"Después de los deplorables reveses de las Cruzadas, el deterioro de los ejércitos cristianos y el triunfo de Bendocdar, sultán de Egipto, durante la octava y última Cruzada, el gran príncipe Eduardo, hijo del rey Enrique III de Inglaterra, al ver que ya no había seguridad para sus hermanos en Tierra Santa, de donde se estaban retirando las tropas cristianas, los hizo regresar y esta colonia de hermanos se estableció en Inglaterra. Puesto que este príncipe estaba dotado de todas las cualidades heroicas y amaba las bellas artes, se declaró protector de nuestra orden, le concedió nuevos privilegios y a partir de entonces los miembros de esta fraternidad adoptaron el nombre de «francmasones», siguiendo el ejemplo de sus ancestros."

Michael Ramsey
Tomada del libro de Robert Bauval y Graham Hancock, Talismán, ciudades sagradas, una fe secreta, página 325


"El mundo no es más que una inmensa república, en la cual cada nación es una familia y cada persona, un hijo. En un principio, nuestra sociedad (es decir, la francmasonería) se estableció para revivir y difundir estas máximas fundamentales que surgen de la naturaleza humana. Queremos reunir a todos los hombres de mente preclara, buenos modales, simpáticos e ingeniosos, no sólo por amor a las bellas artes, sino sobre todo mediante el gran principio de la virtud, la ciencia y la religión, donde los intereses de la Fraternidad (la francmasonería] serán los de toda la raza humana, de los que todas las naciones podrán obtener conocimientos útiles. [...] Nuestros ancestros, los cruzados, llegados a Tierra Santa procedentes de todos los lugares de la cristiandad, quisieron de esta forma reunir en una sola Fraternidad a los súbditos de todas las naciones."

Michael Ramsey
Tomada del libro de Robert Bauval y Graham Hancock, Talismán, ciudades sagradas, una fe secreta, página 323


"Puesto que una filosofía triste, despiadada y misantrópica desagrada a los hombres virtuosos, nuestros ancestros, los cruzados, quisieron volverla más amable mediante la atracción de placeres inocentes, una música agradable, un gozo puro y una alegría moderada. Nuestras fiestas no son lo que el mundo profano y el vulgo ignorante imaginan. Están prohibidos en ellas todos los vicios del corazón y del espíritu, así como también la irreligión, el libertinaje, la incredulidad y el desenfreno."

Michael Ramsey
Tomada del libro de Robert Bauval y Graham Hancock, Talismán, ciudades sagradas, una fe secreta, página 324



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