A través de un olor

Décima
Donde en caballo de millo
jineteaba la ilusión.
En una Y griega del monte
y una piedra del camino
anda la muerte de un trino
registrando el horizonte.
¡Cómo me ha desalojado
la guardia rural del cielo!
¡En qué pozo tan profundo
se le cayó la sonrisa!

Indio Naborí



Abogado de toga verde olivo

En Cuba, los patronos tenían abogados,
y los obreros, no.
En aquellos embudos romanos con que el rico
nos dejaba lo estrecho, tomando lo mayor,
tenían abogados los terratenientes,
y los guajiros, no.
¡Hasta los bandoleros, hasta los criminales
tenían abogado defensor!
El pueblo, solo brazos clandestinos
y clandestina voz.
Un día Fidel Castro, como José Martí,
se quitó su muceta de doctor,
y se puso la toga del coraje

Indio Naborí


El alud

Décima
Llegaste, viejo turista,
todo empolvado de olvido
y te ha rejuvenecido
tu verde y azul conquista.
Ebria se quedó tu vista
de ceibas y palmas reales;
y entre los cañaverales
para siempre has enterrado
tu recuerdo constelado
de balcones medievales.

Jesús Orta Ruiz también conocido como "El Indio Naborí"



El amor

Amor es el Todo: es
el cuerpo eterno de un dios
que quiso partirse en dos
para juntarse después.
Donde una pareja ves
fundiendo sus voluntades,
no veas dos unidades
juntas por afinidad,
sino una sola unidad
uniendo sus dos mitades.

Amor no es pedir: es dar
la casa, el lecho, la mesa...
Es –según Santa Teresa–
la alegría de alegrar...
Ser feliz al escuchar
la risa de los felices,
ver los humanos deslices
con el perdón más profundo,
¡sentir que el tronco del mundo
tiene en nosotros raíces!

Para que con nuestra huella
se torne cristal el lodo,
hay que amar: amarlo todo,
desde el insecto a la estrella.
La fulminante centella
se hará un suave resplandor;
la espina se hará una flor,
el erial se hará una huerta,
cuando no quede una puerta
cerrada para el amor.

Indio Naborí



El tiempo no devora redentores

Estatua viva del metal más fuerte,
no pudiendo los monstruos de oro y cieno
matarte con la bala o el veneno,
quieren que el tiempo te condene a muerte.

Cuentan tus horas, les anima verte
blanca la barba de perfil de heleno;
y en la alta cumbre del pensar sereno
el brote de tus canas les divierte.

Los pueblos, sin embargo, te dan rosas,
poemas y canciones más por cosas
de cumplesueños que de cumpleaños,

pues la edad de los héroes y los genios

Indio Naborí



Fidel en Samarkanda

¡Oh, Samarkanda, vieja ciudad de Tamerlán!
Tú que viste la estampa de Alejandro Magno, dile a tu piedra más antigua
que no,   
que el visitante no es el mismo Alejandro.

Tiene los ojos vivos y el perfil aguileño,
la voz estremecida, poderosos los brazos,  
tiene el mismo valor del macedonio,  
pero no es Alejandro.

Tiene el cabello espeso en caracoles  
y cuando afirma el pie tiemblan hasta los astros.

Indio Naborí



La clave de lo eterno

Tiene forma de cráneo el firmamento
y todo está ordenado tan simétricamente,
tan familiar, que hay relaciones
entre la luna y la pleamar,
entre un grano de arena y un planeta lejano.
Las nebulosas
son el semen de Dios,
de donde nacen mundos;
y, de igual sustancia,
nacen la planta, el animal y el hombre.

Todo cohabita en tierra y cielo,
todo vence a la muerte
haciéndose el amor.

Indio Naborí



No me asusta morir...

No me asusta morir... Sólo lamento
no tener ojos para ver las cosas
que se transformarán: zarzas en rosas,
lobos en hombres, polvo en monumento.

No me asusta morir... Sólo lamento
ser sordo como el frío de las losas
cuando vengan las músicas gloriosas,
cuando una larga risa sea el viento.

Sólo lamento no tener mi tacto
cuando sea concreto el mundo abstracto
que en crisoles de sueño se moldea.

No me asusta morir... Sólo lamento
quedarme quieto cuando todo sea
la perfecta expresión del movimiento.

Indio Naborí




Primero de enero

¡PRIMERO DE ENERO!

Luminosamente surge la mañana…
¡Las sombras se han ido! Fulgura el lucero
de la redimida Bandera Cubana.

El aire se llena de alegres clamores,
se cruzan las almas saludos y besos,
y en todas !as tumbas de nobles caídos revientan las flores
y cantan los huesos.

Pasa un jubiloso ciclón de banderas
y de brazaletes de azabache y qrana,
mueve el entusiasmo balcones y aceras,
qrita desde el marco de cada ventana.

A la luz del día se abren las prisiones
y se abren los brazos: se abre la alegría
como roja rosa en los corazones
de madres enfermas de melancolía.

Jóvenes barbudos, rebeldes diamantes,
con trajes de olivo vienen de las lomas,
y por su dulzura, los héroes triunfantes
parecen armadas y bravas palomas.

Vienen vencedores del hambre y el frío
por el ojo alerta del campesinado
y el amparo abierto de cada bohío. . .
Vienen con un triunfo de fusil y orado.

Vienen con sonrisa de hermano y amigo,
vienen con pureza de vida rural,
vienen con las armas que al ciego enemigo
quitó el Ideal.

Vienen con el ansia del pueblo encendido,
vienen con el aire y el amanecer,
y, sencillamente, como el que ha cumplido
un simple deber.

No importa los días de guerra y desvelo,
no importa la cama
de piedra o de grama,
sin otra techumbre que ramas y cielo.

No importa el insecto, no importa la espina,
la sed consolada con parra del monte,
la lluvia, los vientos, la mano asesina
siempre amenazando en el horizonte.

¡Sólo importa Cuba, sólo importa el sueño
de cambiar la suerte!
!Oh, nuevo Soldado que no arruga el ceño,
ni viene asombrado de tutear la muerte!

Los niños lo miran pasar aguerrido
y piensan, crecidos por la admiración,
que ven un Rey Mago rejuvenecido
y con cinco días de anticipación.

Pasa fulgurante Camilo Cienfuegos,
alumbran su rostro cien fuegos de gloria
Pasan capitanes, curtidos labriegos
que vienen de arar en la Historia…

Con los invasores pasa el Che Guevara,
alma de Sarmiento que trepó el Turquino,
San Martín quemante sobre Santa Clara,
Maceo del Plata, Gómez argentino…

Pasan lindas reinas sin otras caronas
que su sacrificio: cubanas marciales,
gardenias que un día se hicieron leonas
al beso de Doña Mariana Grajales…

Ya entre los mambises del bravío Oriente,
sobre un mar de pueblo, resplandece un astro,
ya vemos la cálida frente,
el brazo pujante, la dulce sonrisa de Castro…

Lo sigue radiante su hermano Raúl,
y aplauden al pasar del Héroe ciudades quemadas,
ciudades heridas que serán curadas
y tendrán un cielo sereno y azul.

Fidel fidelísimo, retoño martiano,
asombro de América, Titán de la hazaña
que desde las cumbres quemó las espinas del llano
y ahora riega orquídeas, ¡flores de montaña!

Y esto que las hieles se volvieran miel,
se llama… ¡Fidel!
Y esto que la ortiga se hiciera clavel,
se llama. . . ¡Fidel!
Y esto que la Patria no sea un cuartel,
se llama. . . ¡Fidel!
Y esto que la bestia fuera derrotada por el bien del hombre,
esto que la sombra se volviera luz,
esto tiene un nombre, sólo tiene un nombre:
FIDEL CASTRO RUZ.

Indio Naborí














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