"Es un país tan dichoso,
el país en que alentamos,
que apenas si comentamos
algún asunto imperioso
por dos minutos siquiera,
ya crisis ministerial
o ataque de montoneras."

Leonidas Yerovi Douat



La golondrina

Como el ir y venir de las olas del mar,
así quisiera ser en el querer,
querer a una mujer para empezar,
querer a otra mujer para olvidar.

De la una y la otra compartir
de su boca fragante el dulzor
y después de la ronda repetir
y no saber jamás cuál es mejor.

Golondrina, golondrina de amor,
¿qué hay en tu anidar?
Partiste en un invierno tras el sol,
en nueva primavera aparecer.
Partiste en un invierno tras el sol
para olvidar.

Sergio Nicolás Leonidas Yerovi ?



Mandolinata

Titina, tina tontina,
la de la voz argentina
y el aliento de jazmín,
sal a tu ventana, ingrata,
y oye la mandolinata
que te doy en el jardín.

Oye la trova que roba
con su dulcísima coba
la calma del corazón;
descorre la celosía
y acoge, princesa mía,
los ecos de mi canción.

Soy el bardo decadente
de númen incandescente,
que ama sin saber a quién;
el de las japonerías
y ritmos y melodías
aprendidos a Rubén.

Con mi cantata nocturna
quiero perfumar la urna
sacra de tu corazón,
y aquí tengo en la petaca,
para incienso, mirra y laca
que me ha prestado Fiansón.

Tu cabello es blonda seda
tu pura frente remeda
blanca faja de marfil;
luminarias son tus ojos,
cerezas tus labios rojos,
de medallón tu perfil.

Tu seno es tibia almohada,
tu cintura una monada,
tu cutis es de surah:
tu cuerpo un jarrón de Sevres
modelado por orfebres
amigos de tu papá.

Dos almendras son tus manos;
no hay pie, entre los pies enanos,
más menudos que tu pie...
y eres, en fin, por belleza,
por frescura y gentileza
un botón de rosa té.

Titina, tina, tontina,
siendo, como eres divina,
siendo como eres, así,
¿Por qué no asomas , ingrata,
y no te fijas en mí?

¿Será cierto que hay un viejo
que por paternal consejo
tu viejo esposo será?
¿Es posible que te vendas?
¿Qué no aceptes más ofrendas
que las que el viejo te hará?

Titina, tina, eso es feo;
no es decente y no lo creo;
¡Venderte al mejor postor!...
Una señorita honrada
no debe acatar por nada
más ley que la del amor.

A tí lo que te hace falta
según a la vista salta
no es un viejo rico, no:
es un trovador amante,
es un poeta que cante
como un mirlo, como yo.

Es un bardo decadente
que te ame y que te alimente
el alma en primer lugar,
que los demás apetitos
sólo son prosaicos gritos
del estómago vulgar.

Medítalo, pues, tontina,
la de la voz argentina,
y el aliento de jazmín:
no desestimes ingrata,
la prudentísima lata
que te doy en el jardín.

Mas si no oyes mi consejo
y crees hallar en el viejo
por su dinero, tu bien,
¡Anda y que Luzbel te tiente
y que el viejo te reviente
y te dure un siglo! (Amén).

Leonidas Yerovi



Recóndita

Como un ir y venir de ola del mar,
así quisiera ser en el querer;
dejar a una mujer para volver;
volver a otra mujer para empezar.

Golondrina de amor en anidar,
huir en cada otoño del placer
y en cada primavera aparecer
con nuevas tibias alas que brindar.

Esta, aquella, la otra… Confundir
de tantas dulces bocas el sabor
y al terminar la ronda repetir.

Y no saber jamás cual es mejor…
y, siempre, olas de mar, ir a morir
en, sabe Dios que playa de la mar.

Leonidas Yerovi







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