aunque yo no soy poeta,
suelo hacer ciertos romances,
arrojándome a volar
por aquesos anchos mares.
Unos salen agridulces,
otros son unos jarabes,
y las más veces parece
que los sazona el picante.

Jerónimo de Barrionuevo de Peralta



Divina señora mía,
hermoso sol del Oriente,
que en fuego de amor ardiente
me abrasáis de noche y día.
Ángel hermoso que adoro,
dueño de mi libertad,
a quien dio la voluntad
el alma que es un tesoro.

Jerónimo de Barrionuevo de Peralta



Viña mía

Viña mía, yo mismo te he criado
plantando vides y podando flores,
para que en el abril de tus verdores
dieses envidia al más florido prado.

De mármol y alabastro te he cercado,
librándote de todos los rigores,
así de pasajeros robadores
como de golosina del ganado.

La tierra te mullí, podé sarmientos
dejándote las guías de provecho,
porque llevases frutos más opimos.

Desvaneciste todos mis intentos;
no sé qué pude hacer más de lo hecho,
cuando en labruscos vuelves los racimos.

Jerónimo de Barrionuevo








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