Día de lluvia

Llueve copiosamente. La mañana,
como una Ofelia triste y ojerosa,
empapa con sus lágrimas, llorosa,
el campo verde azul de la sabana.

Medito. Pienso, grave, en la lejana
esperanza de un sueño; en la dichosa
edad, que, como abeja rumorosa,
dejó su miel de amor en mi ventana.

Y mientras cae monótona la lluvia,
las crenchas de una cabecita rubia,
trémulo, beso con febril delirio;

el árbol, ya sin flores, de mi vida
exubera en la rama carcomida
la milagrosa floración de un lirio.

José Manuel Carbonell

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