1. Kether:        Corona               Serafín                            Primer móvil
  2. Cochma:     Sabiduría           Querubín                       Firmamento
  3. Binah:         Inteligencia       Tronos                            Saturno
  4. Gedula:       Magnitud          Dominaciones               Júpiter
  5. Geburath:   Fortaleza           Potestades                      Marte
  6. Tiphereth:  Hermosura        Virtudes                          Sol
  7. Nizah:          Victoria              Principados                   Venus
  8. Hod:            Honor                Arcángeles                      Mercurio
  9. Iesod:          Fundamento     Angeles                            Luna
10. Malcuth:     Reino                 Orden animástico          Mundo elemental

                                                   Athanasius Kircherus



"Como en Egipto existen depósitos abundantes de asfalto y petróleo, a aquellos hombres tan hábiles [los sacerdotes] se les ocurrió conectar un depósito de petróleo, mediante un conducto secreto, con una o más lámparas provistas de mechas de asbesto. ¡Cómo no iban a arder para siempre aquellas lámparas! […] En mi opinión, esta es la solución al enigma de la perpetuidad sobrenatural de aquellas lámparas antiguas."

Athanasius Kircherus
Tomada del libro Las enseñanzas secretas de todos los tiempos de Manly Palmer Hall, página 246



"De hecho, cada Sephira es un microcosmos del todo, de modo que cada círculo está rodeado aquí por los nombres hebreos de los diez. En el nivel cosmológico los siete Sephiroth inferiores son los siete planetas caldeos y la tríada superior, según Kircher, la esfera de las estrellas fijas, el primum mobile y el empíreo. Pero también corresponden a los diez nombres de Dios, a los diez arcángeles, a nueve órdenes de ángeles y a las almas de los hombres y a la constitución humana."

Athanasius Kircher


"Dijimos anteriormente que el flujo de la mente divina del Creador tenía lugar a partir de aquella unidad supramundana y arquetípica, primero hacia dentro, por la tríada a la tríada y desde siempre: en ese inefable punto de la eternidad se comunicaba al exterior a través del cuaternario a todo el ámbito de la naturaleza corpórea y a cada uno de los órdenes de la naturaleza creada, mediante las inteligencias que lo presiden todo.

La naturaleza goza con el número septenario. El arquetipo del mundo está compuesto por siete espíritus que están en la presencia de Dios y que eternamente contemplan las ideas divinas, que están presididas por las siete estrellas de los planetas para ordenar el bien en el universo. En el firmamento la Osa también modera las estrellas en beneficio de los navegantes. Las lunas forman igualmente los períodos de cuatro semanas, o veintiocho días, de cuya actuación brotan desde el mundo sideral las siete especies de metales: plata, oro, hierro, estaño, plomo, mercurio y cobre en la naturaleza mineral.

El denario es el número armónico y el más perfecto de todos; asume en sí todas las diferencias de los números pares e impares y todas las proporciones armónicas, como se comprende a partir del cuaternario desintegrado, que tiene la potencia del denario, puesto que 1 2 3 4 sumados forman el denario, porque, así considerado, contiene en sí todas las proporciones de las cinco armonías, en la proporción 2 a 1 se halla la doble, que los músicos llaman diapente; en la proporción 2 a 3 obtenemos el sesquitercio, llamado diatesaron; en la proporción 3 a 1, la triple, que llaman diapasondiapente; en la proporción 4 a 1, la cuádruple, llamada disdiapason. En todo esto está contenida la música universal, no sólo la artificial o del mundo menor, sino también la del mundo mayor, juntamente con la angélica y con la del coro supremo de Dios óptimo y máximo. Antes que el Creador de todo comunicase la unidad a las cosas inferiores, se difundió como ejemplar a partir de su unidad arquetípica al ternario y cuaternario, incluso al denario, como si fueran diez las ideas y medidas a las que debían ajustarse los números y las cosas, de forma que ya no pudiera darse otro número más allá del denario, salvo que fuera éste multiplicado."

Athanasius Kircherus
Aritmología

"El divino Dioniso declara que todas las cosas creadas no son más que espe­ jos que nos reflejan los rayos de la sabiduría divina. Por consiguiente, los sabios de Egipto inventaron que Osiris, después de haber puesto a Isis a cargo de todo, estaba presente de forma invisible en todo el mundo. ¿Qué otra cosa quiere decir esto, sino que el poder del Dios invisible está íntimamente presente en todo?"

Athanasius Kircher
Oedi­pus Aegyptiacus
Tomada del libro de Robert Bauval y Graham Hancock, Talismán, ciudades sagradas, una fe secreta, página 303


"El gran dios Pan fue afamado como autor y director de los bailes sagrados que se suponía él instituyó para simbolizar los rituales alrededor de los cuerpos celestiales. Pan era una criatura compuesta, con la parte superior —con excepción de sus cuernos— siendo humana y la parte inferior en forma de cabra. Pan es el prototipo de la energía natural y, aunque sin duda es una deidad fálica, no debe ser confundida con Príapo. Las zampoñas de Pan representan la armonía natural de las esferas; y el dios en sí es un símbolo de Saturno porque este planeta está entronado en Capricornio, cuyo emblema es una cabra. Los egipcios fueron iniciados en los Misterios de Pan, que fue visto como una fase de Júpiter, el Demiurgo. Pan representaba el poder fecundante del sol y era el jefe de una multitud de deidades, panes, faunos y sátiros rústicos. También representaba el espíritu controlador de los inframundos. Los cristianos inventaron una historia al efecto de que en el nacimiento de Cristo, los oráculos fueron silenciados tras manifestar un último grito, «¡el Gran Pan ha muerto!»."

Athanasius Kircher
Tomada del libro Las enseñanzas secretas de todos los tiempos de Manly Palmer Hall, página 118


“En orden de alcanzar el cuerpo celestial más próximo; la Luna, la torre debería haber contado con 178,672 millas de altura, y compuesta de tres millones de toneladas de materia. Esta desproporcionada distribución en la masa de la Tierra hubiera alterado el balance del planeta y lo hubiera movido de su posición en el centro del universo, resultando en una distorsión cataclísmica en el orden natural”

Athanasius Kircherus Fuldensis
Turris Babel sive Archontologia



"Enseña (La Tabla de Isis), en primer lugar, toda la constitución del mundo triple: la arquetípica, la intelectual y la perceptible. Muestra a la divinidad suprema moviéndose desde el centro hacia la periferia de un universo constituido por objetos tanto perceptibles como inanimados, todos ellos animados y agitados por un único poder supremo al que llaman la Mente Paterna y representado mediante un símbolo triple. Aquí se ven también tres tríadas del Uno Supremo, cada una de las cuales manifiesta un atributo de la primera Trimurti. A estas tríadas se las llama el fundamento o la base de todas las cosas. En la Tabla también se presenta el arreglo y la distribución de las criaturas divinas que colaboran con la Mente Paterna en el control del universo. Aquí [en el panel superior] se ven los Gobernadores de los mundos, cada uno con su insignia ardiente, etérea y material. Aquí también [en el panel inferior] están los Padres de las Fuentes, que tienen la obligación de cuidar y preservar los principios de todas las cosas y de apoyar las leyes inviolables de la Naturaleza. Aquí están los dioses de las esferas y también los que vagan de un lugar a otro, trabajando con todas las sustancias y las formas (Zonia y Azonia), agrupados como figuras de ambos sexos, con el rostro vuelto hacia la divinidad superior."

Athanasius Kircherus Fuldensis
Tomada del libro Las enseñanzas secretas de todos los tiempos de Manly Palmer Hall, página 231



«"He dado muerte a la esfinge, respondiendo sus enigmas y comprendiendo enteramente, mediante el influjo y gracia del Espíritu Santo, todos los secretos del arte de los jeroglíficos, sus reglas, métodos y principios."

Athanasius Kircherus Fuldensis


"Las figuras difieren entre sí en ocho aspectos sumamente importantes; a saber: en la forma, la posición, el gesto, lo que hacen, las vestiduras, el tocado, el bastón y, por último, en los jeroglíficos que tienen alrededor, ya sean flores, arbustos, letras pequeñas o animalillos». Estos ocho métodos simbólicos de representar los poderes secretos de las figuras constituyen una manera discreta de recordarnos los ocho sentidos espirituales de cognición por medio de los cuales se puede comprender el Yo Verdadero del hombre. Para expresar esta verdad espiritual, los budistas utilizaban la rueda de ocho rayos y elevaban su conciencia mediante el noble camino óctuple. La cenefa ornamentada que rodea los tres paneles principales de la Tabla contiene muchos símbolos que comprenden aves, animales, reptiles, seres humanos y formas compuestas. Según una interpretación de la Tabla, esta cenefa representa los cuatro elementos y las criaturas son seres elementales. Según otra interpretación, la cenefa representa las esferas arquetípicas y en su friso de figuras compuestas aparecen los modelos de las formas que, en diversas combinaciones, se manifiestan después en el mundo material. Las cuatro flores que se ven en las esquinas de la Tabla son aquellas que, como siempre miran al sol y siguen su recorrido por el cielo, constituyen emblemas sagrados de la mejor parte de la naturaleza humana, que se deleita en la contemplación de su Creador. Según la doctrina secreta de los caldeos, el universo está dividido en cuatro estados del ser (planos o esferas): el arquetípico, el intelectual, el sideral y el elemental. Cada uno de ellos revela los demás; el superior controla al inferior y el inferior recibe la influencia del superior. El plano arquetípico se consideraba sinónimo del intelecto de la divinidad trina. En esta esfera divina, incorpórea y eterna se incluyen todas las manifestaciones inferiores de la vida: todo lo que es, lo que ha sido y lo que será. Dentro del intelecto cósmico, todas las cosas espirituales o materiales existen como arquetipos o formas de pensamiento divinas, que aparecen en la Tabla mediante una cadena de símiles secretos. En la zona central de la Tabla aparece la Esencia Espiritual, que contiene todas las formas, el origen y la sustancia de todo y de la cual proceden los mundos inferiores como nueve emanaciones en grupos de tres (la tríada ofíónica, la ibimórfica y la neftiana). A este respecto hay que tener en cuenta la analogía de las sefírot cabalísticas o las nueve esferas que sajen de la Kéter, la corona. Los doce Gobernadores del universo (la tríada mendesiana, la amoniana, la momfteana y la omfteana), vehículos de distribución de las influencias creativas que aparecen en la parte superior de la tabla, son dirigidos en sus actividades por los modelos de la Mente Divina, que existen en la esfera arquetípica. Los arquetipos son patrones abstractos formulados en la Mente Divina y son los que controlan todas las actividades inferiores. En la parte inferior de la Tabla están los Padres de las Fuentes (la tríada horeana, la pandocheana, la táustica y la aleurística), que custodian las grandes puertas del universo y distribuyen a los mundos inferiores las influencias que descienden de los Gobernadores que aparecen encima. En la teología de los egipcios, la bondad tiene prioridad y todas las cosas son partícipes de su naturaleza, en mayor o menor medida. Todo y todos buscan la bondad, que es la causa principal. La bondad se difunde a sí misma y por eso está presente en todas las cosas, porque nada puede producir lo que no existe en sí mismo. La Tabla demuestra que todo está en Dios y Dios está en todo; que todo está en todo y cada uno está en cada uno. En el mundo intelectual son invisibles los duplicados espirituales de las criaturas que habitan en el mundo elemental. Por consiguiente, lo más bajo muestra lo más alto, lo corpóreo anuncia lo intelectual y lo invisible se manifiesta en sus obras. Por este motivo, los egipcios hacían imágenes de sustancias que existían en el mundo inferior perceptible para utilizarlas como ejemplos visibles de los poderes superiores e invisibles. Asignaban a las imágenes corruptibles las virtudes de las divinidades incorruptibles, demostrando así, de forma críptica, que este mundo no es más que una sombra de Dios, la imagen exterior del paraíso interior. Todo lo que existe en la esfera arquetípica invisible se revela en el mundo corpóreo perceptible mediante la luz de la Naturaleza. La Mente Arquetípica y Creativa —primero a través de su Fundamento Paterno y después a través de dioses secundarios llamados Inteligencias— revelaba toda la infinidad de sus poderes mediante un intercambio permanente de lo más alto a lo más bajo. En su simbolismo fálico, los egipcios utilizaban el esperma para representar las esferas espirituales, porque cada una contiene todo lo que procede de ella. Los caldeos y los egipcios también sostenían que todo resultado está presente en su propia causa y se vuelve hacia ella como el loto hacia el sol. Por consiguiente, el Intelecto Supremo, a través de su Fundamento Paterno, creó primero la luz —el mundo angelical— y de esa luz se crearon a continuación las jerarquías invisibles de seres que algunos llaman «estrellas», y a partir de las estrellas se formaron los cuatro elementos y el mundo perceptible. De tal modo, todo está en todo, cada uno a su manera. Todos los cuerpos o elementos visibles están en las estrellas invisibles o los elementos espirituales y las estrellas están, asimismo, en esos cuerpos; las estrellas están en los ángeles y los ángeles, en las estrellas; los ángeles están en Dios y Dios está en todo. Por consiguiente, todos están divinamente en lo divino, angélicamente en los ángeles y corpóreamente en el mundo corpóreo, y viceversa. Del mismo modo que la semilla es el árbol plegado, el mundo es Dios desplegado. Como dice Proclo: «Cada propiedad de la divinidad está presente en toda la creación y se entrega a todas las criaturas inferiores». Una de las manifestaciones de la Mente Suprema es la capacidad de reproducción según la especie, que otorga a todas las criaturas de las cuales forma parte divina. De este modo, las almas, los cielos, los elementos, los animales, las plantas y las piedras se generan a sí mismas, cada uno según su patrón, aunque todos dependen de un único principio fecundador que existe en la Mente Suprema. Esta capacidad fecundadora, a pesar de ser en sí misma una unidad, se manifiesta de forma diferente en las distintas sustancias, porque en los minerales contribuye a la existencia material, en las plantas se manifiesta como vitalidad y en los animales, como sensibilidad. Otorga movimiento a los cuerpos celestes, pensamiento a las almas de los hombres, intelectualidad a los ángeles y superesencialidad a Dios. Por consiguiente, se ve que todas las formas son de una sola sustancia y toda la vida, de una sola fuerza y que estas coexisten en la naturaleza del Uno Supremo. El primero que expuso esta doctrina fue Platón. Su discípulo, Aristóteles, la expresó con las siguientes palabras: «Decimos que este mundo perceptible es una imagen de otro; por consiguiente, puesto que este mundo está lleno de vitalidad, o vivo, ¡cuánto más ha de vivir el otro! […] Allá, por consiguiente, por encima de las virtudes estelares hay otros cielos que hay que alcanzar, como los cielos de este mundo; más allá de ellos, porque son de un tipo superior, más brillantes y más extensos: y no son distantes el uno del otro como este, porque son incorpóreos. Allá también existe una tierra, no de materia inanimada, sino llena de vida animal y de todos los fenómenos terrestres naturales, como esta, pero de otros tipos y perfecciones. Hay plantas, también, y jardines y agua que fluye; hay animales acuáticos, pero de especies más nobles. Allá hay aire y vida apropiada para él, toda inmortal. Y aunque la vida allí sea análoga a la nuestra, aquella es más noble, al ser intelectual, perpetua e inalterable. Porque si alguien objetara y preguntara cómo hacen las plantas, o lo que sea, para encontrar el equilibrio en el mundo superior, responderíamos que no tienen una existencia objetiva, porque las produce el Autor primordial en una condición absoluta y sin exteriorización. Por consiguiente, ocurre con ellas lo mismo que con el intelecto y el alma: que no experimentan ningún defecto, como el desperdicio y la corrupción, porque los seres que hay allí están llenos de energía, fuerza y alegría, ya que viven una vida sublime y proceden de una sola fuente y una sola calidad, y lo tienen todo, como sabores dulces, perfumes delicados, colores y sonidos armoniosos y otras perfecciones. No se desplazan violentamente ni se entremezclan ni se corrompen entre ellos, sino que cada uno preserva perfectamente su propio carácter esencial y son simples y no se multiplican, como hacen los seres corpóreos."

Athanasius Kircherus
Acerca de estas quince tríadas
Tomada del libro Las enseñanzas secretas de todos los tiempos de Manly Palmer Hall, página 233


“Los beneficios del divino Osiris deben ser procurados por medio de ceremonias sagradas y por vía de los genios, a fin de poder obtener los beneficios del Nilo.”

Athanasius Kircherus


"Los primeros sacerdotes (egipcios) creían que, mediante ceremonias de sacrificio adecuadas y completas, se invocaba a un gran poder espiritual. Según Jámblico, la falta de uno de los elementos desmerecía la totalidad. Por eso, prestaban muchísima atención a los detalles, porque les parecía absolutamente fundamental que toda la cadena de conexiones lógicas se ajustara al ritual con precisión. Esta es, sin duda, la razón por la cual preparaban y recomendaban para su uso futuro los manuales —como quien dice— para llevar a cabo los ritos. También aprendieron lo que los primeros practicantes de la hieromancia —poseídos, por así decirlo, por la ira divina— idearon como sistema simbólico para manifestar sus misterios. Los pusieron en esta Tabla Isíaca, a la vista de las personas autorizadas para entrar en el sanctasanctórum, con el fin de enseñarles la naturaleza de los dioses y las formas de sacrificio prescritas. Como cada una de las órdenes de los dioses tenía sus propios símbolos, gestos, vestuario y adornos peculiares, les parecía necesario cumplirlos con todo el aparato del culto, ya que no había nada más eficaz para atraer la atención propicia de las divinidades y los genios. […] Por consiguiente, sus templos, alejados de los lugares que solían frecuentar los hombres, contenían representaciones de casi todas las formas de la naturaleza. En primer lugar, para representar la economía física del mundo, utilizaban como adornos en el pavimento minerales, piedras y otros objetos adecuados, y hasta chorros de agua. Las paredes mostraban el mundo de los astros y la bóveda, el mundo de los genios. En el centro estaba el altar, para sugerir las emanaciones de la Mente Suprema desde su centro. Por consiguiente, todo el interior constituía una imagen del Universo de los Mundos. Cuando ofrecían sacrificios, los sacerdotes usaban unas vestiduras adornadas con figuras similares a las atribuidas a los dioses. Llevaban el cuerpo parcialmente desnudo, como el de las divinidades, no tenían preocupaciones materiales y practicaban la castidad más estricta. […] Llevaban la cabeza cubierta, para indicar que estaban haciendo algo terrenal. Se afeitaban la cabeza y el cuerpo, porque para ellos el cabello era una excrecencia inútil. Se ponían en la cabeza las mismas insignias que atribuían a los dioses. Ataviados de aquella manera, consideraban que se habían transformado en la inteligencia con la que siempre querían identificarse. Por ejemplo, para hacer descender al mundo el alma y el espíritu del Universo, se colocaban delante de la imagen que aparece sentada en el trono, en el centro de nuestra Tabla, llevando los mismos símbolos que dicha figura y los miembros de su séquito, y ofrecían sacrificios. Mediante éstos y los himnos que entonaban para acompañarlos, creían que, indefectiblemente, atraían la atención de Dios hacia su plegaria. Lo mismo hacían con respecto a las demás partes de la Tabla, convencidos de que, por fuerza, si el ritual adecuado se llevaba a cabo correctamente, evocaría a la divinidad deseada. Es evidente que aquel fue el origen de la ciencia de los oráculos. Así como tocar un acorde produce una armonía sonora, las cuerdas próximas reaccionan, aunque no se las toque. Asimismo, la idea que expresaban mediante todo lo que hacían mientras adoraban al Dios coincidía con la Idea básica y, por una unión intelectual, volvía a ellos deificada, y así obtenían ellos la Idea de las ideas. De tal modo surgía en sus almas —creían— el don de la profecía y la adivinación y pensaban que podrían predecir el futuro, advertir de los males inminentes, etcétera. Porque, así como en la Mente Suprema todo es simultáneo e ilimitado, por consiguiente, en esa Mente el futuro está presente y pensaban que, así como la mente humana se absorbía en la Suprema mediante la contemplación, gracias a aquella unión se les permitía conocer todo el futuro. Casi todo lo que está representado en nuestra Tabla consiste en amuletos que, por la analogía antes descrita, les inspirarían, en las condiciones descritas, las virtudes del Poder Supremo y les permitiría recibir el bien y evitar el mal. También creían que, de aquella manera mágica, podrían curar enfermedades; que se podría inducir a los genios para que se les aparecieran en sueños y curaran o les enseñaran a curar a los enfermos. Con esta convicción, consultaban a los dioses con respecto a todo tipo de dudas y dificultades, adornados con la parafernalia del rito místico y mirando de hito en hito las Ideas divinas y, mientras estaban así embelesados, creían que Dios, mediante alguna señal, signo o gesto, les transmitía —estuvieran dormidos o despiertos— la verdad o la falsedad del asumo en cuestión...
El trono indica la difusión de la Mente Suprema triforme por los caminos universales de los tres mundos. De estas tres esferas intangibles surge el universo perceptible, al que Plutarco llama la casa de Horus y los egipcios, la gran puerta de los dioses . La parte superior del trono está en medio de unas llamas difusas, con forma de serpiente, que indican que la Mente Suprema está llena de luz y de vida, es eterna e incorruptible y no tiene ningún contacto material. La manera en que la Mente Suprema comunicaba Su fuego a todas las criaturas se expone con claridad en el simbolismo de la Tabla. El Fuego Divino se comunica con las esferas inferiores mediante el poder universal de la Naturaleza, personificada por la Virgen del Mundo, Isis, que aquí se denomina la IYNX o la idea universal polimorfa que todo lo contiene». Aquí se emplea la palabra «idea» con su significado platónico. «Platón creía que hay formas eternas de todas las cosas posibles que existen sin materia y a estas formas eternas e inmateriales las llamaba ideas . En el sentido platónico, las ideas eran los patrones según los cuales la divinidad creaba el mundo natural o ectípico...
En la parte central de la Tabla se pueden ver siete tríadas principales, correspondientes a los siete mundos superiores. Todas nacen del arquetipo fogoso e invisible [la triple corona del trono]. La primera, la tríada ofiónica o IYNX, V S W , corresponde al mundo vital y fogoso y es el primer mundo intelectual, que los antiguos llamaban el Aetherium . Zaratustra dice de él: “¡Qué gobernantes más rigurosos tiene este mundo!”. La segunda, la tríada ibimórfica, O Q R , corresponde al segundo mundo intelectual o etéreo y tiene que ver con el principio de la humedad. La tercera, la tríada neftiana, X Y Z , corresponde al tercer [mundo] intelectual y etéreo y tiene que ver con la fecundidad. Estas son las tres tríadas de los mundos etéreos, que corresponden al Fundamento Paterno. A continuación vienen las cuatro tríadas de los mundos perceptibles o materiales, de las cuales las dos primeras corresponden a los mundos siderales, G I K y ( γ δ ε ) es decir, Osiris e Isis, el Sol y la Luna, indicados por los dos toros. Las siguen dos tríadas, la de Hécate, L M N , y la de Serapis ( ζ η Θ ) que corresponden al mundo sublunar y al subterráneo. Así se completan los siete mundos de los genios primarios que rigen el universo natural. Psellus cita a Zaratustra: “Los egipcios y los caldeos enseñaban que había siete mundos corpóreos (es decir, mundos regidos por los poderes intelectuales): el primero es de puro fuego; el segundo, el tercero y el cuarto son etéreos; el quinto, el sexto y el séptimo son materiales, y al séptimo lo llaman terrestre y dicen que odia la luz, está situado debajo de la Luna y comprende en sí mismo la materia llamada fundus o fundamento. Estos siete, más la única corona invisible, constituyen los ocho mundos”». […]"

Athanasius Kircherus
Tomada del libro Las enseñanzas secretas de todos los tiempos de Manly Palmer Hall, página 233-237


"Se ha comprobado que no pocas de estas lámparas perennes eran dispositivos diabólicos. […] Y supongo que todas las lámparas halladas en las tumbas de los gentiles y dedicadas al culto de determinados dioses eran de este tipo, no porque ardieran ni porque se tuviera constancia de que hubieran ardido con una llama perpetua, sino porque, probablemente, el diablo las había puesto allí con la mala intención de conseguir nuevos creyentes para un culto falso."

Athanasius Kircherus
Tomada del libro Las enseñanzas secretas de todos los tiempos de Manly Palmer Hall, página 245





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