Al Chimborazo

¡O monte-rey, que la divina frente
ciñes con yelmo de lumbrosa plata,
y en cuya mano al viento se dilata
de las tormentas el pendón potente!

¡Gran Chimborazo! tu mirada ardiente
sobre nosotros hoy revuelve grata,
hoy que de la alma Libertad acata
el sacro altar la americana gente.

¡Mas ay! si acaso en ominoso día
un trono levantándose se muestra
bajo las palmas de la Patria mía,

¡volcán tremendo, tu furor demuestra,
y el suelo vil que oyó la tiranía
hunda en los mares tu invencible diestra!

José Eusebio Caro Ibáñez



Despedida de la patria

Lejos ¡ay! del sacro techo
Que mecer mi cuna vio,
Yo, infeliz proscrito, arrastro
Mi miseria y mi dolor.
Reclinado en la alta popa
Del bajel que huye veloz,
Nuestros montes irse miro
Alumbrados por el sol.
¡Adiós, patria! ¡Patria mía,
Aún no puedo odiarte; adiós!

A tu manto, cual un niño,
Me agarraba en mi aflicción;
Mas colérica tu mano
De mis manos lo arrancó:
Y en tu saña desoyendo
Mi sollozo y mi clamor,
Más allá del mar tu brazo
De gigante me lanzó.
¡Adiós, patria! ¡Patria mía,
Aún no puedo odiarte; adiós!

De hoy ya más, vagando triste
Por antípoda región,
Con mi llanto al pasajero
Pediré el pan del dolor:
De una en otra puerta el golpe
Sonará de mi bastón,
¡Ay, en balde! ¿en tierra extraña
Quién conocerá mi voz?
¡Adiós, patria! ¡Patria mía,
Aún no puedo odiarte; adiós!

¡Ah, de ti sólo una tumba
Demandaba humilde yo!
Cada tarde la excavaba
Al postrer rayo del sol.
«¡Ve a pedirla al extranjero!»
Fue tu réplica feroz:
Y llenándola de piedras
Tu planta la destruyó,
¡Adiós, patria! ¡Patria mía,
Aún no puedo odiarte; adiós!

En un vaso un tierno ramo
Llevo de un naranjo en flor:
¡El perfume de la patria
Aún aspiro en su botón!
Él mi huesa con su sombra
Cubrirá; y entonces yo
Dormiré mi último sueño
De sus hojas al rumor.
¡Adiós, patria! ¡Patria mía,
Aún no puedo odiarte; adiós!

José Eusebio Caro




"El hombre es una lámpara apagada; toda su luz se la dará la muerte."

José Eusebio Caro


“¡El perfume de la patria aún aspiro en su botón! El mi huesa con su sombra cubrirá; y entonces yo dormiré mi último sueño de sus hojas al rumor.”

José Eusebio Caro



El y yo

Pude un tiempo esperar que tú me amaras;
mas mi dulce esperanza ya acabó;
que, vivo aun mas que en los pasados días,
¡arde en tu pecho tu primer amor!

Siempre la imagen del ausente amigo
está interpuesta entre nosotros dos:
su hermosa faz mi oscura faz eclipsa,
su voz contrasta con mi ronca voz.

Ingenio, orgullo, gracias, hermosura....
¡Ah! todo tiene, ¡nada tengo yo!
Sólo una cosa tengo que él no tiene:
mi enemigo mortal, ¡mi corazón!

Mi corazón, que me dictó te amara;
mi corazón, que para ti nació;
mi corazón, que al verte se estremece,
¡cual se estremece el ángel ante Dios!

José Eusebio Caro


En boca del último inca
               
Ya de los blancos el cañón huyendo,
hoy a la falda del Pichincha vine,
como el sol vago, como el sol ardiente.
                      como el sol libre.

¡Padre sol, oye!, por el polvo yace
de Manco el trono; profanadas gimen
tus santas aras: yo te ensalzo solo,
                       solo, mas libre.

¡Padre sol, oye!, sobre mí la marca
de los esclavos señalar no quise
a las naciones; a matarme vengo,
                         a morir libre.

Hoy podrás verme desde el mar lejano,
cuando comiences en ocaso a hundirte
sobre la cima del volcán tus himnos
                        cantando libre.

Mañana solo, cuando ya de nuevo
por el oriente tu corona brille,
tu primer rayo dorará mi tumba,
                        mi tumba libre.

Sobre ella el cóndor bajará del cielo.
Sobre ella el cóndor que en las cumbres vive
pondrá sus huevos y armará su nido,
                         ignoto y libre.

José Eusebio Caro




“Hay en el hombre un principio, una necesidad, un instinto, reconocido por todas las religiones y por todas las filosofías, signo que revela la espiritualidad del alma humana, y origen impulsivo de los progresos y los errores de la humanidad en la tierra…
Ese principio es la necesidad de expansión; la necesidad que siente el hombre… de expandirse, de engrandecerse, de subir y elevarse en todos los sentidos, de ensanchar el horizonte de su vista como el de su inteligencia…”

José Eusebio Caro



Hector

Al sol naciente los lejanos muros
de la divina Troya resplandecen;
los Griegos a los Númenes ofrecen
sobre las aras sacrificios puros.

Abrese el circo: ya sobre los duros
ejes los carros vuelan, desaparecen;
y al estrépito ronco se estremecen
de la tierra los quicios mal seguros.

Al vencedor el premio merecido
otorga Aquiles: el Olimpo suena
con el eco de triunfo conmovido.

¡Y Héctor, Héctor, la faz de polvo llena,
en brazos de la muerte adormecido,
yace olvidado en la sangrienta arena!

José Eusebio Caro



“La paz social, objetivo de toda sociedad, se consigue poniendo al individuo en mejores condiciones para resistir que para atacar.”

José Eusebio Caro


“Lejos voy a morir del caro lecho paterno, lejos ¡ay! de aquellas prendas que amé, que me amaron.”

José Eusebio Caro



 “Me ves triste vagando entre las negras tumbas, con los ojos en llanto humedecidos, mi orfandad y miseria lamentando.”

José Eusebio Caro


Mi suerte

¡El pobre! Al pobre menosprecia el mundo
El pobre vive mendigando el pan;
Falsa piedad o ceño furibundo,
                  Cual un favor le dan.

La gloria al pobre le deniega un nombre,
El poder le deniega su esplendor,
La noche el sueño, su amistad el hombre,
                  La mujer el amor.

¡Oh, verdes bosques, círculo del polo!
¡Montes, desiertos donde el rico va!
¡Mar insondable, eterno, inmenso y solo!
                  ¡El pobre no os verá!

¡Ah! en los ojos del pobre brota el lloro,
Y no enternece un solo corazón;
Que las lágrimas sólo en copa de oro
                  Merecen compasión.

¡Vedlo! su pie la tierra triste pisa;
Todo en él nos revela el padecer:
Ojos sin luz, y labios sin sonrisa,
                  Y vida sin placer.

Y empero el pobre tiene una esperanza
Que vale más que el mundo y mundos dos;
¡Inmenso bien que el oro vil no alcanza!
                  —¡El pobre tiene a Dios!

José Eusebio Caro



“Quiero una vez estar contigo, cual Dios el alma te formó; tratarte cual un viejo amigo que en nuestra infancia nos amó…”

José Eusebio Caro



“Sangre debo llorar, llorar mis ojos, al pensar de mi padre en la existencia.”

José Eusebio Caro


"Si las palabras del Evangelio necesitasen demostración, nada sería más fácil que demostrarlas. "La civilización admite no solo grados sino que tiene un contrario, que es la barbarie; la instrucción, la riqueza solo admiten grados. No puede haber ignorancia absoluta. Menos puede haber pobreza completa. Todos somos más ó menos instruidos, más ó menos ricos. Pero en cuanto á moralidad no solo puede haber más y menos, no solo puede haber cero, sino que puede existir un contra. No solo puede haber y hay hombres más ó menos morales, sino que puede haber y hay hombres declaradamente inmorales. La instrucción y la riqueza, pues, no constituyen solas la civilización. Los verdaderos caracteres de la civilización solo están en la moralidad.
Esta verdad es de una importancia inmensa; expliquémosla más todavía.
Supongamos un hombre posesor de una vasta riqueza, y de una vasta ciencia, pero profundamente corrompido en su ser moral: sensual, envidioso, falso, egoísta. Suponed á este mismo hombre adueñado del poder público en una de aquellas tremendas crisis en que se ha visto á los malvados disponer de todo sin responsabilidad y sin freno; ese hombre será un Robespierre, un Marat, un Barère. Ese hombre será un bárbaro, y de la peor especie posible de barbarie. Suponed ahora una sociedad compuesta solo de hombres de esa clase, ó en que los hombres de esa clase tuviesen una preponderancia tal sobre los hombres de bien, que el influjo de éstos se hallase completamente anulado. Esa sociedad yacería bárbara; y á las dos generaciones estaría embrutecida y pobre. La sensualidad sin el freno interno llevaría á la prostitución universal: la prostitución universal haría la educación imposible: la falta de toda educación llevaría al embrutecimiento inmediato. La envidia, la venganza, sin el freno interno, llevarían á toda especie de atentados contra las personas, al asesinato en las relaciones privadas; á la proscripción, al degüello en masa, en las relaciones públicas.
La codicia, sin el freno interno, llevaría á la rapiña universal, ésta quitaría toda seguridad, la falta de seguridad aniquilaría toda industria, y conduciría al empobrecimiento, á la bancarrota, á la ruina. No habléis, en tal suposición, del freno exterior, del freno de las leyes, de la acción tutelar del Gobierno; porque en tal suposición, el Gobierno mismo sería el primer corruptor, el primer asesino, el primer ladrón. La espada destinada á castigar á los malvados, se hallaría en las manos de los malvados mismos."

José Eusebio Caro
La cuestión moral


 “Solo tu tronco escucha mis gemidos, solo tu pie mis lágrimas recoge.”

José Eusebio Caro



“Un ángel era… Dios mostrólo un día.”



“¡Volver a mi vida pasada,
extasiarme en una nada, y
llorar sin saber por qué!”

José Eusebio Caro
















No hay comentarios: