"Así pues, es a Bohemia, a la Bohemia de Jan Hus —mucho después, pero el recuerdo es vívido y las ideas siguen su camino—, adonde llega Thomas Müntzer, el recalcitrante. Durante veinticinco años, el pueblo rebelde se había alzado frente a los ejércitos europeos coaligados; durante veinticinco años, habían sido husitas, taboritas, fanáticos de toda laya. Dieciocho mil hombres habían perecido en la batalla de Lipany. Durante veinticinco años habían rechazado el Purgatorio, revocado los pecados mortales, repudiado la monarquía en aras del único reino de Dios. Incluso habían reivindicado el fin del Estado y el reparto de todos los bienes. En ese punto estaban.
Y Thomas Müntzer, nada más llegar, redacta su Manifiesto de Praga. Y lo escribe en alemán, y lo manda traducir al checo. Müntzer recusa las discusiones entre sabios teólogos, le asquea el esoterismo. Apela a la opinión. Es uno de los rasgos de su grandeza. Las tesis más profundas exigen ser conocidas por todos.
Se expresa de manera impulsiva y desordenada, sigue el hilo ardiente de su deseo. Y tiene un deseo, Thomas Müntzer, y no es el mismo deseo que os hace cardenal y que os hace Thomas Müntzer. Algo terrible anida en él, lo sacude. Está airado. Quiere la piel de los poderosos, quiere cargarse la Iglesia, quiere destripar a esa panda de cerdos, pero puede que todavía no lo sepa; y, por el momento, se asfixia. Quiere acabar con esa pompa y ese lujo asqueroso. El vicio y la riqueza lo abruman, la combinación de ambas cosas lo abruma. Quiere infundir miedo. La diferencia entre Müntzer y Hus estriba en que Müntzer está sediento, tiene un hambre y una sed terribles, y nada puede saciarlo, nada puede apagar su sed; Müntzer devorará los huesos viejos, las ramas, las piedras, los lodos, la leche, la sangre, el fuego. Todo."

Éric Vuillard
La guerra de los pobres


"Cuando la literatura se vuelca hacia el pasado es señal de los problemas y trastornos de la época y del hecho de que es muy difícil leer lo que va a suceder. Algo así no ocurre cuando es posible leer el futuro, como por ejemplo durante la época de entreguerras, porque en el fondo el ascenso del fascismo era evidente, mucha gente cerró los ojos. Pero nuestra época es más turbia, más imprevisible. Creo que el pasado es un recurso. En nuestra época lo que nos interesa en primera fila se nos escapa. A fin de cuentas, nos dicen que vivimos en democracias, y es verdad en cierto sentido. Pero también es cierto que cada vez más parece que hay muchas decisiones que se nos escapan porque se toman desde la lejanía o en circunstancias invisibles para nosotros, por ejemplo, las decisiones económicas estratégicas, que afectan a nuestra vida concreta, a los salarios, los alquileres, el precio de las mercancías…
El pasado es un recurso del escritor para poder rastrear ciertas claves que es imposible hallar en el presente»
La literatura, que en principio busca contar la realidad, choca contra unas realidades imposibles de superar. Entonces recurrimos a la ficción, pero la realidad no se puede satisfacer con la imaginación y como lector te frustras y prefieres leer lo que te cuenta un periodista de investigación que un novelista. Por eso para el escritor el recurso es el pasado, porque en el pasado hay huellas que nos pueden dar ciertas claves del presente. Por ejemplo, la reunión de los empresarios que relato en el libro. Gracias a los archivos de los Juicios de Núrembergy a otros documentos es posible reconstruir lo que los hombres de negocios y los políticos se dijeron a puerta cerrada. Ese día se trataba de negociar simplemente la rendición de la República."

Éric Vuillard


"El legado de la Revolución francesa es que puso voz a una verdad que por auténtica se hizo universal: todos nacemos libres e iguales."

Éric Vuillard



“Es hoy el momento de contar una historia colectiva como esta. En los últimos años, los pueblos de muchos países, de España a Egipto o Estados Unidos, reivindican el hecho de reunirse en las plazas, sin instigadores, sin cabecillas, no quieren ser representados. Lo que no significa que no pueda haber representantes del pueblo de calidad, pero sí demuestra que en este punto en el que estamos de profundidad democrática, cada cual piensa poder deliberar. En este momento no quiere delegar su soberanía. Y 14 de julio está escrito a la luz de este estado de subjetividad colectiva.”

Éric Vuillard


"Hoy en día todos venimos ya penetrados por la ideología, pero podemos defendernos de ella con lo que yo llamo una lectura sintomática, una mirada que intenta prestar atención a momentos muy sutiles y difíciles de nombrar que producen una molestia. Hay muchísimos ejemplos en el libro, pero uno es el que encierra las memorias del canciller austriaco Schuschnigg. Él mismo relata, como si fuera un hecho positivo por su parte, una estrategia, que durante su entrevista con Hitler en la que éste le obligaba a firmar la anexión de Austria, Schuschnigg, que había sido un dictador inflexible, se opone invocando el derecho constitucional, diciendo que la Constitución austriaca no le permite firmar este acuerdo. Cuando uno lee este fragmento se molesta, ocurre un síntoma. Si despegamos la frase del contexto, lo que escuchamos es que un dictador como Schuschnigg está, para defenderse, invocando el derecho constitucional que llevaba pisoteando varios años."

Éric Vuillard


"La base de los movimientos reivindicativos de hoy es que los principios democráticos, la libertad y la igualdad, han sido traicionados por sus representantes."

Éric Vuillard



"La literatura en general, en Francia, por ejemplo, desde la Revolución, está ligada a las ansias de emancipación, a la liberación de las ideas falsas. En cierta manera Los miserables de Victor Hugo funciona así al contar la trayectoria de cómo Fontine se convierte en prostituta. El relato de Hugo nos muestra cómo la prostitución es una trayectoria social y nos emancipa de la idea de que la prostitución sería algo consustancial a la persona. No se puede despreciar porque no es algo categórico que pertenezca al individuo. Desde este punto de vista, aunque haya componentes morales como en los libros de Faulkner, a ambos los une este movimiento emancipador. Mis libros se inscriben en este movimiento, no se trata de reprochar cosas a nadie, ni al lector, ni a mí mismo, se trata más bien de reflexionar sobre algo colectivo, la responsabilidad política individual."

Éric Vuillard


"La literatura en general, y con ella la historia, tiene por vocación principal, al contrario de lo que se puede pensar, no contarnos historias, es decir, mentiras, sino más bien desilusionarnos y ponernos en contacto con la realidad. En lugar de querer dormirnos con las historias, como hacemos con los niños, la literatura sirve para despertar. Ocurre algo así con William Faulkner en El ruido y la furia. Cuando abres ese libro te sientes perdido, tienes bruscamente la impresión de no saber quién habla. Pero poco a poco te acostumbras a su escritura y te das cuenta de que lo que hace Faulkner en realidad es restituirnos la subjetividad real. Es decir, por primera vez un novelista se ubica directamente en el interior de los personajes, suprime al narrador artificial y te coloca en una situación que es la de la vida, en la que no oyes todo lo que dice la gente ni entiendes todo lo que va pasando. De esta manera te despierta de la idea de ese narrador omnisciente que sabe todo lo que pasa en todas las mentes de los personajes. Así deberíamos ver la historia, como algo incompleto que debemos ir construyendo subjetivamente."

Éric Vuillard


"Ningún rayo de sol atravesará bruscamente su noche, ninguna sonrisa aflorará a la faz del espectro para alentarlo a cumplir su último deber. Ninguna frase digna de labrarse en mármol brotará de su boca. Ni una brizna de conmiseración, ni una chispa de luz, nada. Su cara no se inundará de lágrimas. Schuschnigg no es más que un jugador de cartas, un mísero calculador, incluso pareció creer en la sinceridad de su vecino alemán, en la lealtad de los acuerdos que, no obstante, acababan de imponerle mediante la extorsión. Se amedrenta un poco tarde; invoca a las diosas a las que escarneció, reivindica ridículos tratos en aras de una independencia ya muerta. No quiso enfrentarse a la verdad. Y ésta se presenta ahora ante él, muy cerca, horrible, inevitable. Esa verdad le escupe en la cara el secreto doloroso de sus compromisos.
Entonces, en un postrer gesto de ahogado, busca el apoyo de los sindicatos y del partido socialdemócrata, a sabiendas de que llevan cuatro años prohibidos. Así y todo, los socialistas arrostran el peligro y acceden a apoyarlo. Schuschnigg presenta de inmediato una propuesta de plebiscito sobre la independencia del país. Hitler está loco de rabia. El viernes 11 de marzo, a las cinco de la mañana, el criado de Schuschnigg lo despierta para vivir el que será el día más largo de su existencia. Pone los pies en el suelo. El parqué está frío. Se calza las pantuflas. Le anuncian amplias operaciones de las tropas alemanas. La frontera de Salzburgo está cerrada y se han interrumpido los transportes ferroviarios entre Alemania y Austria. Una culebra se desliza en las tinieblas. El cansancio de vivir es insoportable. De repente se siente muy viejo, espantosamente viejo; pero tendrá tiempo más que suficiente para meditar sobre todo ello, cumplirá siete años de cárcel bajo el Tercer Reich, y dispondrá de siete años para preguntarse si actuó bien al fundar antaño su grupito católico paramilitar, siete años para averiguar lo que es realmente católico y lo que no lo es, con el fin de separar la luz de las cenizas."

Éric Vuillard
El orden del día



"No es el pasado el que ilumina el presente, como muchos afirman, sino que es desde el presente desde donde arrojamos luz hacia el pasado para comprenderlo y asimilarlo mejor. Precisamente porque aún está vivo, sino sería sólo una colección de acontecimientos. En cuanto a los paralelismos populares, creo que uno de los puntos clave es que era un pueblo heterogéneo. No se levantó en armas un grupo, una clase social, una profesión… No podemos definir estrictamente al pueblo del 14 de julio igual que hoy en día tampoco podemos hacerlo con el que protagoniza las manifestaciones de los chalecos amarillos. La geometría social de los chalecos amarillos es variable, y creo que esta es una de las garantías o de las posibilidades que permiten el nacimiento de un sujeto político, como ocurrió en la Revolución.
Pero además de la heterogeneidad hay más. “Muerte a los ricos” era el principal grito de guerra de una multitud en cuyo seno acuciaban el paro, el elevado coste de la vida derivado de una hiperinflada deuda nacional y una flagrante injusticia social. Problemas todos que ni eran nuevos entonces ni lo son hoy en día, cuando nos suenan muy actuales. “Todo esto pertenece a un amplísimo movimiento que recorre la historia desde siempre hasta nuestros días, el movimiento emancipador, que está ligado al hecho de que las personas soportan mal las desigualdades”, explica Vuillard, que asegura que “cuanto más fuerte es la jerarquía y más desigualdad hay, cuando el abismo entre dirigentes y pueblo es más vertiginoso se desencadenan sucesos contingentes que hacen cristalizar el descontento popular en revueltas, levantamientos, revoluciones…”. En este mapa, la Revolución francesa es un episodio de muy alta intensidad y dentro de ella el 14 de julio es un momento de explosiva efusividad. Sin embargo, como razona el escritor, “esto se da cada cierto tiempo porque no podemos rebelarnos continuamente, se necesita paz y estabilidad para trabajar, tener hijos, vivir…”."

Éric Vuillard


"No hay historia objetiva. Hay hechos, por supuesto, archivos y documentos, y es positivo que exista todo eso. Pero en realidad, sabemos que podemos leerlo de muchas formas. Todo está sujeto a la interpretación en función de la posición que se ocupa. Y, de hecho, no hay saber que no requiera zanjar los hechos, recomponerlos, opinar sobre ellos y tomar una posición. Es consustancial al saber, e incluso es eso el saber. Por ejemplo, otro legado de la Revolución está ligado a esto y es el de la literatura, que está muy relacionada con la historia y la política. La Revolución modificó el estatus de la literatura y de los escritores y permitió que algo que antes era un producto de ocio para las clases aristocráticas se transformara en obras colectivas escritas desde el pueblo y para el pueblo. Así Corneille dio paso a Balzac, a Zola, a Victor Hugo…, escritores que comienzan a hablar de las masas desheredadas, del colectivo de la población. Fue otro paso clave en el movimiento emancipador."

Éric Vuillard











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