A Julia

Si la brillante luz que el sol fulgura
en lóbrego color se convirtiera,
y el claro azul de la celeste esfera
se trocara también en sombra oscura;

si deshecho en pedazos de la altura,
el fanal de la noche descendiera,
y vagar por el orbe no se oyera
el soplo tenue de la brisa pura;

si en breñal se tornara el mar profundo
y la tierra quedara de repente
convertida también en lago inmundo.

Entonces mi pasión pura y ardiente,
para ti de una vez se extinguiría
entonces no te amara, ¡Julia mía!

Juan Cristobal Nápoles Fajardo



A la luna

Melancólica y triste te suspendes
hacia el cenit del tachonado cielo,
y por todos los ámbitos del suelo
tu blanca luz y tu furor extiendes.

El mar azuleo con tu brillo hiendes;
en él refleja tu amarillo velo;
y luego ¡oh, Luna! con sereno anhelo,
del sol las huellas al seguir desciendes.

Si mudo te contemplo, de repente
se disipan del todo mis enojos,
y con mi plectro débil yo te canto;

porque, cuando tú brillas mansamente
puedo yo contemplar los dulces ojos
de la bella mujer que adoro tanto.

Juan Cristobal Nápoles Fajardo


Al sol

Al asomarte ¡oh,Sol! por el Oriente
con bellos y radiantes resplandores
los árboles, las plantas y las flores
reviven en tu llama refulgente.

Las sombras de la noche de repente
disipas con tus mágicos colores,
alegras todo el orbe, y mil primores
nos brindas con tu luz resplandeciente.

¡Oh, Sol hermoso! Lumbre diamantina
derramas con ardiente señorío,
desde el Oriente a Ocaso tu rutina.

¡Fúlgido Sol, a mi existir sombrío
arranca, desvanece mi tristura,
infundiéndome luz con tu luz pura.

Juan Cristobal Nápoles Fajardo



De verde para podrido

Por causa de que la exena
De este mundo esta cambiando
Las cosas que están pasando
Más que tristeza dan penas.
Aquellas personas buenas
De este mundo se han perdido
En su lugar han surgidos
Un personal disconforme
Que están dando un paso enorme
“De verde para podrido”.

2

El mundo cambia su estilo
Y en estos últimos días
Reina la tecnología
Un arma de doble filo.
Por un cable y sin un hilo
En tu casa se ha metido
Un invisible individuo
Carente de rectitud
Y hace que la juventud
Salte “de verde a podrido”.

3

Hablar de la economía
De vivienda y desempleo
Ese tema yo lo veo
Como el pan de cada día.
No hay ninguna garantía
Que cumplan lo prometido
Si un gobernante ha subido
A una postura alta
Se nota como es que salta
“De verde para podrido”.

4

Desde que el hombre se puso
A buscar la independencia,
Se incremento la violencia
La injusticia y el abuso.
Un querubín se propuso
Tener poder indebido
Y por estar corrompido
Logró a Eva engañar
Siendo el primero en saltar
“De verde para podrido”.

Juan Cristobal Nápoles Fajardo



Hatuey y Guarina

Con un cocuyo en la mano
Y un gran tabaco en la boca,
Un indio desde una roca
Miraba el cielo cubano.
La noche, el monte y el llano
Con su negro manto viste,
Del viento al ligero embiste
Tiemblan del monte las brumas,
Y susurran las yagrumas
Mientras el suspira triste.

Lleva en la frente un plumaje
Morado como el cohombro,
Y el arco que tiene al hombro
Es de un vástago de aicuje.
Aunque es un pobre salvaje
Y angustia cruel lo sofoca
Desde aquella esbelta roca
Donde gime sin consuelo,
Los ojos fija en el cielo
Y a Dios en su ayuda invoca.

Oye el rumor de los vientos
En los atejes erguidos,
Oye muy fuertes crujidos
De los cedros corpulentos:
Oye los tristes acentos
Del guabairo en el corojo,
Y mientras su acervo enojo
Reprime con gran valor,
Siente a sus pies el rumor
De las aguas del Cayojo.

Un silbido se escapó
De sus labios, y al momento,
Con pausado movimiento
Una indiana apareció.
Cuando a la roca subió
El indio ante ella se inclina,
Fue su frente peregrina
El imán de su embeleso,
Oyóse el rumor de un beso
Y la dijo: —“ ¡Adiós, Guarina!”

—“ ¡Oh! no, mi bien, no te vayas,
Dijo ella entre mil congojas,
Que tiemblo como las hojas
De las altas siguarayas.
Si abandonas estas playas
Si te separas de mí,
Lloraré angustiada aquí
Cuando tu nombre recuerde
Como el pitirre que pierde
Su nombre en el ponasí.

Juan Cristobal Nápoles Fajardo


La primavera

Ya vino la primavera
Sobre nuestros campos bellos
Y el sol fulgurante en ellos
Fuertemente reverbera.
En la selva y la pradera,
Cantan ya los ruiseñores,
Los zorzales trinadores
Alzan alegres el vuelo,
Y ya se entapiza el suelo
De hierbas, plantas y flores.

Susurran los platanales
Al pausado son del viento,
Y con blando movimiento
Se oyen murmurar los mares.
Ostentan ya los palmares
Verde pompa de esmeralda,
Y del cerro allá en la falda,
Para mayor hermosura,
El limpio arroyo murmura
Y el sol las peñas escalda.

Nubes de varios colores
De tarde en el firmamento,
Vagan a merced del viento
Formando dulces rumores.
Los humildes labradores
Siembran las tierras que abonan
Sus cosechas amontonan,
Gozan de dúlcidas calmas,
Y a las sombras de las palmas
Alegres trovas se entonan.

Las guajiritas hermosas
Tan sencillas como ufanas,
Corren por estas sabanas
Detrás de las mariposas.
De las flores más hermosas
Contemplan los ramos bellos,
Y mientras juegan con ellos
Y hacen preciosas guirnaldas,
En sus trigueñas espaldas
Lucen sus negros cabellos.

Ya sonríen nuestros prados,
Florece el guao en las costas
Y en las veredas angostas
Rebraman ya los ganados.
Ya los montes escarpados
Verdes y bellos se ven,
El Cauto undoso también
Un grato murmullo forma,
Y mi Cuba se transforma
En un delicioso edén.

Juan Cristobal Nápoles Fajardo













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