"Estás resuelto, Cristiano, a la generosidad: dona para recibir, siembra para cosechar, distribuye para recoger. No tengas miedo de hacer gastos, no estés en ansiedad dudando del provecho que obtengas, porque aumentará justo cuando es bien distribuida. Tú tienes que desear el justo provecho que se consigue con el ejercicio de la misericordia, y esperar de aquel negocio del que resulta una ganancia eterna."

León I el Magno


"La medida de los regalos celestes no depende de la naturaleza de nuestras obras. En este mundo dónde toda la vida es un servicio, no se atribuye a cada uno lo que merece. En efecto, Dios mismo al ver nuestros pecados, tiene una misericordia grande."

León I el Magno




"Lo que era visible en nuestro Salvador ha pasado a sus sacramentos."

León I el Magno



"(Los escritos gnósticos son como) caldo de cultivo de múltiples obstinaciones malsanas, que no sólo deberían prohibirse, sino también ser destruidos totalmente y consumidos por el fuego."

León I el Magno
Tomada del libro de Robert Bauval y Graham Hancock, Talismán, ciudades sagradas, una fe secreta, página 76


"Nada es difícil para los humildes, nada es duro para ellos; fácilmente todas las reglas pasan a la práctica cuando la gracia los ayuda y la obediencia les hace dulce lo mandado."

León I el Magno



''No puede haber lugar para la tristeza cuando acaba de nacer la vida'.'

León I el Magno


"No se te ocurra someterte a la servidumbre del demonio porque tu precio es la sangre de Cristo."

León I el Magno



"No te rindas nunca, ni cuando la fatiga se haga sentir, tampoco cuando tu pies tropiecen, ni cuando tus ojos se quemen, tampoco cuando tus esfuerzos sean ignorados, ni cuando la desilusión te humille, ni cuando el error te desanime, tampoco cuando la traición te hiera, ni cuando el éxito te abandone, tampoco cuando la ingratitud te desaliente ni cuando la incomprensión te rodee, tampoco cuando el aburrimiento te derribe, ni   cuando el peso del pecado te aplaste. Invoca a Dios, aprieta los puños, sonríe ¡y recomienza!"

León I el Magno



"Para enseñar y justificar a los hombres, la omnipotencia del Hijo de Dios podía haber aparecido, por supuesto, del mismo modo que había aparecido ante los patriarcas y los profetas, es decir, bajo apariencia humana: por ejemplo, cuando trabó con ellos un combate o mantuvo una conversación, cuando no regió la hospitalidad que se le ofrecía y comió los alimentos que le presentaban.
Pero aquellas imágenes eran indicios de este hombre; y las significaciones místicas de estos indicios anunciaban que él había de pertenecer en realidad a la estirpe de los padres que le antecedieron.
Y, en consecuencia, ninguna de aquellas figuras era el cumplimiento del misterio de nuestra reconciliación, dispuesto desde la eternidad, porque el Espíritu Santo aún no había descendido a la Virgen ni la virtud del Altísimo la había cubierto con su sombra, para que la Palabra hubiera podido ya hacerse carne dentro de las virginales entrañas, de modo que la Sabiduría se construyera su propia casa; el Creador de los tiempos no había nacido aún en el tiempo, haciendo que la forma de Dios y la de siervo se encontraran en una sola persona; y aquel que había creado todas las cosas no había sido engendrado todavía en medio de ellas.
Pues de no haber sido porque el hombre nuevo, encarnado en una carne pecadora como la nuestra, aceptó nuestra antigua condición y, consustancial como era con el Padre, se dignó a su vez hacerse consustancial con su madre, y, siendo como era el único que se hallaba libre de pecado, unió consigo nuestra naturaleza, la humanidad hubiera seguido para siempre bajo la cautividad del demonio. Y no hubiésemos podido beneficiarnos de la victoria del triunfador, si su victoria se hubiera logrado al margen de nuestra naturaleza.
Por esta admirable participación ha brillado para nosotros el misterio de la regeneración, de tal manera que, gracias al mismo Espíritu por cuya virtud Cristo fue concebido y nació, hemos nacido de nuevo de un origen espiritual."

San León I Magno
El misterio de nuestra reconciliación


"Reconoce, cristiano, tu dignidad y, puesto que has sido hecho partícipe de la naturaleza divina, no pienses en volver con un comportamiento indigno a las antiguas vilezas. Piensa de qué cabeza y de qué cuerpo eres miembro. No olvides que fuiste liberado del poder de las tinieblas y trasladado a la luz y al reino de Dios.
Gracias al sacramento del bautismo te has convertido en templo del Espíritu Santo; no se te ocurra ahuyentar con tus malas acciones a tan noble huésped, ni volver a someterte a la servidumbre del demonio: porque tu precio es la sangre de Cristo.
En la unidad de la fe y del bautismo, nuestra unión es indistinta, queridos hermanos, y nuestra dignidad es común, como nos repite la voz santísima del apóstol Pedro: (…) “Vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo adquirido por Dios”.
La señal de la cruz hace reyes a todos los regenerados en Cristo, y la unción del Espíritu Santo los consagra sacerdotes; y así, además de este especial servicio de nuestro ministerio, todos los cristianos espirituales y perfectos deben saber que son partícipes del linaje regio y del oficio sacerdotal.
Todos tenemos razón para gozarnos de nuestra común participación en este oficio, nuestro motivo de alegría será más auténtico y elevado si no detenéis vuestra atención en nuestra humilde persona, ya que es mucho más provechoso y adecuado elevar nuestra mente a la contemplación de la gloria del bienaventurado Pedro y celebrar este día solemne con la veneración de aquel que fue inundado tan copiosamente por la misma fuente de todos los carismas, de modo que, habiendo sido el único que recibió en su persona tanta abundancia de dones, nada pasa a los demás si no es a través de él."

León I el Magno


"Siempre, hermanos, la misericordia del Señor llena la tierra, y la misma creación natural es, para cada fiel, verdadero adoctrinamiento que lo lleva a la adoración de Dios, ya que el cielo y la tierra, el mar y cuanto en ellos hay manifiestan la bondad y omnipotencia de su autor, y la admirable belleza de todos los elementos que le sirven está pidiendo a la criatura inteligente una acción de gracias."

León I el Magno





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