Amor fugitivo

Amor huyó de su mansión de Gnido:
viendo su culto y aras profanadas,
recogido el carcaj, con las doradas
alitas cubre el pecho dolorido:

Los ojos vuelve en llanto sumergido,
al ver por almas crueles, despiadadas,
al engaño y perfidia abandonadas,
su templo a vil codicia prostituido.

Del voluble querer, la fe perjura
vese por la maldad entronizada
en lugar de tiernísimos amores:

La tierra es un desierto, una espesura
de serpientes y monstruos habitada;
doquier hay solo amargos sinsabores.

José Cornelio Díaz


La ausencia

¡Ay!, mi Dorila, que la cruda ausencia
es la prueba de amor la más terrible:
si el amor es constante es insufrible,
insufrible si no hay correspondencia:

Quien goza de su amada la presencia
quien su voz oye, séale ya insensible,
o dura condición muestre y terrible
algún alivio encuentra a su dolencia.

Mas a todo consuelo se resiste
quien se aleja ¡infeliz! del dueño amado,
el aliento le falta y la esperanza:

Todo a su enojo se presenta triste,
futuro mal, o gloria que ha pasado,
todo es amor y todo desconfianza.

José Cornelio Díaz













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