II

Hombres, ¡a mí qué me importan
las espadas o los combates!
Yo sólo sigo a una estrella:
la del placer y la música.
En mí no confiéis,
pues soy de aquellos que rehúyen
encontronazos y embates.
Cuando veo el enemigo
salto sobre mi potrillo
con las riendas colocadas
por el lado de la cola.
No sé cómo es un arnés,
ni un broquel, ni un alfanje.
Todo mi afán es saber,
cuando sus guerras estallan,
por qué camino escapar.
Si de juergas se tratara,
de beber vino sin mácula
o de pasarme la noche
junto a vírgenes luciendo
sus vestidos de luto negro
me veríais con razón
como héroe de los árabes.

Abū Nuwās al-Hasan Ibn Hāni' al-Hakamī, o simplemente Abū Nuwās o Abu Novas



Los mil poemas

De joven, el poeta árabe Abu Nuwas le pidió permiso a su maestro para escribir un poema propio.

—Cómo no —dijo el maestro—. Pero antes debes aprenderte de memoria o conocer mil poemas.

Abu Nuwas fue a aprenderlos y a familiarizarse con ellos. Cuando volvió, largo tiempo después, durante días y días pasó la prueba de repetir o mostrar que conocía los mil poemas. Al cabo le preguntó a su maestro si podía escribir ya un poema propio.

—Cómo no —dijo el maestro—. Pero antes olvida los mil poemas.

Abu Novas


LXIV

¡Cántame, oh Sulaimán,
y llena de vino mi copa!
¿No ves que apareció al alba
bajo sus tenues velos?
Cuando te llegue la jarra 
agárrala y sírveme:
quiero que ella te distraiga
de la llamada del almuédano.
Sírveme el vino sin tregua,
a la vista de todo el mundo,
y hagamos como los de Sodoma.

Abu Novas


XCII

Busca refugio de Ramadán
en el buen vino de las tinajas.
Y entero pasa el mes de Shawal
entre orgías con las esclavas
y borracheras de par en par.
Shawal nos ofrece dones y bienes
y aún así un reproche merece:
pese a juergas y festines,
pese a dejar sueltas las riendas
de la pasión desenfrenada,
por ser de Ramadán el más cercano
no puede ser el mejor mes del año.

Abu Novas



XCIII

Qué mes, el Ramadán!
Ojalá estuviera lejos
para no estarte sufriendo.
Todo son loas para Shawal
y a ti te detestamos.
Te hemos aborrecido, miserable Ramadán,
Sin dudarlo te mataría si pudiera matar a un mes. 

Abu Novas




XXXII

Sé esquivo y avariento y a los aduares no hables:
sus ruinas, el saludo, no te han de devolver.
Maldice el cuervo de mal agüero de la separación.
Siéntate junto al narciso, deja atrás las espinas,
túmbate al lado del mirto, olvídate de las zarzas,
y por la mañana empieza a beber el vino.
¡Que ninguna prohibición te lo impida!
Quien combate los placeres que el vino acompaña
vive una extenuante vida de aflicción.

Abu Novas


XXXVI

¡Deja el viento del sur soplar sobre las ruinas
y que el destino destruya su tiempo de esplendor!
¡Deja el áspero desierto para que en él trote
el jinete montado en sus camellos y camellas!
En esas tierras sólo brotan arbustos espinosos
y las únicas piezas de caza son hienas y lobos.
No aprenderás de los árabes ningún modo de solaz
Porque su vida no es vida, su vida es un erial.
Déjales que ordeñen y beban cuanta leche quieran
puesto que son ajenos al exquisito y buen vivir.
Y si la leche se les cuaja, escupe en sus tazones,
no te sientas culpable, no será ningún pecado.
Mejor delicia que todo eso es un vino fresco
escanciado en ronda por un diestro copero.
Largo tiempo estuvo en el fondo del tonel
hirviendo sin que jamás una llama lo tocara.
Los murmullos del fermento semejaban
la lectura de un sacerdote ante la cruz.
Un muchacho te tiende la mano con la copa
y te habla con la voz de una gacela joven
criada por nodrizas que extremaron su educación.
¡A ti entrega sus riendas al sorber el vino,
para ti la embriaguez desata su cinturón!
Al acariciarlo te cautiva con sus encantos,
te vuelve loco, hace saltar tu corazón.
Emborrachado, alza su grupa con dificultad
y se menea como una palma bajo la túnica
caminando hacia ti, deshaciéndose en seducción.
Censora, ¡no te extiendas en tus reproches!
Quien de mi espera arrepentimiento desespera.
Me echas en cara mis pecados, ¿pero qué joven no peca?
Quiero vivir esta vida y no la de leche ordeñada
y tiendas desparramadas en medio de un vil desierto.
¡Compara esos yermos con el arco del palacio de Cosroes!
¿Se puede equiparar un hipódromo a un corral?
Te engañas creyendo que al insistir me reformaré.
¡Rásgate las vestiduras que no me arrepentiré!

Abu Novas
























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