El Ángel de la muerte

Es el ángel sutil como el ambiente;
como flor de los trópicos, fragante;
como linfa de lago, transparente;
radioso de fulgor como el diamante.

vestido con estola nacarina,
dibujado en el aire, semejaba
la imagen que en el agua cristalina,
copiando un ser fantástico, se graba.

Brillante como el ébano bruñido
en que el sol de la Libia reverbera,
descansan en el hombro esclarecido
los bucles de su riza cabellera.

y parecen del ángel hechicero
los ojos inspirados con que mira,
dos Arcturus, cogidos al Boyero,
o dos Vegas, quitadas a la Lyra.

No la tinta venusta de la grana
el labio sonreído le colora;
ni la rosa de Venus, la pagana
confunde sus mejillas con la Aurora:

Es el rostro del ángel de la muerte
mas nítido que el Alba todavía;
presagio singular que nos advierte
que detrás de la tumba, raya el día.

José de Jesús Núñez y Domínguez


El sueño de la vida

En el sueño de la vida,
como díctamo entre abrojos,
me seduce con los ojos
una ilusión sonreída.

Su virtud desconocida
pone fin a mis enojos,
y me envuelve con antojos
otra vez la fe perdida.

Tiene larga cabellera;
leva casco que fulgura,
con un cisne por cimera.

Como el alma reverbera
su preciosa vestidura.
¡Qué bellísima quimera!

José de Jesús Núñez y Domínguez













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