Casa de muñecas

Mamá quiso hacer de mí un hombre
para asegurarse que el apellido de la raza
tenga un airoso representante,
con el que no sea necesario usar riendas
para que emplee los 5 sentidos.
Una vez nacida, me puso en la cuna de su casa de muñecas,
para clavarme una cuerda en la espalda,
pintarme las mejillas rojas,
peinarme todos los días con lazos y cerquillo
y enseñarme a decir "gracias", "te quiero", "que Dios te bendiga" y
"¿qué quieres que cocine hoy, cariño?"

Ella adorno esa enorme casa de madera.
Le hizo flores con tempera violeta,
comedor y cocina al lado de la cama,
un espejo de papel platino,
y puso el cofre de vanidades sobre velador...
Yo crecí viéndola desde la ventana.

Así crecí con vestidos color rosa,
con escarpines y sombreros blancos,
zapatos altos y la virginidad con fecha de caducidad...

Josefina Jiménez


Duéleme

Duéleme en los ojos
que ya no pueden verte
en los labios áridos
en la sequía incompasiva de mis días

Duéleme en la conciencia tardía
en la marca de tu cuerpo estampado en mi sábana
en mis amaneceres
pero sobre todo durante las noches vacías

Déjame
tu recuerdo cuando lo necesite
Duéleme
cuando tu recuerdo me persiga

Duéleme en la fatiga diaria
en las luces de neón
en las fotos y las películas
en las cartas destinadas al ocaso

Duéleme
en el perfecto silencio de la espera
en mi cotidiana apatía
en tus dedos largos
y mi nariz respirándote lejano

Josefina Jiménez


Gris

Sólo conozco la lluvia de Lima
pobre lágrima raquítica de cielo gris.
Sólo conozco sus avenidas concurridas,
sus tardes congestionadas,
madrugadas solemnes y vacías.

Sólo conozco la lluvia de Lima
amarillenta y sucia
sus bares tristes,
sus gatos locos,
sus vates locos.

Sólo te conozco
te conozco

Sólo conozco la lluvia de Lima
su sonrisa austera
tu sonrisa amplia y lejana
mis ojos vidriosos y expectantes
que esperan verte bajo este cielo gris.

Josefina Jiménez


Para ella, que nunca existió

Esta noche, quise hacer un viaje bizarro en un barco de papel,
que me llevara hasta tu habitación,
oh mi niña,
quise darte un sueño remoto pero no imposible.

Sabes que he dejado tu secreto bajo mis manos,
Ahí estará a buen resguardo
Como tu corazoncito roto y mis lágrimas heladas
Nos dejaron llagas, nos dejaron sangre
pero tu piel estará libre del olvido,
estará libre de todo lo que me toco el alma.

Nos han dado tan larga vida, mi niña,
Que nos olvidamos del tiempo
Y se nos hizo corto
Dime si recuerdas ¿cuándo comencé a perder la memoria?

Hemos visto un cielo desconocido
Y una noche generosa,
Mi preciosa.
Hemos visto un tibio manto de luces
Una vida que comienza y termina
Una cuna vacía
Oh niña, tenemos sueños eternos los domingos

Josefina Jiménez



Tampoco tiene título

He conocido mi cuerpo...
por la necesidad de saberme yo
Me he vuelto a desnudar frente a un espejo
con ojos expectantes
y sin querer tomarlo en cuenta
llegan a intimidar hasta el nervio más profundo.

Me he vuelto a ver, y aún tengo ganas de conocerme
de respirarme un poco más de vida
de saber que mi sentido del tacto es lento,
pero no inservible.

Has vuelto a verme y aún no lo asimilo
mi redondez no me deja comprenderlo todavía
pues creo que he perdido todas mis batallas
desde hace 5 años,
preso el placer de quitarse las riendas
quedó el pudor con calidad de detenido,
la razón con prisión domiciliaria
y el deseo, condenado a cadena perpetua.

Josefina Jiménez














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