Abajo

Abajo el ruido hueco de la música externa
que hace de la noble función un ejercicio de infantería,
con soldados de plomo inamovible
bueno para muchachos.

Desatemos las sogas tirantes de los metros
que amarran a un sonsonete de batracio
la augural orquestación del pensamiento,
y el consonante, insecto de élitro zumbón,
piquémosle a una caja de coleópteros.

Toda esa música de hojalata:
dijes, camafeos, relicarios,
joyas labradas de tocador,
cuentas de negra congolesa,
toda esa pacotilla inverosímil
de vieja quincalla literaria,
dejémosla en Venecia o en Roma,
o en la penumbra anticuaria de los museos
o en el secreter de madame Pompadour.

Abajo la luna, terrón podrido y muerto,
que reventó de romanticismo y pusilánime
el sistema nervioso del siglo XVII;
abajo el sol, ese clown borracho y apoplético,
que se pasa todo el día haciendo las mismas maromas
en el trapecio del infinito;
abajo el cielo todo con nubes y estrellas decorativas
y tramoya constante de teatro melodramático;
abajo todo lo fijo, que traza órbitas inalterables
y sedentariamente se consume de viejo sin dar un grito.

Muera la pose teatral del escritor concienzudo
de largas y congestivas cerebraciones;
muera la lógica, esa vieja miope,
que no ve más allá de sus narices de bruja;
muera el verso gomoso y florido
como una señorita en traje de baile;
muerte para todo lo lento, destilado,
limado, corregido, cerebrado,
todo ese atrezo descomunal y lentejueleante,
que hace de la verdad una bailarina
o una plebeya cantadora de couplets.

Haremos el cielo nuevo con el humo de las chimeneas;
crearemos la música nueva con el estruendo de las fábricas;
daremos la actividad, constante y múltiple, sin leyes;
y transformaremos la carroza académica del arte
en un automóvil de carrera que corra parejas con la vida.

Con manos de albañiles, de carpinteros o de cargadores de muelle
pulsaremos el grande instrumento resonante
que barrerá con el ímpetu de sus reacias armonías
la débil voz melódica de la ópera italiana.
Nuestras manos quiebran la vieja flauta panida
como una frágil caña, y bajo nuestras botas
aplastamos la huerta clerical
de la asmática cofradía literaria.

Poetas, yo os invito al Canto Nuevo
en esta hora whitmaniana y comunista…
Hora del dirigible que enciende su cigarro en el relámpago,
y del aeroplano colgado como una mosca de las nubes,
y del submarino que desflora la pubertad del abismo,
y de la locomotora, puñetazo al horizonte,
y del australiano y del chino,
y de la flapper y el cocktail,
y del jazzband y el cowboy,
y del andrajo y la lepra,
y de los estómagos vacíos.

Loemos la belleza parca de lo útil:
¡oh lecho de sábanas limpias!
¡Oh almohada acogedora que me pasas tus plumas
como dedos de niño por la cabeza desvelada!
¡Oh ducha matinal que me arañas dulcemente
como una gata mimosa!
¡Oh truck que llenas las aldeas de harina!
¡Oh bisturí que me has cortado la apéndice!

Estrofa masculina, brutal, demoledora,
como un hombre arrancando una piedra del camino,
que trasude el hedor de los torsos sudados
que colman las estivas de los buques
y revientan montañas.

El cañón alemán que rompió a París
vuelva harto de pólvora revolucionaria
y barra este montón afeitado y melódico
de gotosos y astenios,
que se asusta como un gallinero de parroquia
cuando pasa resoplando un automóvil de carretera.

Luis Palés Matos


Canciones de la vida media

Ahora vamos de nuevo a cantar alma mía;
a cantar sin palabras.
Desnúdate de imágenes y poda extensamente
tus viñas de hojarasca.

No adulteres el mosto que hierve en tus lagares
con esencias extrañas,
y así, te dará un vino sencillo pero puro,
porque es vino de casa.

Anda el viejo camino para que se te vea
la intención noble y clara,
y huye de las retóricas travesuras ingenuas
que inquietaron tu infancia.

Ya eres vieja, alma mía. Árbol que entra en la zona
de la vida mediada.
Como fruta madura te cuelga el sentimiento
de la rama más alta.

Rama de bella fronda que perfumó al canto,
ahora se ve pelada…
Para cuajar el fruto tuvieron que caerse
las hojas de la rama.

Así estás, alma mía, en tu grave hora nueva,
toda desnuda y blanca,
erguida hacia el silencio milenario y profundo
de la estrella lejana.

Luis Palés Matos


"Cuando no hay Luna, el cielo estrellado del páramo es un espectáculo anonadante."

Luis Palés Matos



Danza negra

Calabó y bambú.
Bambú y calabó.
El Gran Cocoroco dice: tu-cu-tú.
La Gran Cocoroca dice: to-co-tó.
Es el sol de hierro que arde en Tombuctú.
Es la danza negra de Fernando Poo.
El cerdo en el fango gruñe: pru-pru-prú.
El sapo en la charca sueña: cro-cro-cró.
Calabó y bambú.
Bambú y calabó.

Rompen los junjunes en furiosa u.
Los gongos trepidan con profunda o.
Es la raza negra que ondulando va
en el ritmo gordo del mariyandá.
Llegan los botucos a la fiesta ya.
Danza que te danza la negra se da.

Calabó y bambú.
Bambú y calabó.
El Gran Cocoroco dice: tu-cu-tú.
La Gran Cocoroca dice: to-co-tó.

Pasan tierras rojas, islas de betún:
Haití, Martinica, Congo, Camerún;
las papiamentosas antillas del ron
y las patualesas islas del volcán,
que en el grave son
del canto se dan.

Calabó y bambú.
Bambú y calabó.
Es el sol de hierro que arde en Tombuctú.
Es la danza negra de Fernando Poo.
El alma africana que vibrando está
en el ritmo gordo del mariyandá.

Calabó y bambú.
Bambú y calabó.
El Gran Cocoroco dice: tu-cu-tú.
La Gran Cocoroca dice: to-co-tó.

Luis Palés Matos


Dilema

Contigo estoy perdido, contigo estoy salvado.
Eres gozo y tormento, sentencia y redención.
Por ti desciendo al vórtice llameante del pecado,
por ti alcanzo la gracia divina del perdón.

Arcángel o demonio, me tienes condenado
a este vivir de muerte que arrastra el corazón.
Pasas –soplo del cielo– por mi amor angustiado,
y me quemas la sangre como una maldición.

Tu voluntad me ha hecho mendigo o potentado.
Júbilo y desaliento pones en mi canción.
Soy, en tus manos crueles, el burlador burlado,

y en el torvo dilema que afronta mi pasión,
te amo, con el más negro odio desesperado,
te odio, con las más clara y limpia adoración.

Luis Palés Matos


"El alma del poeta se funde con el ambiente de su tierra proyectando sobre él su íntima aridez, su cansancio, su tedio."

Luis Palés Matos



El beso

El champagne de la tarde sedativa
embriagó la montaña y el abismo,
de una sedosidad de misticismo,
y de una opalescencia compasiva.

Hundiste el puñal zarco de tu altiva
mirada en mis adentros, y el lirismo
cundió mi alma de romanticismo:
rodó la gema de la estrofa viva.

Entonces gimió el cisne de mi ansia,
por el remanso lleno de arrogancia
de tus ojos nostálgicos y sabios;

y la dorada abeja del deseo,
en su errante y sutil revoloteo
buscó el clavel sangriento de tus labios.

Luis Palés Matos


“El elemento afrohispánico constituye el verdadero móvil de la poesía antillana.”

Luis Palés Matos



El llamado

Me llaman desde allá…
larga voz de hoja seca,
mano fugaz de nube
que en el aire de otoño se dispersa.
Por arriba el llamado
tira de mí con tenue hilo de estrella,
abajo, el agua en tránsito,
con sollozo de espuma entre la niebla.
Ha tiempo oigo las voces
y descubro las señas.

Hoy recuerdo: es un día venturoso
de cielo despejado y clara tierra;
golondrinas erráticas
el camino azul puntean.
Estoy frente a la mar y en lontananza
se va perdiendo el ala de una vela;
va yéndose, esfumándose,
y yo también me voy borrando en ella.
Y cuando al fin retorno
por un leve resquicio de conciencia,
¡cuán lejos ya me encuentro de mí mismo!
¡qué mundo más extraño me rodea!

Ahora, dormida junto a mí reposa
mi amor sobre la hierba.
El seno palpitante
sube y baja tranquilo en la marea
del ímpetu calmado que diluye
espectrales añiles en su ojera.
Miro esa dulce fábrica rendida,
cuerpo de trampa y presa
cuyo ritmo esencial como jugando
manufactura la caricia aérea
el arrullo narcótico y el beso
-víspera ardiente de gozosa queja-
y me digo: Ya todo ha terminado…
Mas de pronto, despierta,
y allá en el negro hondón de sus pupilas
que son un despedirse y una ausencia,
algo me invita a su remota margen
y dulcemente sin querer me lleva.

Me llaman desde allá…
Mi nave aparejada está dispuesta,
a su redor, en grumos de silencio,
sordamente coagula la tiniebla.
Un mar hueco, sin peces,
agua vacía y negra
sin vena de fulgor que la penetre
ni pisada de brisa que la mueva.
Fondo inmóvil de sombra,
límite gris de piedra…
¡Oh soledad, que a fuerza de andar sola
se siente de sí misma compañera!

Emisario solícito que vienes
con oculto mensaje hasta mi puerta,
sé lo que te propones
y no me engaña tu misión secreta;
me llaman desde allá
pero el amor dormido aquí en la hierba
es bello todavía
y un júbilo de sol baña la tierra.
¡Déjeme tu implacable poderío
una hora, un minuto más con ella!

Luis Palés Matos


Fantasía

Bajo la pedrería de la noche estrellada,
borracho en el zafiro de un desmayo amoroso,
sueño en las pupilas morunas de mi amada
que habita en un castillo lejano y misterioso.

Nos amamos de lejos, pues un dragón rabioso
cuida los movimientos de mi novia encantada,
y ella, sin abatirse por su destino odioso,
hila místicamente tranquila y resignada.

¿La fuga? Será noche, cuando la primavera
vierta su cornucopia de luz en la pradera
y suene del convento la romántica esquila,

cuando mi amada anónima, que ni una queja exhala,
concluya, con sus dedos delicados, la escala
que hace tiempo en la rueca de su silencio hila. 

Luis Palés Matos




Frontis

Lector, vas a beber en una fuente,
donde al bajar el labio y la mirada,
encontrarás tu imagen retratada
en la seda de su onda transparente;

vas a beber el agua de un torrente
hecha de Todo y en resumen Nada,
que sabe de la estrella inmaculada
y de la sima negra y atrayente…

Ese es mi verso; profundiza un poco.
No compadezcas mi dolor, si loco
te lanza entre la sombra su saeta;

sigue, a tientas quizás: Jasón perdido,
y toparás al cabo sorprendido,
el vellocino de oro del poeta.

Luis Palés Matos




Guayamesa

Suave como los tallos del papiro,
con una vaga irradiación de fresa
es tu talle de egipcia, en el que admiro
toda la majestad de una princesa.

El ensueño y el mar, en el zafiro
de tus ojos, se tiñen Guayamesa;
y como turquesino es el suspiro,
en tus ojos se baña de turquesa.

Cabellera auroral y frente blanca
donde el pudor alguna vez se estanca...
cuando tu cabellera rizos llueve.

Al caer en tu frente ese tesoro,
urde un desborde de flamante oro
sobre un albino témpano de nieve.

Luis Palés Matos



“La forma poética carece de importancia. Lo esencial es que dentro de esa forma palpite la llama viva de un espíritu fuerte y expansivo.”

Luis Palés Matos


"La realidad sin el sueño no es vida."

Luis Palés Matos




"Los antillanos no somos hispánicos; somos españoles con manera de mulato y alma de negro."

Luis Palés Matos


Neurosis

Yo no sé si soy sonámbulo o neurótico;
siento algos en el alma, y no son míos...
El ambiente me sofoca, como a exótico
en un pueblo enteramente de judíos.

Vivo en ml y no comprendo; hormigueos
van abriendo filtraciones de erotismo
en mi pecho, y un enjambre de deseos
mancha ci cisne de mi estricto misticismo.

Poco a poco de mi juicio van comiendo
y un volcán de efervescencia promoviendo
al tocar de mis recuerdos el tropel;

que se agitan como cuervos plutonianos,
como duendes, como brujas, como enanos
del imperio revoltoso de Luzbel.

Luis Palés Matos



“Núcleo racial que con nosotros se ha mezclado noblemente y que, por lo fecundo, lo fuerte y vivo de su naturaleza, ha impreso rasgos inconfundibles en nuestra psicología, dándole precisamente, su verdadero carácter antillano. Me refiero al negro. Una poesía antillana que excluya ese poderoso elemento me parece casi imposible.”

Luis Palés Matos



Pueblo

¡Piedad, Señor, piedad para mi pobre pueblo
donde mi pobre gente se morirá de nada!
Aquel viejo notario que se pasa los días
en su mínima y lenta preocupación de rata;
este alcalde adiposo de grande abdomen vacuo
chapotando en su vida tal como en una salsa (...)
la fría y atrofiante modorra del domingo
jugando en los casinos con billar y barajas;
todo, todo el rebaño tedioso de estas vidas
en este pueblo viejo donde no ocurre nada,
todo esto se muere, se cae, se desmorona,
a fuerza de ser cómodo y de estar a sus anchas.
¡Piedad, Señor, piedad para mi pobre pueblo!
Sobre estas almas simples, desata algún canalla
que contra el agua muerta de sus vidas arroje
la piedra redentora de una insólita hazaña (...)
¡Piedad, Señor, piedad para mi pobre pueblo
donde mi pobre gente se morirá de nada!

Luis Palés Matos


"Puerto Rico, patria mía, la de blancos almendrares..."

Luis Palés Matos



Yo adoro

Yo adoro a una mujer meditabunda
de larga y ondulosa cabellera,
que va agrandando el surco de su ojera
con el riego de llanto que la inunda.

Esta blanca sonámbula, ¿qué espera?
¿De qué novela trágica y profunda
ama el protagonista que circunda
de amor su joven alma lastimera?

Yo adoro esta obstinada soñadora.
La realidad en ella se colora
con una novelesca fantasía;

y la adoro sin prisa ni demencia,
con una suave y mística paciencia
¡porque yo sé que nunca será mía!

Luis Palés Matos














No hay comentarios: