Adicción

Desalentado vuelvo después de un día duro,
me quito la corbata y me siento en el balcón,
abro el bar donde guardo el vino y el cianuro,
tomo un vaso de vino, pero cuando el futuro
ya no tenga sentido cambiaré la elección.

Entre un trago y el otro, poco a poco me curo
de la rabia y el tedio, de la insatisfacción,
sentimientos que a diario en mi copa mixturo
con alcohol y silencio, al compás del conjuro
estampado en las notas de una vieja canción.

Desempolvo las rimas de un poema perjuro
que sembré hace mil años, al fondo de un arcón
y en voz baja las letras de aquel nombre murmuro...
Aquel nombre que ahora ya es un fruto maduro
que antes verde en mis manos, maduró otra pasión.

Yo me quedé en el tiempo solo detrás de un muro,
en el jardín interno de mi devastación
y en el círculo eterno de la copa que apuro,
me embriago, me adormezco, me arrepiento y abjuro
de todo lo que guarda mi andado corazón.

Hoy quisiera ser otro, pero no me aventuro
a cruzar la frontera de mi propia adicción,
porque el vino y la rabia donde mi amor clausuro,
me dan el asidero más sencillo y seguro
para librar mi vida de su contradicción.

Juan Carlos Hidalgo



El vino

La mesa en la penumbra
sobre la mesa el vino,
y el resplandor divino
que aún de ti me alumbra.

Mi sed no se acostumbra
al amargo destino,
que por su andar cetrino
tan negro se vislumbra.

Trasegaba el camino
de las horas ajenas,
que ordenó mi destino

con estas copas llenas,
transformarán el vino
en un néctar de penas.

 Juan Carlos Hidalgo


Elena

Mi corazón no es libre ... encadenado
desde antes de nacer en este mundo,
vive para tu amor cada segundo,
compartiendo la gracia y el pecado.

Así lo he comprendido, y extasiado
te miro Elena mía y me confundo
contigo en un soñar dulce y profundo,
te miro amada mía... sueño amado.

Adoro la prisión que me condena
a estar unido a ti por esta vida,
y por la eternidad que nos convida

ya lejos del dolor y de la pena,
a una senda de amor mucho más plena
donde serás mi luz siempre encendida.

 Juan Carlos Hidalgo


Ensueño

Muy tarde desperté del largo ensueño
que el mundo en su locura me imponía,
de alcanzar el respeto y nombradía
de ser profesional señor y dueño.

Andando este camino con empeño,
la esencia de mi espíritu perdía,
vistiendo realidad pues no sabia
que hay otra realidad llamada sueño.

Y así ya siendo inútil para el mundo,
echado al basural... palabra dura,
los títulos y nombres son basura,

y ancianidad despojo nauseabundo
que se arroja y se olvida en un segundo,
para dar paso a nueva nervadura.

Juan Carlos Hidalgo


Un niño especial

Soy un niño especial, porque en esencia
hay en mí un cromosoma trisomado,
pero a decir verdad, la diferencia
no está en lo peculiar de mi apariencia,
sino en la candidez que Dios me ha dado.

Mucho antes de nacer, en otra esfera,
escogí mi lugar de nacimiento,
mis padres, mis hermanos y bandera,
y todo lo escogí de la manera
que tiene el celestial conocimiento.

No preciso perdón, ni penitencia,
siendo un ángel… nací ya perdonado,
si dicen que me falta inteligencia,
tengo un don superior que es la inocencia,
y es mi arma para amar y ser amado.

En esta vida estoy siempre a la espera
de un gesto fraternal que me dé aliento,
no importa si me visto de arpillera,
si vivo en un palacio o en la vera,
cuando el amor me sirve de alimento.

Tengo en mi frágil pecho una dolencia,
mi corazón merece ser salvado,
en él no hay egoísmo, ni apetencia,
no hay odios, ni rencor, ni indiferencia,
porque a toda maldad estoy negado.

Para mi hogar fui un alma mensajera,
y traje bajo el brazo un mandamiento:
amar de corazón y sin espera
porque el amor nos salva y nos libera
de lo mortal que está en nuestro elemento.

Me bendijo el señor con la existencia,
libre de la malicia y el pecado,
yo no vine a aprender, ya que mi ciencia,
reside al interior de mi conciencia
y soy por eso muy afortunado.

Mi alma del paraíso es heredera,
soy un ángel de Dios y no es un cuento,
su bendición me alcanza dondequiera
y así puede alcanzar a quien me quiera,
pues si recibo amor, amor fomento.

Soy un niño especial y en mi ascendencia
hay un padre, que fue crucificado,
para dejar sembrada en la conciencia
de los hombres su ley y la creencia,
de que un niño es un ángel encarnado.

Juan Carlos Hidalgo Antigoni










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