A un avaro

Donde jamás el sol sus rayos tira
y todo es confusión eternamente,
vive aquel, que con hambre y sed ardiente
cerca el remedio, sin remedio, mira.

Fruta le ofrece y a cogerla aspira;
mas ella de su mano diligente,
se burla, y de sus labios la corriente
al Eridano hondo se retira.

Di que admiras de Tántalo la pena,
y género tan grave de tormento
tu asombro advierta, porque más te asombre

que cuanto escuchas en la historia ajena
por ti se dice, disfrazado el nombre.
¡Oh, pobre en tus riquezas avariento!

Juan de Aguilar


Soneto

Al verte pobre ya, de amor inmundo,
y del divino amo, enriquecida,
bienes del mundo, Magdalena olvida,
porque es del mundo el bien, mal sin segundo.

En lo que logra del amar del mundo,
de lágrimas un mar, que arrepentida,
anegando los yerros de su vida,
de doloroso llanto, es mar profundo.

Las plantas riega con amante anhelo,
del que en su voluntad, todo se encierra,
¡o mil veces feliz, raro desvelo!

El modo natural en ti se yerra,
que siempre le agua da a la Tierra, el Cielo,
y hoy al Cielo le da el agua, la Tierra.

Juan de Aguilar


Soneto

Perfecto Libro, que a la Estampa ha dado
bien entendido Autor, eres confieso,
al Encarnarte, advierto estás impreso,
como al Nacer al mundo, a luz sacado.

En la Circuncisión, fuiste cortado,
y al adorarte Reyes miro expreso,
sabios, te leen Rey, Dios Hombre, y esto
tu Autor, con una Estrella ha señalado.

Haciendo huyas a Egipto, hizo cubrirte,
para en Jerusalén, después mostrarte
tres días a sus Doctos, y aplaudirte:

A una Columna, quiso rubricarte,
y si en la Cruz, el Título inscribirte,
en el monte Tabor; iluminarte.

Juan de Aguilar




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