Cartas sobre la mesa

Las cartas están sobre la mesa.
A un extremo un hombre palpa espadas,
su tersura se recrea en reyes
y oros y bastos de inconfundible grandeza.

Busca abolir la penumbra
con el diamante de un deseo.

A otro extremo de la partida
siempre juega una mujer
que tiene el corazón de un as
y en el sueño
una vastedad de trébol.

Juegan a sabiendas de que este juego
hace tiempo enterró al azar un día.

Jan Martínez



Daguerrotipo

Se sentó en el banco.
Cruzó las piernas,
la derecha sobre la izquierda
porque el zapato siniestro
tenía un pequeño agujero
que no era justo malograra la foto.

Miró el lente,
mientras un airecillo de grandeza
soplaba débil bajo la alameda.
Arregló su sombrero despacio
inclinándolo hacia oriente levemente.
Bajo la módica sombra
que daba el ala
tomó el dorso gris de su rostro,
le dio varios golpecitos
como quien desempolva una tristeza,
como quien adereza un dolor,
hasta darle la esbelta forma
de nevado acontecimiento
que tiene una sonrisa.

Jan Martínez


De Minuto de Silencio
(1977)

Pensar que te han visto
tantos ojos
llenos de miradas malogradas
y que tu traje
está lleno de gentes
y de terrenos baldíos
donde traes mundos anochecidos
y calles cuajadas de arrecifes
donde no juegan los niños
ni los pájaros
comen migas de pan.
Sólo las muchedumbres
se revuelven,
se diluyen
en su lucha de lanzas
y palabras afiladas.
Sólo tu traje
me recuerda que soy
parte del cosmos
con su caravana de átomos
es como un puente
de seda mágica
como un adefesio cruel
que las gentes dejaron en ti.
Pero cuando mis manos
derriban tu piel primaria
vienes a formar parte
de otro universo
de albas de miel
y mediodías acompañados
las noches son un revólver continuo
de ondas genitales
donde soñamos
y arrebatamos al mundo
niños quiméricos.
Sólo me inquieta tu traje.
----
Cuántos han nacido en esa misma cama,
en ese mismo hospital
en que una tarde de mayo
de mi madre la figura antigua torné.
Tanto nacimiento,
tanto crepúsculo invertido
en el mismo ámbito,
que sin ser alba,
somos la luz con la sombra a cuestas;
y tener que ir a morir a lugares distintos
sin una madre que nos dé a luz la muerte.
-----
No quiero la tranquilidad inútil de las iglesias
donde el odio no gesticula su canto
ni la docilidad del agua transparente,
olvidada, donde nunca una imagen
ni siquiera una sombra viste su desnudez,
no quiero la serenidad del libro abierto
y la luz del cuarto.
Sólo quiero mi diario pedazo de angustia
abordando con sus garfios
todos los costados de mi existencia.

Jan Martínez


Diario de vivir

La calle de mi casa
sólo sirve para mi balcón
porque en la calle de mi casa
suceden cosas
que adentro se olvidan.
El balcón y la acera
sirven de archivo
para la bilis de la ciudad.
Por eso el balcón de mi casa
no sonríe:
tiene la boca llena de caries.

Jan Martínez



El árbol

Cuando llegaron sus verdugos
lo encontraron florecido
con ademán de vientre,
golpeáronlo despiadadamente
en su amoroso verde
y él de vez en cuando
soltaba un pájaro o gemía
                           mariposas.
Nadie lloró cuando alargó
sus raíces, acariciando
                        aún con vida
la tierra cercana.
Y por el pasillo angosto,
a él, que era alto y ancho,
sacáronlo en tandas.
Sólo sus arterias sollozaron
cuando una brisa pasajera
le desarmó las últimas ramas.

Jan Martínez



"Leo mucho. Todos los días que puedo. Los que me conocen saben que esto lo digo con la mayor humildad, no por demostrar erudiciones que no poseo y que al igual que Borges me enorgullezco más de lo que he leído que de lo que he escrito."

Jan Martínez


Minuto de silencio

Minuto de silencio.
Hacia las sombras,
el hombre mira desde un caracol
con cien órbitas en la boca.
Anida un ansia de siglos
en el diluvio de las flores.
Minuto de silencio.
Las palabras callan
y son casi átomos
de una dimensión destrenzada.
Una mujer con piel
de sombras anchas
persigue los sexos,
con diez banderas rítmicas apretadas al vientre.
Minuto de silencio.
Murciélagos de luz,
desmadejan los cristales, en filamentos de ternura.
Minuto de silencio.
Cómo decir que pienso
cuando un momento casi rojo,
casi abanico de ausencia presente
me rompe en humo los ojos.
Minuto de silencio.
De un túnel inmenso
surge la luz, cosmos de alas
pegadas al centro del dolor.
Minuto de silencio roto
se oye el llanto,
hay una muerte,
naciendo en un ser nuevo

Jan Martínez



No quiero la tranquilidad inútil de las iglesias
donde el odio no gesticula su canto
ni la docilidad del agua transparente,
olvidada, donde nunca una imagen
ni siquiera una sombra viste su desnudez,
no quiero la serenidad del libro abierto
y la luz del cuarto.
Sólo quiero mi diario pedazo de angustia
abordando con sus garfios
todos los costados de mi existencia.

Jan Martínez


País

No creas país que te debo lo que siento
tú me debes lo que no me haces sentir
y hasta por ti a veces siento lo que no debo.

Jan Martínez


Pregunta a Houdini

¿Y ahora cómo podrás escapar
de las estatuas
que los hombres te erigieron?

Jan Martínez



Quiromancia

Fui a que me leyeran la mano
encontraron muy corta
mi línea de vida.
Vieron raras enfermedades,
trágicos sucesos en el tiempo.
Despavorido corrí a casa
tomé una navaja
y extendí al infinito
la maldita línea.

Jan Martínez


"Sobre la muerte no puedo decir casi nada en prosa- Creo que en estos momentos casi nadie puede decir algo que valga la pena en prosa en el género del ensayo filosófico, o la llamada escritura sapiencial de la que hablara Harold Bloom-. Es un tema tan obsesionante y misterioso que mis explicaciones o mis intentos de explicármela se encuentran en mis libros de poesía .Esto no quiere decir que haya triunfado en el intento pues sé muy bien que lo que enfrentamos con la muerte en última instancia es sufrirla en el mejor de la casos y en otras, los más iluminados experimentarla como una liberación. Nadie puede decir a la muerte, ella es quien siempre nos dicta las pautas, sin embargo es en el lenguaje de la lírica en el único que puedo acercarme a este vasto misterio. Por eso fue que los dioses en todas las tradiciones esotéricas le hablaron al hombre en poesía. Por eso le pido al lector interesado que mire estos textos donde podrá encontrar mis asombros ante este hecho tan particular de la muerte. Desde otra perspectiva en relación a la muerte yo me resigno a perder mi vida por ley natural, pero no me resigno a la idea de que la muerte pueda triunfar sobre la vida pues entiendo que toda aceptación de la muerte en esos términos implica más que una resignación un cansancio de la vida."

Jan Martínez



"Suelo escribir a computadora y en papel y tinta. Con tinta y papel de una manera particular ya que escribo sobre agendas de esas que regalan en las navidades con fechas y calendarios. Es decir que escribo sobre lo ya escrito en las mismas sin importarme si los versos caen o no sobre la tipografía de la agenda. O en libretas atractivas de buen papel que invitan a escribir y que luego repletas de apuntes, versos, poemas, dibujos, guardo en mi biblioteca y me sirven para mirar a través de los años, las maneras de mi escritura, los cambios de ruta, como pensaba en esos momentos, entre otras cosas propias del oficio. Son muy útiles estos manuscritos para los ejercicios de la memoria y para ver la génesis de lo escrito. En ocasiones me atrae más escribir con tinta y papel ya que encuentro un regusto particular en este medio con el que puedo divagar haciendo dibujos o salirme del texto para hacer anotaciones en los márgenes y otras cosas. Luego paso estos poemas a la computadora y corrijo. Corrijo mucho y edito más.
El poema termina en ocasiones siendo un trasunto del primer manuscrito. Luego a los poemas se les da un descanso vuelven a ser retomados y si la suerte conspira se publican. Para escribir necesito silencio y soledad. Muchas veces en las altas horas de la noche me levanto y trazo unas líneas que luego edito y comienza a surgir el poema. Siempre camino con una agenda o una libreta y en mi oficina en la universidad en ocasiones escribo algunos versos e incluso poemas completos. Solo necesito estar aislado lo más posible. Me gusta escribir en espacios cerrados donde la intimidad del enclaustramiento me ayude a concentrarme en la idea, en lo que voy a escribir. Así como que me siento protegido. Pero también puedo escribir ante la inmensidad de un paisaje. Lo acostumbro hacer cuando me escapo al campo. Aquí es otra la dinámica. El paisaje me invita y la poesía se transforma. Aparece la naturaleza. Cuando vivía en Nueva York el invierno era la más propicia de la estaciones porque imponía el encierro y yo amaba esa soledad, allí escribí Dibujos de fuego que fue primer premio del certamen de la Casa cultural Dominicana que tenía un certamen para poetas latinoamericanos residentes en Nueva York. Ese año el premio sorpresivamente quedó en el Caribe ya que el primer premio fue a mi puertorriqueño el segundo un cubano y el tercero a un dominicano. También escribí en Nueva York muchos de los poemas de Jardín."

Jan Martínez
















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