esta muerte mientras viva.

Javier de Bengoechea











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