A una estrella

Sublime y pura y misteriosa estrella,
que, mi alma iluminando, resplandeces,
y del gozo eternal el bien me ofreces
con el dulce fulgor de tu luz bella:
tú, que mi llanto ves y mi querella,
¿por qué al dolor que te mostré, ensordeces?
¿Por qué en tu viva llama te oscureces,
cuando mi ardiente afán se fija en ella?
Deja ¡oh mi bien! que tu esplendor divino
torne a mi seno la perdida calma,
rompiendo el lazo a mi cruel destino.
Ciñe á mi frente de tu amor la palma:
que en tu luz y en tu aliento peregrino
su inextinguible sed aplaque el alma!

José Amador de los Ríos


A María

¿Qué es esto que hay en mí?... Si ayer mi pecho
tranquilo y libre de temor latía,
¿por qué hoy lleno de afán, lucha y porfía
prestando al corazón ámbito estrecho?...

¿Por qué, el alma suspensa, a mi despecho
a tí se vuelve y trémula te envía
el ¡ay! que agita la existencia mía,
y en llanto anega el solitario lecho?...

¿Es esto amor, María? Si en tu alma
este dulce gemir grato resuena,
concede a mi dolor la ansiada palma.

Mas si lo oyeres, a mi llanto ajena,
o tórname por Dios la antigua calma,
o déjame más bien, morir de pena.

José Amador de los Ríos


"En su seno guarda todos los recuerdos, todas las tradiciones de España; la fábula y la historia se disputan su nombre; los pueblos, la gloria de haber abierto los cimientos de sus muros."

José Amador de los Ríos



Gloria y amor

En insaciable sed de amor y gloria,
ardió mi pecho en juventud florida;
luché y la noble palma apetecida
puso en mis sienes la inmortal victoria.

Negra fue en cambio del amor la historia;
que el alma triste de su dardo herida,
una esperanza y mil lloró perdida,
en vez del oro hallando vil escoria.

La nieve empieza a coronar mi frente,
y encendido por ti, de amor abrigo
dentro del corazón volcán rugiente.

Gloria y amor gozar quiero contigo;
mas si la pura fe tu labio miente,
amor y gloria, cual Satán, maldigo.

José Amador de los Ríos


Recuerdos de Baena

Sobre una altura escarpada,
cuyo sólo aspecto admira,
por los años respetada,
una población alzada,
cual roca del mar, se mira.

Jardín de eterna verdura,
rico en fragancia y colores,
cerca en torno a aquella altura,
que ramillete figura,
tejido de hermosas flores.

Villa fuerte y fronteriza,
fue espanto y terror del moro;
y su vega fertiliza
un río, que se desliza
por entre arenas de oro (…).

Y allá en la cima, aún en pie,
de su castillo famoso,
que obra del árabe fue,
trocado en jardín el foso,
la fortaleza se ve (…).

Y cuentan las tradiciones,
que guardó cautivo, allí
en aquellos torreones,
como prez de sus varones,
al rey moro Boabdil (…)

José Amador de los Ríos y Serrano




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