Besos

Serán como de miel los vespertinos
conciertos amorosos de tu boca,
la tarde placentera será poca
razón para tus besos sibilinos.

Serás media naranja y dos caminos,
refugio de mi lengua que te toca,
tendré presa de amor tu imagen loca
mordida en sucesión de alejandrinos.

El beso largamente deseado,
ritual generador de la ambrosía,
dará la absolución al condenado

y fuerza a quien en este mediodía
amansa un corazón enamorado
besando a una mujer de fantasía.

José Tadeo Tápanes Zerquera


San Valentín

Espera, no silencies con carmín
el verso en este mágico febrero,
no amordaces mi boca, que antes quiero
decirte lo que siento, pues al fin

te tengo detenida cual violín
que espera al violinista, o marinero
que alegre lanza al viento su velero
en esta noche de San Valentín.

Espera, que a mis labios obedece
tu lengua milagrosa, que me inflamo
si jugosa y feliz desaparece.

Regálame tu cuerpo, tramo a tramo,
que va encendida el alma y me apetece
decirle a los fantasmas que te amo.

José Tadeo Tápanes Zerquera


La dama oscura

Del fondo mustio de la noche, al ruedo
de mi tapiada sombra agonizante,
pasa la muerte con su luz, delante
del infortunio, ungido en su denuedo.

Luz achicando de la vida el miedo
y por la dama oscura y su diamante
puro, del tibio mármol delirante,
cuelgo las armas y en su paz me hospedo.

¡Abismos de la vida que me espera,
abierto el pecho, y la arrogante daga
venga en el viento a penetrar certera!

Prefiero que la muerte satisfaga
con su delirio criminal de fiera
mi vocación de lirio que se apaga.

José Tadeo Tápanes Zerquera


Sueños rotos

Soy, a la muerte, lo que al mar el río.
Corriente irreversible que en cascada
al seno del dolor, desde la nada,
desciende como un canto a lo sombrío.

Y soy la muerte misma, el desvarío,
la muerte por la muerte desbancada,
aquello sin nacer, que ha muerto en cada
palabra traicionera en que confío.

¿Qué buscas, ilusión, conmigo ahora
si muero en una esquina de la muerte
de tanta confusión devastadora?

¿Qué puedo yo de sueños ofrecerte
si el espantoso mar que me devora
no me deja dormir, ni que despierte?

José Tadeo Tápanes Zerquera












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