Al mar de mi patria

Baña las costas de mi patrio suelo
un mar, rey de los mares de Occidente;
en él, aun niño sumergí mi frente,
en él, ya grande, divertí mi duelo.

Imagen de la paz que tanto anhelo,
lo he visto manso, halagador, riente,
y luego, imagen de la guerra, hirviente
subir bramando hasta tocar el cielo.

¡Hoy... del distante, mi dolor le nombra;
y aparecerse en mis sueños miro
del Atlántico mar la inmensa sombra!

Y con la mente a sus orillas giro,
y recostado en su cerúlea alfombra,
por mi visión al despertar suspiro.

José Plácido Sansón Grandy



Consuelo

No dejes caer la frente
sobre el pecho, ¡dulce amiga!
no te abandones al triste
porvenir que te fascina.
¿Crees tal vez que así borras
la dudosa perspectiva?
¿El horizonte nublado,
que aclaras así imaginas?
¡Insensata!... deja, deja
esas futuras desdichas,
que quizá truéquense en goces
las inquietudes que abrigas.
¡Insensata!... deja, deja
correr las horas impías...
¿Qué nos traerán? Yo lo ignoro:
¿Lo sabes tú, vida mía?
Bebe el amor en mis labios,
gusta en mi seno la dicha,
y no pienses en mañana,
que tanto pensar fatiga.
Las ofrendas del cariño
acoge con blanda risa,
y que el llanto en pos no venga
a amargar nuestras delicias.
Los frutos de tus entrañas,
esas prendas tan queridas,
esas flores que perfuman
nuestra existencia tranquila
esas perlas, sí, las solas
que en nuestra morada brillan,
porque se ausentan del pobre
el oro y las pedrerías,
esos tesoros, más ricos
que los que brotan las minas,
¡nuestros hijos!... te sonríen,
cuando con dolor los miras.
Te sonríen... porque ignoran
que tú allá dentro meditas
sobre su suerte, y que piensas
que has de dejarlos un día.

   ¡Ángeles!... ¡Felices ellos,
que en sus doradas campiñas
disfrutan aura de rosas,
y no sienten las espinas!

   ¡Insensata!... Deja, deja
correr las horas impías:
¿Qué nos traerán? Yo lo ignoro:
¿Lo sabes tú, vida mía?

José Plácido Sansón Grandy


Dicha

¿Vesla, surcando los etéreos mares,
melancólica, pura, solitaria?...
¡Qué rastro deja en su apacible curso!
¡Cuál siembra amor y permanece casta!
Numen de los amantes, bella luna,
a quien la antigüedad divinizara;
a quien alzaron las naciones templos
bajo el hermoso nombre de Diana!
Tú, que al través de fúlgidos cristales
viertes piadosa en mi tranquila estancia
una luz misteriosa, indefinible,
mejor que la del sol, pues que no abrasa;
dime, ¿dos seres en tu seno abrigas
que a la tierra enderecen sus plegarias,
que la llamen su luna, y cual nosotros
gocen también, las manos enlazadas?
Dime, ¿la tierra en ese azul inmenso
ves resbalando de esplendor cercada,
y un rayo suyo reflejarse miras
en más graciosa y expresiva cara
que la de mi princesa, que tú alumbras,
y te bendice, medio desmayada?...

   ¡Huye de mí, relajación maldita,
aborto vil de la mansión tartárea,
diosa de los perversos corazones,
a quien el siglo indigno altar levanta!
¿Qué me importa que un mundo miserable,
do el vicio reina con diadema infanda,
al verme puro, en su delirio horrible
exhale mofadoras carcajadas?
En medio de ese mundo envilecido
alzaré yo la frente inmaculada,
y tranquilo en mi hogar, arbustos tiernos
veré crecer en inocencia y gala,
honor del labrador que los cultive,
consuelo de su vida lastimada,
apoyo de una madre candorosa
que alimentó su delicada infancia
con el rocío de sus dulces ojos,
con el inmenso amor de sus entrañas!

   Tal vez cuando en mi frente una corona,
no de laurel, mas sí de nobles canas,
refleje ¡oh luna! tus eternos rayos,
los mismos que ahora en claridad me bañan,
junto a mi compañera, al rudo peso
de la edad inclinando ya su espalda,
bellos, dorados miraré los frutos
de las que un día fueran tiernas plantas;
y volveré a vivir en caros nietos,
y aplaudiré sus infantiles gracias,
y los haré sentar en mis rodillas,
y sus boquitas besaré rosadas...
¡Entonces de la muerte el rudo golpe
aguardaré sin inquietud, con calma,
en medio de mis hijos paseando
mis moribundas, plácidas miradas!

José Plácido Sansón Grandy



"Encerrado en una isla del Atlántico, lejos del gran mundo artístico europeo, sin maestros a quienes consultar, sin estímulo alguno, solo, reconcentrado en mi individuo, ni yo mismo sé cómo he podido continuar una carrera que, principiada en 1830, cuenta al presente de existencia doce años."

José Plácido Sansón Grandy



Una gota de esperanza

¿A dónde vas? – Voy de viaje,
Camino de las Canarias;
Que allí me espera la dicha
En el seno de mi amada.
-¿Y tienes hijos? - ¡Tres perlas,
tesoro de sus montañas!
-No digas más, porque siento
que va faltándome el alma!
-Pronto mis ojos del Teide
verán la cúspide blanca,
y saludarán mis labios
al rey de la antigua Atlántida.
Pronto las brisas suaves
de las Islas Fortunadas [sic]
por entre copos de espuma
Impelerán mi fragata;
Y vendrán a recibirme,
de su cariño en las alas,
mi alondra con sus polluelos,
con sus retoños mi palma,
los estrecharé en mis brazos,
me extasiaré en sus miradas,
dulces, cual lampo de estrella,
puras, cual rayos del alba.
Y dormiré por la noche
bajo el techo de mi casa
con sus caricias mecido,
arrobado con sus gracias!
Pero… ¿qué te da? Tu frente
de frío sudor se baña;
tus facciones se trastornan;
están tus mejillas pálidas…
¿Qué es eso? –Tengo en las islas,
como tú… ¡suerte inhumana!
mi alondra con su polluelos,
con sus retoños mi palma!...
Y mientras que tú concibes
halagüeñas esperanzas,
para mí lucir no miro
ese anhelado mañana,
y estoy de sus brazos lejos,
y siempre el mar nos separa.
Ve con Dios, dichoso amigo,
favor te brinden las auras,
en pocos días te lleven
a las costas de mi patria;
pero no olvides que en ella
hay corazones que aguardan,
como bálsamo de vida,
el rocío de mis lágrimas…
Y a fuer de nube que vuela
de mis recuerdos cargada,
vierte, al paso, en mis hogares
una gota de esperanza!

José Plácido Sansón Grandy


















No hay comentarios: