Definición

También hay un silencio enamorado.
Existe entre las cosas. Existe entre nosotros.
En un patio con luz hipnotizada
(las dos del día) yendo hacia septiembre.

En el suspiro misericordioso
del pecho de un enfermo.

En lo que hablan en voz baja los amantes:
cuando callan
y no se oye ni pasar el viento,
silencio enamorado.

Silencio enamorado
el que dejan las horas del reloj
cuando verbera el toque entre suspiros.

Silencio enamorado el que azotan
las alas de un ave pinariega
si entre agüero y agüero de su canto agreste
penetran las aristas resinosas
de callar un perfume.
De callar... y volver el aroma
como un dicho suertudo.

Luis Cañizal de la Fuente



Empujar a la niebla con la vista

Empujar a la niebla con la vista
por la cara del lago
era empujar la vida y conjurarla
para que, en vez de desplomarse en una nada,
dé la vuelta en redondo de sí misma
y que la tarde se convierta en día
igual que la canicie inmensa de la barba
deviene espuma con la juventud.

Luis Cañizal de la Fuente


"La hora todavía
se dejaba tocar en la cabeza.
Qué descanso: estar vivo
era seguir durmiendo."

Luis Cañizal de la Fuente


Periódico

No quiero ver más fotos de estropicios de guerra,
sino, a lo sumo, lo que les ha hecho el temporal
a los troncos de pino:
mandarlos crecer en bucle,
dejarlos astillados hasta media cepa
para que giman cautelosamente al acercarme
y pueda yo mecerme sobre tal cautela;
descuajarlos para que aromen a tierra humanitaria;
tronchar un fuste para que perfume
en forma de cabeza tonsurada,
un olor hemisférico a trasquileo humano.
En vez de ramas, sus sombras con que ceñir la carretera
para que vaya pulsando humanamente hacia lo lejos.
Contar la mitología metamórfica
del raigón de pino que era torso humano
y confundido fue por la divinidad
en escamosa grupa de marino monstruo
que ladraba a los pinos.

(Acabado el relato,
sueltan todos a una la leyenda
-dígase cabellera-
y me sellan el juicio largamente
con bufanda de ovas. Inefable.)

Luis Cañizal de la Fuente












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