A mi mujer en el jardín

Ayer, en silencio, trasplantaste lavanda
alrededor de una columna,
flores de leve color morado
y diseño de mitra humedecida,

aquí, en la nación librada
a su necrosis, amando
la tierra donde el robo de muertos
espera improbable piedad,

aquí, en nuestros arenales
ricos en fábulas, ausentes, héroes
de nombres vedados,

ayer, después de la escarcha, bajo
las cargadas nubes
que traen tu primavera.

Rodolfo Godino


Situación de los parientes

Con pocos o ningún aviso
ellos siguen moviéndose
produciendo agujeros en el futuro
y procesos de beatificación
hilvanados en veladas íntimas
después de las flores
y las coronas desarmadas.
(De esas conversaciones cruentas
se regresa sólo
en prodigios del sueño).
Descansen,
en lo posible, Luisa y Aldo
y Catalina, Teresa
y Margarita, descansen, no visiten,
no vuelvan a gargantas estrujadas
por desvalidos sobrevuelos.

Rodolfo Godino


Vuelta al Cono Sur

Jóvenes teros y pastos naturales
hace más de diez años que el rocío
cae sin distinguir entre cuerpos y ausentes.

¿Serán llamados por sus nombres
todos los que permanecen ocultos?
¿Qué revelarán, empapadas en la arcilla,
o profundas en el granito del país,
sus lenguas descamadas?
(Quizá la sangre ahogue al sistema
para que no vuelva a girar).

País o campo de enterramientos
retorno, aun conociendo tu locura,
a la edad en que los lagrimales
descargan juicios fundados:
acéptame
como a un hijo ciego.

Rodolfo Godino











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