Distancia

Se ha hecho viernes en jueves nuevamente:
el tiempo de distancia se adelanta.
Llueve. El día es gris y se agiganta
la noche prematura hacia poniente.

Esta semana tiene un día menos
que es uno más para cualquier agenda
y para mí es silencio ante una senda,
pesado sueño de mis ojos llenos.

Te vas antes del tiempo prometido
en aquel juramento que no hiciste
desajustando nuestro calendario.

Y yo, que nada espero del olvido,
sin sonreír, tal vez sin estar triste,
vuelvo a escribir tu nombre en mi diario.

Jorge Antonio Doré


Leyenda cubana

Hay un reino misterioso             
en el fondo de las aguas           
que va desde La Florida             
hasta la costa cubana.             
En él no existen palacios           
suntuosos, ni reinas, ni hadas,     
ni magníficos salones               
llenos de cuadros y estatuas,       
sino añoranza. Es un mundo         
habitado por las almas             
de quienes nunca alcanzaron         
la libertad anhelada;               
y está lleno de recuerdos           
pues con residuos de balsas         
se han hecho una ciudad libre       
que han decorado con algas.         
De sal pintan sus paredes           
y para atenuar nostalgias,         
como no hay palmas reales           
siembran anémonas blancas.         
Un valle de Yumurí1                 
hecho de arena ondulada             
finaliza en el Turquino2           
de un rojo coral. Sin pausa         
diligentes caballitos               
de mar burlan la resaca             
y regresan con noticias             
de tierra firme, y en manchas       
pececillos tricolores               
igual que banderas patrias         
nadan muy cerca de estrellas       
–casi siempre solitarias–.         
Nocturnas fosforescencias           
que evocan noches cubanas           
crean suspiros que ascienden       
como burbujas plateadas.           
¡Cómo añoran, Dios su isla         
estos seres que, a distancia,       
aguardan su merecida               
redención: volver a casa!           
Regresarán. Ellos saben             
que una inmensa marejada           
de libertad repentina               
los arrancará del agua             
y arrastrados en la espuma         
de las olas, como larga             
procesión, el mar y el viento       
los devolverá a sus playas.         
Porque un nuevo sol naciente       
sobre Cuba liberada                 
hará al fin que, por justicia,     
salgan a flote estas almas.         
1-El más famoso valle de Cuba       
2-Monte más alto de Cuba

Jorge Antonio Doré



Lobos

Sobre tu piel de oveja sacio mi hambre de lobo.     
Te busco, te persigo, te acorralo, te robo.         
Con limpias dentelladas devoro tu pellejo:         
me apodero de todo, pero luego lo dejo.             
Ya el bosque no me llama. Permanezco a tu acecho   
y bajo el plenilunio perenne de tu techo           
desato mi carnívora hombría en lucha fiera.         
Tu olor de mansa oveja, mujer, me desespera.       
Rodamos por un suelo de mil amaneceres             
–fuiste un día la oveja, pero ya no lo eres–.       
Tú y yo nada tenemos que ver con la manada.         
Tu vientre es mi refugio de cada madrugada.         
Guiado por el sexto sentido de mi instinto         
te venzo en un ataque cada noche distinto.         
Tu cama está impregnada de un fuerte olor a cueva   
donde locos, se pierden mi Adán sobre tu Eva.       
Fuiste un día la oveja, pero ya no. Tus ojos       
de tanto ver los míos se han vuelto también rojos. 
Si no me crees, el agua te servirá de espejo:       
en mis propias pupilas observa tu reflejo           
y bajo el plenilunio del techo de tu alcoba         
verás como esta noche te vuelves una loba.

Jorge Antonio Doré


Meditación

Tengo hambre de Verdad. De Pan de Vida.
Tengo sed de camino y de comienzo
más allá de esta piel que me limita,
de este barro sujeto a todo tiempo.

Tengo sed de querer lo que no tengo,
de abandonar lo poco que me queda,
de comenzar mi ruta hacia lo lejos
para poder amar de otra manera.

Para poder amar y verme libre
de esta carga de absurdos contratiempos.
Sed de empequeñecerme hasta sentirme,
de renacer en este viejo cuerpo.

Jorge Antonio Doré



Misterio

Todo es viento, cenizas, y un soplo de misterio, 
reflejos que alucinan los ojos. La verdad         
en un rompecabezas de luz sobre un espejo         
que sólo puede armarse desde la eternidad.       
Un viento que entreteje la fantasmagoría         
de esta existencia en fuga, que es casi irrealidad,
franquea y cierra puertas, desteje y teje vidas   
en un alucinante desfile sin final.               
Tan sólo nos rescatan estos humildes sueños       
que sobre las cenizas edifican su altar           
y perfuman el alma como humo de incienso         
que conecta este mundo con la posteridad.         
Un soplo de misterio: lo que nunca supimos       
–y tal vez no se aclare– y esta honda ansiedad   
de volver a encontrarnos con todo lo perdido     
y arribar a esa orilla, más allá del destino,     
donde no nos resulte tan doloroso amar. 

Jorge Antonio Doré


Necesítame

Necesítame. Tú eres lo mejor que yo tengo       
y eres también el único puente a mi distancia.   
Nadie más ha logrado descubrir el secreto       
–la palabra bendita– con que se abre mi alma.   
Necesítame. Dime que soy imprescindible,         
que el aire que respiras te llega de mi boca.   
Hagámonos un nudo ceñido e irrompible           
que resista ante todas las palabras que cortan. 
Sabes que a tu regreso mi esperanza revive       
como la lluvia cambia la suerte del desierto.   
No quiero que tu lucha por labrarme termine     
porque mis flores sólo perfuman en tus dedos.   
                                                 
Necesítame siempre. Y, anclada en mi destino,   
serás la buena sombra de luz que me acompañe     
hasta que mi simiente florezca en ti, en el hijo 
que juntará por siempre tu carne con mi carne. 

Jorge Antonio Doré


Sabiduría

Esta alegría llena las horas de mi vida,                 
deseca mis antiguos resabios de tristeza                 
y es una rama verde de esperanza florida                 
que me cubre de rosas cuando el año bosteza.             
Y hace que yo no mire la marcha cotidiana               
como un naufragio amargo, sino como un camino           
en el que a cada paso se me abre otra ventana           
que mira hacia el misterio perpetuo: lo divino.         
Y así, a nada le temo, ya que cualquier congoja         
que pasa por mi puerta, es sólo pasajera;               
si muere una esperanza me renace otra hoja               
porque en mi huerto toda la vida es primavera.           
Y es que nada me importa tanto como las cosas           
que hacen crecer por dentro, que hacen ganar altura,     
porque no me conformo con prácticas piadosas             
ni reniego del surco cuando la tierra es dura.           
Porque soy peregrino y me inclino hacia adentro         
pues lo que soy por fuera, mi cuerpo, mi equipaje,       
dura tan sólo el tiempo de realizar mi encuentro,       
el plazo concedido para cumplir mi viaje.               
Por eso llevo puesto mi traje de alegrías,               
porque sé que no acabo donde empieza mi muerte           
y que si hoy peregrino con las manos vacías             
como a quien no le importan sus horas ni sus días,       
es porque mi riqueza vendrá cuando despierte.

Jorge Antonio Doré









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