Nombre rutilante

Está listo el canal. Ya los océanos
se estrechan con ardiente paroxismo.
Cortado en dos mitades ved el Istmo,
vencido, tras esfuerzos sobrehumanos.

Ese tajo brutal donde mil manos
hurgaron con frenético heroísmo,
es –¿quién sabe?– la fauce de un abismo
que oculta pavoroso cien arcanos.

«¡Panamá!», grita, en tonos delirantes,
la audaz falange de los traficantes,
hartándose del oro que vislumbra.

A Cipango sus naves ponen proa
e ignoran que sus ruta les alumbra
un nombre: ¡Vasco Núñez de Balboa!

 Joaquín V. Cataneo

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