Abril

Ocre y verde: montañas
y montañas detrás de montañas
detrás de montañas.

Es abril. Los rocosos declives han florecido,
la hierba abunda en flores diminutas.

Caminos de azafrán, espigas y espartos.
Abril es todo vuelos, todo gorjeos.
En abril la montaña se aduenda, se aniña,
en abril nos sorprende su apariencia ligera.

Una lagartija cruza —rayo, arco iris—
por la base del muro:
una lagartija de papada azul
y fino dorso rayado.

El gavilán vino de lo alto del cerro,
otea desde la copa del noro.

Ocre y verde.
         Montañas
y más allá montañas: una fuga de formas.

Y por sobre ellas la luz,
azul y dorada.

José Manuel Arango


Acaso el hueso

Acaso el hueso sea furia
una furia callada
sin grito

así se dan los días la fruta la boca
se dan al tiempo
tragón

también el girasol es un encono íntimo
una boca una herida

(quiero decir
la voz de los amantes
enronquecida
por el amor como por una oscura
rabia)

José Manuel Arango


Cantiga de enamorados

O como dos que hablan después del amor
todavía desnudos
tendidos de espaldas
fumando

y hablan de silencio en silencio
y la voz es sosegada después del amor
y ya sin premura

y entonces ella se incorpora
y pone el codo en la almohada
y pone la mejilla en la palma

y él ve su risa rápida y tranquila
su risa
y el temblor de sus pechos

José Manuel Arango



Ella

De qué manera silenciosa
trabaja.
Sin dejarse oír,
como si fuera
-lo mismo que una bailarina-
en puntas de pies.
sin dejarse ver,
como si no fuera. 

Ella,
la que poco a poco lo ensordece,
la que imperceptiblemente lo ciega,
la que, delicadamente,
le tuerce los huesos.

José Manuel Arango



Escritura

La noche, como un animal
dejó su vaho en mi ventana

por entre las agujas del frío
miro los árboles

y en el empañado cristal
con el índice, escribo
esta efímera palabra

José Manuel Arango



Hay gentes que llegan pisando duro

Hay gentes que llegan pisando duro
que gritan y ordenan
que se sienten en este mundo como en su casa.

Gentes que todo lo consideran suyo
que quiebran y arrancan
que ni siquiera agradecen el aire.

Y no les duele un hueso no dudan
ni sienten un temor van erguidos
y hasta se tutean con la muerte.

Yo no sé francamente cómo hacen
cómo no entienden.

José Manuel Arango


“Los que se amaron hasta el alba
 van por un mismo sueño.”

José Manuel Arango


“Para qué hablar, si son tan pocas las palabras...” 

José Manuel Arango










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