Acción de gracias por el beso

Gracias, amor, de nuevo tu criatura
se inclina al vasallaje de tu peso.
Encadenado estoy, me tienes preso
entre la red sin par de tu hermosura.

Gracias, amor, por esta cosa pura
que a través de la carne te alza ileso.
poder la boca convertirse en beso
es ser el fruto sólo la dulzura.

No importa, amor, que el labio ante el abismo
del gozo haya quedado silencioso
si es casi el pasmo como el verso mismo.

Gracias, pues tu lenguaje me ha enseñado
que en el silencio todo es más hermoso
y lo callado es más que lo cantado.

Jorge Rojas



El Agua

Beso sin labio, novia en tu desvelo
Esperando una boca que te beba;
Y niña aún si un cántaro te lleva
Arrullada en los brazos bajo el cielo.

Llueve, y el mundo goza de tu vuelo;
Danza la espiga, ábrese la gleba
Y es más dulce cantar cuando se prueba
Tu líquido que sabe a nuestro suelo.

Saltando entre los juncos extraviada
En busca de la sed, corza ligera,
Has quedado en mi mano aprisionada.

No importa que quien te haga prisionera
Te dé su forma, corre alborozada
Persiguiendo tu forma verdadera.

Jorge Rojas


El amor

Estar nuestro querer
gozándose en sí mismo
al pasmo de un instante
no soñado. Vivido.

Sin pedir ni dar nada
ver mi fondo en tu fondo.
Ser objeto e imagen
como el agua del pozo.

Beatitud de lo cierto:
aquiescencia de Dios.
Nescencia de la duda:
presencia de tu amor.

 Jorge Rojas




Ella

Poma en sazón. Y el tallo estremecido
de la vida se alza tan ileso
que parece tan sólo el claro peso
de la luz el volumen florecido.

Nada más dulcemente sometido
que el aire a su existir, hay algo en eso,
como de pulpa prodigando el beso
de aroma su contorno diluido.

El aroma no es más que la distancia
entre la fruta y ella. Si muriera,
¿ya para qué el perfume? Sin fragancia,

¿para qué la manzana? Si pudiera
ella ocultar su cálida sustancia
el cuerpo de las frutas no existiera.

Jorge Rojas



"Estás allá y estás aquí conmigo
y lo sabemos sin saberlo cómo..."

Jorge Rojas


Sitio de sueño y vida

¡Devuélveme la estrella
donde nos encontrábamos!
La de los dos, aquella
con mordisquillos tiernos
de cielo entre las puntas,
que una noche inventamos.
Donde tú me esperabas
a las nueve, saltando
de una luz a un reflejo
o asegurando el vértice
total de nuestros ángulos

¿Y mi vida? ¿En dónde está mi vida?
¿Por qué miraré atrás para encontrarla?
En la muerte delante
la que marca el camino.
Lo último que queda.
La solución del grito.
Con una estrella roja iré más frío
-yo mismo haré mi frío-
que el alma de los hielos
por la noche del sueño irremediable.
¿Ya para qué la estrella?

Hacíamos del mirar
maromas, y nos íbamos,
tú por los hilillos verdes,
yo por cuerdas oscuras
a sus playas; de súbito,
gozosos, con la mano
puesta aún en el álbum,
de todos tus retratos
yo, y en los labios tú,
la oración de la noche
porque yo fuera bueno.

¿Ya para qué ser bueno si me odio?
¿Si quiero hundirme donde nunca encuentre
ni la estrella, ni el sueño, ni la absurda
compañía de mí mismo?
¿Y para qué ser bueno?

Tal como si te fueras
por tu sueño en la alcoba,
te ibas con el pijama
azul de hilos marinos
que guardaba en sus redes
peces -los de tu piel-
sueños de rosas tiernas.

Junto a tu cuello como junto al mío,
los minutos se aprietan desollados.
buscan su piel de instante.
¿No sientes cómo gritan?

¿Y para qué tu piel de rosas tiernas?

Hoy he vuelto a la estrella
a las nueve, y no estabas.
He llamado por todos
los golfos de la isla,
-isla de ensueños náufragos
sobre los caballetes
de oro  donde cuelgan
los columpios que mecen
el vuelo de los ángeles,
y era como el desierto
sin bocas en el aire
para decir el eco.

¿Y para qué una voz si nadie escucha?
¿Si perdiste tu voz?
¿si ni la mía puedo ahora encontrar?
¿Y para qué una voz?

He vuelto y ya no estaba
más que tu ausencia ancha,
como una nada extensa,
en donde fracasaran
los aros de la luz
y negaran la estrella
donde nos encontrábamos.
Di, ¿tal vez la llevaste
y la tienes debajo
de la almohada escondida
con mis versos? ¡Devuélvela!,
devuélveme la estrella
donde nos encontrábamos!

¿Y para qué la estrella
si no te iré a buscar?
Ya no me encontrarás. ¿O acaso puedo
interrogar yo mismo lo que he sido?

¿Hubo acaso una estrella?

¡Pensar que era mentira!

 Jorge Rojas



Verdad de ti

Aquí quedó la forma de tu huida.
Como la flor tronchada, en el vacío
queda erguida en perfume, el canto mío
te levanta en el aire, florecida.

El tallo de mi voz tiene tu vida
en su rama invisible, como un río
levísimo de llanto o de rocío
la más lejana estrella sostenida.

Como el mar que se fue queda evidente
en el empuje manso de la ola
dibujada en la arena, dulcemente

te me vas y te quedas -forma sola
de tu no ser- presente en mi presente
como erguida en perfume la corola.

Jorge Rojas



Vida
       
Vivir como una isla,
lleno por todas partes
de ti, que me rodeas
ya presente o distante
              
con un temblor de luz
primera, sin pulir,
sin arista de tarde,
ni sombra de jardín.
              
Y ángeles en espejos
guardando tu mirada
para hacerse verdades
y noches estrelladas.

Jorge Rojas












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