Lloraban tus ojos en mi conciencia

He podido contemplar con asombro, al fin,
tus expresivos ojos de muchacho,
dándome cuenta de que tu mirada
me hablaba a gritos de los éxodos del alma
y de las hazañas de un héroe valeroso.

Y te pedí respuesta atisbándote
en la solitaria llanura del asolado sufrimiento.

Porque recorrías con tus pies doloridos de tanto andar,
los desérticos arenales del caluroso silencio;
aquellas dunas movedizas tan airadas por el viento de la guerra,
las que fueron en el pasado, campos de carnes sangrientas
descuartizadas por las garras de los buitres
y basureros de olvidados restos metálicos esparcidos y oxidados
junto a los cadáveres de los ejércitos vencidos por la Muerte.

Josep Esteve Rico Sogorb
DEDICADO A LOS NIÑOS VICTIMAS DE LAS GUERRAS
Publicado en 1989 en el libro
"89 poemas y dibujos de los 90"
por Ediciones Inauditas de Elche (españa)
en la colección Solara, junto a otros poetas locales y foráneos




Regreso al infierno

He buscado el cobijo de mis lágrimas
regresando a mi particular infierno,
ese que todos alguna vez llevamos dentro.

Anteayer me despedí de las caricias
que te daba al rozar tu cintura.

Y el amor se alejó de mí
vistiéndome de negro.

Me gusta el color negro
aún hoy, cuando sigo errante…

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Y para el amor, la cala

Permíteme susurrarte.Te musitaré casi sin voz o como prefieras.
Con la mímica de un sentimiento hondo y noble.

Te hablaré casi mudo, si lo deseas, apenas sin gritar,
sin que las venas inflamen mi cuello.

Suave. Permíteme hacerlo con las sinfonías de un silencio amoroso.
Déjame intentarlo con la agitación de un corazón imperfecto.

Sutilmente.Déjame envolverte con la rapsodia
de un crepuscular y somnoliento atardecer.

Déjame crearte sensaciones languideciendo abrazados en la húmeda cala
como dos amantes que se entregan a la promesa feliz.

Permite que te hable a soplos sin descanso ni vaguezas
mientras tus labios muerden los mios
y los arenales son testigos de nuestras fundidas presencias.

Escucha mi música una y otra vez hasta que te invada, hasta que te emocione,
para recordarte que soy impuro.

Insisto. Permíteme canturrear revoltoso a tu alrededor y retozar en el regazo,
oyendo las dulces notas sublimes de la melodía amorosa.

Déjame tomarte de nuevo una vez más hasta que el sol nazca tras el horizonte
y mientras, cerremos nuestra cala...

... languideciendo...

Josep Esteve Rico Sogorb








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