Coloquio paternal

La luna reina como pocas noches.
Camináis lentamente.
Llevas a tu mujer como si fuera
un ánfora sutil que el tacto rompe.
—¿Cómo será?… ¿Será niñito el hijo?
¿Sus ojos serán grandes y expresivos?
¿Lo quieres ya sin verle?
—Lo quiero ya porque eres tú conmigo;
porque no puede oler sino a nosotros;
porque tiene el color de nuestra carne,
por ser carne de entrambos.

En idilio paterno
camináis bajo el sueño de la luna
con otro amor que la pareja novia;
con un amor que pesa en las entrañas,
no aquel que vuela sin dejar prenderse.

Ya no es anhelo Amor, es fruta hecha.
Y os queréis como quiere
el escultor sus manos.
Hay gratitud en este nuevo amor.
“Gracias a Dios” —decís—, pero pensáis
“gracias a ti” además.
Y luego con inmensa y muda voz:
“gracias a todo, a todo,
a la luz, al momento, a los jardines,
al cielo, a los volcanes, a los ríos,
al aire que mecía tus cabellos
y a la estrella que vimos en el aire”.
Luego, tú, el padre,
en un silencio breve, pero lleno,
dijiste para ti:
“Viene del viejo mar, soy como un mito;
acaricié la vida
como un alma pagana;
pero viví también la oscura selva
que tortura a las almas religiosas;
y, al fin, cuando mi edad
es luna, tiempo y muerte,
hago esta flor sencilla
en un vaso muy joven. Soy un loco.”

La pareja siguió pensando al hijo.

José Moreno Villa


Después de todo eras tú lo que yo buscaba

En las letras de un cantoral,
entre la retama y el jacinto serrano,
en el ancho mar, en la taberna inquieta,
en el fondo de la copa verde,
después de todo eras tú lo que yo buscaba.
Preguné muchas veces a las guías turísticas
dónde suspira el lugarejo ignorado por la epopeya;
pregunté a los filósofos por la llave del secreto;
fuí devorando pregunta a pregunta mi vida,
y después de todo resultas tú lo que yo buscaba.
Pude leerlo en mil detalles:
verte y enmudecer,
verte y olvidarme del mundo,
verte y hablar luego por las calles solitarias,
verte y sentir el cuerpo,
verte y huir hacia los confines de mí mismo.
Desmadejado y alma en pena,
emaginé que lo mejor era llorar en los ocasos,
ler los libros místicos
y contribuir a la redención de los débiles.
Y, en todo, en todo, en absolutamente todo,
no había más qu ela busca de tu persona.
Sí, después de todo eras tú la búsqueda.
Y aquí declino ya todo examen y toda crítica.
Tú, con tus faltas y tus sobras;
tú, con tu maravilloso complemento rubio a mi color de bronce.

José Moreno Villa




Entereza

En el nombre del verbo que a la rosa espolea,
que al mastuerzo fustiga y al heliotropo empuja,
quiero animar el coro, y no aventar más lágrimas
si no son como estrellas.

¿Qué más da que la nube cubra el signo del alba?
También las olas tapan árboles de corales.
Y nosotros tapamos las ramas coralinas
que nos dan existencia.

Lo importante es saber que las cosas se esconden;
y después, descubrirlas; y despues, manejarlas:
situar el lucero sobre vivos corales
y avanzar lentamente.

La vida es un poema trágico -ya lo sé-,
pero, habiendo pasión, la tragedia es hermosa.
Vengan, vengan misterios, nubes, telones, gasas,
y pasión para henderlos.

José Moreno Villa


Impulso

De prisa, de prisa:
lo que se cayó, no lo cojas.
Tenemos más, tenemos más;
tenemos de sobra.
¡De prisa! ¡De prisa!
Lo que nos robaron, no importa.
Tenemos más, tenemos más;
tenemos de sobra.

¡Derechos, derechos...!
No te pares; coge la rosa
y a la mendiga del camino
dale la bolsa;
porque, amigo, tenemos más;
tenemos de sobra.

José Moreno Villa



La verdad

Un renglón hay en el cielo para mí.
Lo veo, lo estoy mirando;
no lo puedo traducir,
es cifrado.
Lo entiendo con todo el cuerpo;
no sé hablarlo.

José Moreno Villa


No hay consejo posible

Fuera lógico, amigo, que al final de la vida
pudiéramos legar una norma o un consejo,
práctico, de moral o de táctica alegre;
algo para vivir con dignidad y gusto.

Porque mi angustia es ver con entera evidencia
que la vida es más grande, más llena de posibles,
más honda, más extensa, más íntima y sensual
que la tocada en suerte a cada ser humano.

Pero, amigo, no hay lógica. La experiencia no sirve.
Cada momento es nuevo hasta el rato final.
Todo cambia al contacto de nuevas convergencias.

Por eso los abuelos decían "Ya veremos...
Ya veremos qué día se presenta mañana."
Y es que cada minuto viene en combinaciones.

José Moreno Villa


Vivo y sueño
               
Hunde la rama del sauce
en la alberca su fatiga;
levanta el ciprés su lanza
infatigable a los cielos.

Con el sauce, vivo.
Con el ciprés, sueño.

Lánguida rama de sauce
me cuelga entenebrecida.
Lanza de ciprés emerge
de mi piel hasta el misterio

Con el  sauce, vivo.
Con el ciprés, sueño.

Un cansancio secular
baja, baja, baja a tierra.
Sube, sube, sube altivo
el secular pensamiento.

Con el sauce, vivo.
Con el ciprés, sueño.

Todo me cansa y me rinde
si no es mío, si es del mundo.
Todo me embelesa y lanza
si lo miro y lo penetro.

Nada vivo
si no lo sueño.

José Moreno Villa


Yo detesto...
               
Yo detesto las rosas;
una rosa me encanta.

Yo detesto los árboles;
pero un álamo, un chopo,
un níspero,  un  olivo
son como gente mía.

Yo  detesto las piedras,
pero el agua-marina,
la esmeralda, el topacio
y el profundo zafiro
son almas misteriosas
que agrada sondear.

Yo detesto la música,
pero este cante jondo...
esta  copla  que  es mía
desde todos los tiempos,
esta copla que llora
cantando y que se canta
gimiendo, es de mi sangre:
se llama Soledad.

José Moreno Villa





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