Caballos de agua

Tus labios terrenales,
Han encendido de la noche su furia.
Silabas carnales tallando al amor,
Sobre el lecho pagano que arde por tu boca.
Y en las hojas desconocidas del barro sagrado,
Puñales de plata van quemando mi alma.
Hebra sutil del amor,
Atando los vientos en el lamento herido de un poema inconcluso.
Temblor de lluvia, tu cintura,
Como caballos de agua sobre mi corazón,
En el incendio de un lirio nocturno.
Estirpe de reinas, sombra encendida, asustada muchedumbre,
Grito desnudo bajo la cordillera de tu piel.
Aliento virgen de tus besos, como lebreles nocturnos,
Desmantelando inviernos a la sombra de antiguas soledades.

Jaro Godoy


El gran poema invisible
He desnudado todas las mañanas buscando aquel poema,
Que al ser partido en dos guardara tu nombre en su sombra,
He despojado a la primavera de su trono,
Soñando encontrar el polen con el que nacen tus besos.

He buscado en el ojo gitano de la noche y el deseo,
El cabalgar herido de tus sueños,
Y he cruzado las aguas azules de la muerte y el pecado,
Buscando para ti el gran poema invisible.

Aquel que embruja tus labios y desparrama por tu cuerpo,
El enjambre asesino de siete muchedumbres en celo,
Y desnuda un baile inmortal de manzanas,
En las trompetas moribundas de un sediento mar.

He disfrazado los dioses en el callejón perdido de mis palabras,
Y en el cementerio de poemas sutiles, he bailado ebrio,
Conjurando mi locura a penetrar los encantos encendidos de tú sed,
Para desojar tu mirada en el madero indio que arde en el tiempo.

Rota la luna en diamantes,
Me he quedado con la piel del más bravo guerrero de la oscuridad,
Para ofrendarte en el fuego salvaje de su odio más preciado,
El gran poema invisible,
Que entre palabras de agua se escribía por tu alma.

Jaro Godoy


Giros misteriosos

Recorro trémulo tus calles para detenerme en la esquina de tu noche,
Desorientado pregunto a los duendes que reniegan de su tormento,
Si la ciega luz que sale de tu desnudez, podrá con este silencio,
Molinos de fuego que empujan mi alma.

Vagan las estrellas un negro carnaval sin destino,
Baila la muerte en el centro cerrando sus ventanas,
Llora la ausencia de su amado en la mañana triste,
Mientras sus lagrimas dan de beber su recién nacida locura.

Se agitan los vuelos de mi nostalgia entre vahos de confusión,
Enredan tus alas el camino de mil palabras,
La princesa del miedo preside su gran acto,
Y brotan por los ríos del corazón las semillas del padre dolor.

Giros misteriosos en las gargantas de las plazas, en las narices del otoño,
En los barcos abandonados, en las trincheras del amor,
En los altares de la lluvia, en las catedrales de la noche.
Las begonias bailan joviales en los ojos del cisne,
Cuando los traficantes del olvido degollan las sombras de la luna.

Dos vírgenes fantasmas le arrancan la piel al amanecer,
Con trajes de nicotina intentan vestir su soledad.

Mas las musas atormentadas del poeta han borrado el camino,
En ceremonial murmullo parten al velorio del muerto ruiseñor.

En su bajel de batalla navegan con un ángel dormido,
Inmóvil y aturdido llora en la proa su pagano corazón,
Mientras muerde el alma a pedazos un vuelo de quimera,
De la ciudad de los sueños la desesperanza despabila sus mariposas.

Jaro Godoy


La rosa galena

Bajo la dulce sombra, la rosa galena tiembla,
guardan sus ojos el miedo robado a las nietas del deseo,
burbujea sus contratiempos la pasión de la lluvia,
como el violín asustado del santo ruiseñor.

Señora de las tormentas bajo tus dulces manos,
se estremecen los barcos ebrios del poeta,
estrella enterrada, pulida con tu aliento,
como la tristeza de un deseo,
que ha perdido su alma.

Mariposas imperiales de un trono de agua,
corren desesperadas por la noche,
gritando tu nombre anadiamantado,
susurrando apenas al amor,
como una primavera que aun no ha sido traicionada.

Almendro virginal en el eco solitario del mar,
encendido silencio en el idioma floral
de una canción extraviada por un ángel ebrio.

Nocturna rosa galena,
desde los astilleros del invierno se escucha la voz,
el amor sólo es una respuesta, con demasiadas preguntas.

Jaro Godoy












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