El gato

En lapenumbra se desliza el gato.
Crece la sombra de fantasma solo.
Corre detrás de un ilusorio bolo,
se amodorra en la cueva del zapato.

Brilla el ojo pirata en el retrato
con el delirio de inocente dolo.
Lo cautiva la pausa del gladiolo
en el jarrón. (La luna, sin boato,

circula en el tejado; es una tea
de cal y miel mojando la azotea).
Ronronea su vida libre y fatua:

ya se diluye en patio de azulejos,
ya ñoño se refleja en sus reflejos
o tirita su miedo ante una estatua.

Luis Ricardo Furlan


El perplejo

Sujeto entre dos siglos, atestigua
la insolidaridad de la manada,
la mano rota, dura la quijada,
el rey de copas con la dama antigua.

Tierra del corazón, isla contigua
del barrabás y el cojo, mascarada,
antes música, luego la asonada,
lejos del cielo con su voz exigua.

Contempla la muralla imaginaria,
busca el portal del alba planetaria
y ayuna en la pobreza el vano ingenio.

Condenado al ritual de la dudanza
-esperar, esperando la esperanza-,
homo perplexus, entra en su milenio.

Luis Ricardo Furlan


Retrato del lector cansado

Discreta claridad de la lectura,
capítulo a capítulo. Molienda,
grano tras grano, el molinero aprenda:
letra más letra, traman la escritura.

Opaco es el instante. En la ranura,
el haz de sombra liba la prebenda
del silencio licuado en la calenda,
el ventanal y la cortina oscura.

Deja el libro, la página plegada,
subrayada una frase afortunada
("larga la muerte para vida breve"),

las fatigadas gafas, el ocaso,
la dentadura naufraga en el vaso,
y apaga el velador. Afuera, llueve.

Luis Ricardo Furlan














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