Ecos

Con lágrimas ardientes, niña mía,
de mis venturas las memorias riego,
entre cenizas apagado el fuego
que en otras horas por mi bien ardía.

Trocadas la ilusión y la alegría,
mi corazón enamorado y ciego,
en triste paz, en lánguido sosiego,
no volverá a latir como solía.

¡Y pides hoy para adornar tu palma,
un eco de mi lira desprendido!
¡Oh, deja, deja que repose en calma!

A tu súplica, al fin, ha respondido:
respondió con el eco de mi alma,
y el eco de mi alma es un gemido.

José de Velilla y Rodríguez



"Entre los diversos géneros de poesía ocupa el dramático el lugar primero y principalísimo, porque su carácter no es individual como el de la lírica, ni narrativo como el de la épica: es generalizador y sintético; y las síntesis, lo mismo en la Literatura que en la Ciencia, en la Historia que en la Filosofía, aparecen, siempre, después de los análisis, y demuestran el mayor grado de perfeccionamiento posible en la humanidad, con relación al momento histórico en que se desenvuelve. El teatro, como síntesis de todas las bellas artes, es la más alta, completa y total manifestación de la belleza, que sólo realizan parcialmente las demás artes. No opina de este modo Lamartine, que da la preferencia a la poesía lírica, fundándose en que esta realiza la belleza por sí sola, sin necesitar, como la dramática, el concurso de intérpretes, o actores, de la pintura, de la música, de la escultura y hasta de la mecánica. Tan apasionado argumento tiene fácil refutación. La poesía dramática comprende la lírica, que canta los diversos sentimientos que agitan el ánimo, y la épica, que narra los grandes hechos de los héroes y de las naciones, y, abrazándolas, claro es que supera a las dos, puesto que las contiene y no es contenida por ninguna de ellas: en último extremo, y discurriendo como Lamartine, también la lírica necesita de intérprete, el lector, que la palabra no se escribe sino para ser hablada."

José de Velilla
El teatro en España

















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